Caminar por las calles de la ciudad de Ibiza puede convertirse en toda una proeza a causa de los grandes charcos que se acumulan en diferentes puntos de la ciudad.

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El caso más clamoroso es el de la avenida de Santa Eulària a la altura de la estación marítima de Formentera, donde la acera se cubre de agua cuando llueve, de manera que los peatones tienen que hacer auténticos malabares para no mojarse los pies. Se da la circunstancia de que, debido a las obras que están haciendo en el puerto, este punto es una de las pocas alternativas de los peatones para poder cruzar la avenida.