Una gran pancarta bajo el lema ‘No Crematorio’ da la bienvenida en el colegio público Guillem de Montgrí de Sant Antoni, a pocos metros de sa Pedrera, el lugar donde el Ayuntamiento de Sant Antoni tiene previsto construir un crematorio en los próximos meses, para mostrar la oposición de los padres de los alumnos del centro a este proyecto.

En una hoja informativa colgada a la entrada del centro educativo, recuerdan que en la zona hay dos colegios de primaria y una guardería, el complejo deportivo de Can Coix, además de un parque infantil y zonas de juego a menos de los 500 metros en los que, según dicta la ley, no debería haber zona poblada.

Manuel Ruiz, padre de uno de los alumnos del centro, mostraba su oposición a la infraestructura recordando que los niños «respirarán en el patio aire tóxico». «Si no hubiera niños no importaría pero siendo así lo tendrían que construir más arriba, en la zona de Santa Agnès, en medio del campo», añadió.

Rosa, otra de las madres, recordaba que el Ayuntamiento no ha presentado ningún informe independiente al que ha realizado la empresa adjudicataria del servicio, que sostiene que el funcionamiento del crematorio no será perjudicial para la salud. «No estoy dispuesta a hipotecar la salud de mi hija», afirmó rotunda esta madre. En su opinión, el Consistorio no ha ofrecido a los ciudadanos la suficiente información acerca del proyecto. «La gran mayoría del pueblo no lo sabe. Se ha publicitado más la Flower Power que el crematorio», apuntó.

Riesgos para la salud

Los padres de los escolares sostienen que existen muchos estudios que demuestran que, «además del CO2, también se encuentran restos de dioxinas, furanos, compuestos orgánicos volátiles, naftalenos, mercurio y un largo etcétera. Todo ello en pequeñas cantidades pero declarados como cancerígenos por la Organización Mundial de la Salud y más aún en edades tempranas».

Según denuncian en la hoja informativa que hay en la puerta del colegio, el Ayuntamiento «no ha presentado informes de impacto medioambiental ni ninguna información sobre cómo puede afectar este tipo de industria tanto a largo como a corto plazo a la salud de todos los usuarios de la zona».

En este sentido, David Escandell insistió en que, pese al desconocimiento que hay sobre el funcionamiento de este tipo de instalaciones, «de la chimenea algo tiene que salir». Escandell cree que el Ayuntamiento tendría que haber elegido otra ubicación como, por ejemplo, el polígono de Montecristo. «Está claro que nadie quiere que les monten ‘beach clubs’ o instalaciones como esta a su lado pero creo que hacerlo aquí esta totalmente fuera de lugar», afirmó.

Este padre de un alumno del colegio Guillem de Montgrí no es optimista y cree que el Ayuntamiento ya ha tomado la decisión de construirlo, por lo que no será posible paralizar el proyecto: «Todo está aprobado y ya no hay marcha atrás». No obstante, reclama que, si finalmente sale adelante, el Ayuntamiento obligue a los responsables del servicio a realizar las cremaciones de los cadáveres durante la noche para evitar posibles perjuicios a los niños en la zona de Can Coix.

«El Ayuntamiento dice que el cramatorio será seguro pero a mí me da un poco de yuyu», señala Ivana, otra de las madres afectadas que no se fía de la seguridad de las instalaciones. Una opinión que comparte con Salvadora: «Supongo que los humos estarán controlados pero con todos los colegios y guarderías que hay por aquí no creo que este sea el sitio. Hay mucho bosque para hacerlo».

Los afectados por la construcción del futuro crematorio consideran además que «el derecho a la salud está por encima del beneficio de una empresa privada», por lo que reclaman al Ayuntamiento que «no se juegue con la salud de los más pequeños, ni con la de los usuarios de las instalaciones deportivas ni vecinos». Además, creen que es posible paralizar el proyecto al igual que se ha conseguido en otros lugares donde se pretendía construir un crematorio «al demostrarse que no son seguros para la salud».