Joan Escandell ‘Barda’ preside las asociaciones de vecinos del Port de Sant Miquel y de Benirràs. | Idoia Sala

Joan Escandell Barda, que fue teniente de alcalde del Ayuntamiento de Sant Joan durante 12 años (2003-2015), es el presidente de la Asociación de vecinos del Port de Sant Miquel desde hace 30 años. Además, preside la Asociación de vecinos de Benirràs desde que se fundó hace cuatro años.

— ¿Cuándo se creó la Asociación de vecinos del Port de Sant Miquel?

— Se creó en 1979 y no había un motivo especial, pero era una zona que empezaba a crecer bastante como zona turística y se montó por parte de los vecinos para defender y controlar un poco la zona. Nos interesaba sobre todo la zona de la playa porque en aquel entonces había tres quioscos sobre la playa, ahora no hay ninguno, y empezaban a poner concesiones de hamacas.

— ¿Cómo funciona la concesión de playas en esta zona?

— Empezamos a sacar las concesiones en nombre de la asociación de vecinos. Ha funcionado muchos años y ahora hay algún problema porque la gente se ha dado cuenta que con las concesiones de playa pueden sacar dinero y vienen empresas de fuera a interesarse y sabemos por otros sitios que no siempre cumplen. De momento, la sigue teniendo la asociación y nos va muy bien porque la damos a administrar a gente de la asociación, ellos dan un porcentaje y con este dinero de la concesión nos encargamos de la limpieza del Port de Sant Miquel. Tenemos trabajadores dados de alta durante la temporada turística. De la limpieza de la playa se encarga la propia concesionaria.

— ¿Cuántos trabajadores tienen contratados?

— Tenemos dos personas fijas y una tercera persona para momentos puntuales. Están entre siete u ocho meses. Más bien nos encargamos del mantenimiento y seguimiento de la zona.

— En estos momentos, ¿cuál es la principal preocupación o problema de los vecinos del Port de Sant Miquel?

— Necesidades hay siempre, pero el problema del Port de Sant Miquel es que hay cosas que están anticuadas, como las farolas que están viejas. Siempre faltan cosas, como adaptar algunas aceras para minusválidos. También nos haría falta tener más presupuesto y más ayudas para poder tirar adelante. Por otra parte, nos gustaría que pusieran arena, aunque sabemos que no se puede.

— ¿Qué actuaciones se han hecho en los últimos años?

— Se han hecho remodelaciones importantes como las vallas de acero inoxidable que han puesto donde el torrente o la instalación de contenedores subterráneos, que pedíamos desde hace tiempo. También han puesto badenes. La gente entraba con los vehículos a una velocidad extrema que parecía una pista de aviones y pusieron los pasos de zebra elevados. También se han hecho servicios públicos que se estrenaron el año pasado y se adaptó una zona para poner un mercadillo.

— ¿Cuánto le cuesta a la asociación hacer todo este mantenimiento?

— Este año manejábamos un presupuesto de unos 30.000 euros. Somos una asociación con cerca de 40 socios. Los negocios están todos, pero también entran casas. El Ayuntamiento antes nos daba alguna subvención y ahora ves que llegamos muy justo.

— Siendo Sant Miquel tan pequeño, ¿porqué cuenta con una asociación para una zona tan concreta como el puerto?

— La del puerto se montó en 1979 con la idea de que entrara todo el mundo que quisiera del pueblo. Siempre impulsé para que se hiciera una en el pueblo de Sant Miquel y por fin se hizo hace dos años. Las necesidades son muy diferentes y siempre he pensado que las asociaciones se tienen que hacer por zonas para tratar los problemas de cada sitio.

— ¿Qué ha conseguido la asociación durante estos años?

— Tuvimos un problema muy grave hace más de 15 años por el que batallamos mucho, que es el tema de la depuradora. Dimos mucha caña y fuimos por todos los medios de comunicación porque no funcionaba y estuvo mal seis o siete años, tanto que no podías ir al Port de Sant Miquel. Me acuerdo que estabas tomando algo y de repente te llegaba el mal olor de la depuradora y se iba todo el mundo. Era un problema concreto del Port de Sant Miquel y se resolvió con dinero del Ayuntamiento y el Govern y nosotros cediendo terrenos para los desagües o hacer emisarios terrestres. Se solucionó con un mantenimiento severo y las empresas que lo llevan ya dicen que les da más trabajo esta que todas las otras. Hace tres años que no me llama nadie para quejarse de la depuradora. No todas las estrellas son de la asociación, pero también se han asfaltado terrenos, se han hecho aceras anchas, iluminación, se remodelaron calles y han solucionado temas de saneamiento.

— ¿Hay buena comunicación con el Ayuntamiento?

— Sí, sí, hay buena relación. Estuve doce años en el Ayuntamiento y le decía a Carraca [Antoni Marí, alcalde de Sant Joan] que cuando me fuera le pediría muchas más cosas.

— ¿Cómo ha cambiado el Port de Sant Miquel desde que lo conoce?

— Yo nací a un kilómetro y medio de la playa y en verano cuando íbamos no había absolutamente nadie. Era una playa de piedras y me acuerdo que bajaba el torrente y a los lados nacían sandías de hasta 16 kilos que salían de forma silvestre. Este año cumplo 70 años y he conocido la playa del Port de Sant Miquel cuando era completamente salvaje y no había nadie. Lo primero que se hizo allí fueron los apartamentos ses Oliveres y entonces bajaron los primeros turistas que generalmente eran franceses. Después se hizo a carretera y entonces ya empezó a crecer. Ahora se hará una inversión para subir a cinco estrellas uno de los hoteles. No estamos en contra de la remodelación ni de que se modernicen, pero hemos hecho un escrito para que lleven un control estricto en tema de aparcamientos, aceras o espacios públicos cumpliendo la normativa. Pienso que está bien que en una zona haya un hotel de cinco estrellas pero no se si a la larga es bueno que todo sea de cinco estrellas.

BENIRRÀS

Seguridad y mercadillo para acabar con la venta ambulante

La Asociación de Vecinos de Benirràs se creó hace cuatro años con el objetivo de acabar con la venta ambulante. «Llegó un momento en el que desde las 10 de la mañana hasta la una de la madrugada estaba lleno de gente que venía a vender desde bocadillos hasta paellas con bogavante y dejaba las playas sucias», asegura el presidente de la asociación y propietario del Restaurante 2.000, Joan Escandell ‘Barda’, que asegura que Benirràs se estaba convirtiendo en una «chapuza». Tras reunirse con las instituciones decidieron crear la asociación y lo primero que hicieron fue controlar seguridad. También crearon un mercadillo legal que está funcionando y tiene más de 80 puestos en lista de espera cuando hay sitio para 40 plazas. La asociación cuenta con un presupuesto de unos 60.000 euros.