La Fundación Juan March, emplazada en pleno centro de Madrid ofrece, durante la primera quincena de este febrero, una serie de conferencias centradas en algunas de las ciudades de la Antigüedad en el Mediterráneo. Prestigiosos especialistas hablaron y hablarán hasta mediados de febrero de Micenas, Siracusa, Éfeso, Tusculum, Tarraco y desde luego de Ibiza, que tuvo un gran momento de estelar en el período fenicio-púnico.

Desde su colonización en el siglo VII a.C. hasta su ocupación por los romanos nuestra Isla fue un centro productor y exportador de primer orden en el Mare Nostrum. La conferencia dedicada a Ibiza se celebró el pasado jueves, tanto la sala grande de la Fundación March, como la pequeña, estaban a rebosar, no había entradas disponibles. La misma estuvo a cargo de la profesora de Prehistoria e Historia de la cultura material del mundo clásico de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) en el centro asociado de Ibiza, la arqueóloga Ana Mezquida Orti, autora de infinidad de estudios de investigación sobre los escarabeos, la cerámica, los ritos funerarios, las terracotas y otros muchos asuntos de la Ibiza Antigua.

La exposición de la profesora Mezquida fue muy didáctica y variada, aderezada por multitud de paneles en los que se apreciaban los enterramientos por cremación en un primer período púnico que dejaría luego paso a la inhumación o ambos tipos de enterramientos a la vez. Se mostraron las urnas de ese laberinto interminable y algunas veces saqueado que es el Puig des Molins. A lo largo de la conferencia iba reforzándose la importancia de la ciudad de Ibiza, como iba creciendo, hasta convertirse en una ciudad mediterránea no comparable a Roma o Cartago pero si importante por la cantidad de habitantes y por sus miles de enterramientos. No cabe duda, de toda la Historia de Ibiza, el período fenicio-púnico fue el más especial porque la Isla consigue aquilatar una personalidad que en otros períodos ha quedado muy disuelta; de hecho, la entrada de la isla en el mundo romanos supuso un retroceso. De aquella época data la dicotomía entre Vila y el resto de la Isla que más que pueblos eran casas dispersas, siglos después finalmente aglutinadas por la iglesia de la zona.

La profesora Mezquida fue mostrando las excavaciones que se han hecho en infinidad de sitios puntuales de Vila, a causa de obras en las casas o de construcciones nuevas y cómo pese a no tener calles o una topografía arqueológicamente demostrada, sí tenemos material suficiente para conocer las distintas fases de crecimiento del perímetro urbano. En la Ibiza púnico-fenicia de un lado estaba la Illa Plana donde tal vez hubo un templo importante con sus sacerdotes. Otro templo importante fue el de Mercurio en lo alto de Vila, del que nada se ha hallado de momento. Las casas, entonces, se asentaban sobre todo en Vila, en su parte baja, le seguía una vaguada que la separaba de la necrópolis del Puig des Molins. A medida que Ibiza fue creciendo surgió un barrio o sector de alfareros (siglo V al II a.C.) que producía cantidades ingentes de cerámica ebusitana que se exportaba, entonces se importaban también piezas griegas, egipcias, escarabeos, amuletos, siendo la isla Pitiusa un centro comercial relevante.

En ese barrio de alfareros hubo, probablemente, talleres en los que se hacía esculturas votivas para consumo interno y para la exportación, porque se han encontrado muchas, la mayoría taradas, porque pudiera ser que se tratara de piezas rotas o mal acabadas y dado su carácter religioso y ritual se enterraban. En definitiva, una exposición sobre la Ibiza Antigua muy bien estructurada, con sustancia, con conocimiento directo del terreno por las numerosas excavaciones que ha dirigido Ana Mezquida en el Puig des Molins y que dejó al numeroso público una idea clara y a la vez novedosa por la cantidad de datos aportados de lo que fue Ibiza entre las ciudades del Mediterráneo prerromano.