Rosario Tur Planells (Ibiza, 1971) cogió las riendas de Cafés Ibiza en 1995, tras terminar sus estudios en Ciencias Económicas y Empresariales en Valencia, para continuar con el legado de su padre, Vicent Tur Noguera, un jordier que emigró a Venezuela en su juventud y volvió con algo de dinero y ganas de comerse el mundo. Hoy, 60 años después, su hija mantiene vivo aquel negocio que nació en un pequeño tostadero del barrio de la Marina y exporta cafés elaborados en la isla a varios países europeos.

Hagamos un poco de memoria, ¿cómo fueron los inicios de Cafés Ibiza?

—Los inicios de Cafés Ibiza fueron muy bonitos. En 2018 cumplimos 60 años, por lo que los inicios de Cafés Ibiza fueron en paralelo al desarrollo económico de la isla. Era la época de postguerra, había miseria, y muchos jóvenes tuvieron que emigrar, como mi padre, Vicent Tur Noguera, que se fue a Venezuela. Volvió a Ibiza con dinero en el bolsillo y con mucha iniciativa y ambición.

Hace 60 entiendo que esta expansión del negocio era impensable.

—De ninguna manera él pensaba que Cafés Ibiza pudiera llegar a estar presente en todo el mundo. Entonces, la economía española estaba cerrada en un régimen dictatorial y ahora el mundo se ha abierto.

¿Qué dificultades han tenido al largo de los años?

—Muchas, pero las hemos ido solventado trabajando poco a poco. El día a día es difícil. Quizás el mayor problema sea la estacionalidad porque para una empresa es muy costoso mantener una estructura y una plantilla todo el año cuando sabes que el trabajo fuerte sólo son pocos meses al año. Aquí producimos y fabricamos, por lo que tenemos una maquinaria compleja y dependemos mucho del exterior cuando tenemos algún problema con las máquinas. Y las máquinas siempre se rompen en agosto, cuando todos están cerrados, por lo que de algunas máquinas principales tenemos dos y así tener un plan B.

¿Cuál es el secreto para poder mantener en pie un proyecto empresarial tanto tiempo?

—No hay secreto sino trabajo, pasión, tener ganas de hacer bien y levantarte cada mañana con ganas de tirar hacia adelante.

¿Los ibicencos han cambiado su gusto por el café?

—Sí, el paladar de los ibicencos se ha ido suavizando. Antes tomábamos cafés más fuertes, más negros, con un tueste más intenso, más torrefactos, mientras que ahora nos gusta un café más natural, con un tueste más suave.

Cafés Ibiza es una empresa familiar, ¿qué ventajas o desventajas tiene trabajar con la familia?

—Yo sólo le veo ventajas porque formamos un equipo unido; nos conocemos perfectamente y tenemos el objetivo común de tirar adelante este proyecto. Hay mucha gente que no es familia pero como si lo fuera. Cuando alguien se jubila, porque aquí no echamos a nadie, es una pena muy grande.

¿Recuerda los primeros clientes de Cafés Ibiza?

—No me gustaría ofender a nadie si me olvido de ellos, pero hay bares que ya eran clientes al principio y siguen siéndolo, como Jaume de La Estrella o el Peixet, todos en el puerto.

¿Qué maestro ha tenido como emprendedora?

—Mi padre fue para mí una referencia muy importante. Lo admiraba y lo sigo admirando, sin él decirme nada yo lo aprendí todo. Para mí él fue un ejemplo de persona y de empresario. Además de él, también hay otros que forman parte de este equipo que también me han enseñado mucho.

¿Estaba predestinada a seguir con esta empresa, lo buscó?

—Parece mentira pero siempre había pensado que seguiría con la empresa de mi padre, pero nadie me obligó. Ya lo tenía en mi mente desde muy pequeña.

¿Volvería a ser empresaria?

—Sí. Podría hacer otras cosas pero siendo empresaria soy feliz y llevo a esta empresa dentro de mí.

¿Cuántos trabajadores eran cuando empezaron y cuántos son ahora?

—No recuerdo cuántos debían ser cuando Cafés Ibiza empezó pero sí que es cierto que hoy hay compañeros que son hijos que trabajadores que tenía mi padre, son la segunda generación que trabajan aquí. Ahora somos 25 y en verano ampliamos un poco la plantilla porque hay un pico de trabajo y por si alguien tuviera una baja.

¿Dónde empezó Cafés Ibiza?

—Antes de trasladarnos a Ca na Negreta tuvimos muchas ubicaciones y creo que la primera fue en el barrio de la Marina, donde había un tostadero de Cafés Ibiza. También estuvimos en ses Figueretes y en el barrio de Can Negre. Y ahora hace unos 30 años que estamos en las instalaciones actuales.

¿Desde dónde importaba el café su padre? ¿Cómo llegaba hasta aquí?

—Antes era más complicado porque había unos cupos y el comercio internacional estaba muy regulado. Con el desarrollo del turismo, a Ibiza le hacía falta más café y mi padre lo tenía que sacar de donde fuera y tenía que recorrer al contrabando con barcos que llegaban por la noche a la playa de es Codolar.

¿Y ahora de dónde lo traen?

—Nuestra base es de Santos, en Brasil. Transportamos contenedores completos de café, que llegan al puerto de Barcelona y luego hacia Ibiza. También de Colombia, de la zona cafetera Cauca, además de Nicaragua y la India. Con estos cafés hacemos nuestro blend, la mezcla, que es el café que nos gusta a los ibicencos.

¿Tendrá continuidad generacional Cafés Ibiza?

—El producto, Cafés Ibiza, tiene potencial en el futuro y yo tengo dos niñas que todavía son pequeñas y no tienen nada claro. No sé si querrán continuar. Ven que trabajo mucho pero también ven que soy feliz. Nunca les obligaré ni les diré lo que tienen o no que hacer pero, sinceramente, yo sería muy feliz de que ellas continuaran.

¿Tiene pensado lo que hará cuando se jubila o un empresario nunca se retira?

—No, no, yo quiero jubilarme. Tengo muchas cosas que hacer y será tiempo de recuperar las cosas que uno deja de lado. Creo que viajaré, leeré un montón de libros que me están esperando… ahora tengo poco tiempo. Pero todavía me queda mucho para jubilarme.

¿Cree que la figura de empresario está mal vista en ciertos sectores?

—No, no lo siento así. Creo que los empresarios tenemos la responsabilidad de hacer las cosas bien hechas. Yo que soy ibicenca, que quiero a Ibiza, pienso que tenemos que trabajar para llevar adelante esta isla pero con sostenibilidad para que podamos vivir ahora y en un futuro.

¿Qué proyectos de futuro tiene?

—El mundo se ha hecho de repente muy pequeño y creo que el futuro de la empresa está en la internacionalización y vender por todo el mundo. Los hábitos de consumo de los establecimientos y los hogares. Antes sólo había café en grano y molido y ahora hay mil fórmulas para vender, como con cápsulas, y por aquí tendremos que crecer, ampliar la oferta.

Hablaba de la internacionalización, ¿a qué países exportan su producto?

—Sobre todo a países europeos. El nivel de vida es elevado y nuestro café cuando llega al destino también tiene un precio alto porque los precios de transporte se duplican. Me imagino que a lo mejor un turista alemán que viene de vacaciones a Ibiza cuando está en su país pasando frío un paquete de café de Cafés Ibiza le ayuda a soñar con la isla y sus próximas vacaciones.

Cuénteme una anécdota de Cafés Ibiza.

—Continuando con lo del contrabando le puedo contar que los paquetes de café los escondían en la playa de es Codolar pero luego los tenían que llevar hasta el tostadero en Vila. Y las encargadas de bajarlo hasta la ciudad eran las hermanas de mi padre, que iban en bicicleta vestidas de payesas y escondían el café debajo de las enaguas.

DATOS

• PRIMER TRABAJO: Telefonista en Cafés Ibiza, se me daba muy bien.

• FAMILIA: Dos hijas de 15 y 8 años.

• AFICIONES: Familia, amigos, lectura y cine. Disfruto de la vida.

• CIUDAD PREDILECTA: París.

• PLATO: Comida ibicenca, pero me gusta de todo y cocinarlos yo.

• DEPORTE: No soy muy deportista pero soy muy activa y me gusta estar al aire libre.

• DE PEQUEÑO QUERÍA SER: Jefa de Cafés Ibiza, he cumplido mi sueño.