Fernando Fernández considera que los trabajadores que llegan cada año para hacer temporada en Ibiza, lo seguirán haciendo por el atractivo con el que cuenta la isla. Además, explica que la mejora en el convenio de hostelería y el estudio que se va a llevar a cabo para determinar la carga de trabajo de los diferentes departamentos, motivará a los trabajadores a seguir apostando por Ibiza. Aún así, dice que hay que aplicar bien la Ley Turística para que sea efectiva, además de apostar por poner «cotos» al terreno y a los vehículos. También habla de la siniestralidad laboral ante la cual asegura que, en el caso de Balears, no se está usando la ley de prevención de forma adecuada.

—El alquiler turístico es un problema latente en Ibiza y, algunas partes, muestran su descontento con la reforma de la Ley Turística. En este sentido, ¿qué opina de las plataformas como Airbnb y cuál cree que es la solución para atajar esta dificultad que sufre la isla?
—Todas estas empresas que se dedican al alquiler turístico se están escudando en vender algo que no es real. Dicen que ayudan al pueblo, a los propietarios... para que, a parte de su trabajo, ganen un dinero extra, pero eso no es verdad. Están haciendo un negocio gracias a los alojamientos ibicencos y ellos son los que se llevan gran parte del beneficio, no el propietario. Se han detectado casos de propietarios que han visto sus apartamentos en alquiler en internet que ya habían alquilado anteriormente. Ahí está el negocio. En cuanto a la Ley Turística, si los ayuntamientos y el Consell la aplican bien, va a ser buena porque se van a poner cotos. Aún así, la dotación de inspectores para controlar el problema es escasa, lo primero porque es muy difícil llegar al lugar si no hay una denuncia previa.

—¿Hasta qué punto es necesario poner esos cotos que menciona?
—Las zonas residenciales son zonas residenciales. Los ciudadanos de Ibiza tienen derecho a trabajar y a descansar, así que tienen que estar bien delimitadas. No pueden ser zonas de ocio porque, entonces, nos están haciendo un flaco favor. Sabemos que hay casas que se construyen para alquilar y no estamos en contra de eso, pero pedimos que se diferencie lo residencial de lo turístico.

—Por otro lado, siguen saliendo a la luz varios casos de casas ocupadas. Los usuarios se quejan de que la ley permita a estos okupas campar a sus anchas. ¿Tenemos un problema en la isla respecto a este tema?
—Contra la ley ‘difícilmente’ se puede pelear. Si hay una persona a la que le han ocupado su casa, lo triste es que esa persona tenga más derechos que el propietario. Yo puedo tener mi vivienda vacía durante un tiempo, por diferentes circunstancias, y disfrutar de ella o alquilarla cuando quiera. Creo que habría que cambiar la ley.

—Viviendas ocupadas y los alquileres por las nubes. Este año que la Semana Santa se adelanta, ¿cree que estas dificultades supondrán un problema para los trabajadores que quieran venir a hacer temporada?
—Ibiza es un atractivo para todos: trabajadores, turistas y residentes. Lo que sabemos es que la gente quiere venir a trabajar aquí y van a venir igualmente. Además, este año contamos con la mejora del convenio de hostelería que, a partir del 1 de abril, incrementa en un 5% el salario de los trabajadores. No es mucho, pero tampoco es poco y en los próximos cuatro años va a subir un 17%; algo que va a llamar a los trabajadores. Por lo tanto, si les damos un buen salario, vendrán.

—Se sube el salario, pero ¿se van a mejorar las condiciones en las contrataciones?
—Desde UGT siempre hemos denunciado la explotación laboral y los trabajadores tenemos que ser conscientes, desde el primer momento, que existe un convenio de trabajo que regula las condiciones laborales y las cargas de trabajo. El trabajo está, el salario está, las condiciones están, pero los trabajadores pueden elegir la oferta que aceptan. Hay casos en los que se les ofrece un sueldo de 1.500 euros por nueve horas al día con un día de descanso. La realidad es que un camarero está en torno a los 1.300 euros a los que se suma un plus de 100 euros por desplazamiento más 250 euros de las pagas extraordinarias; todo por trabajar 40 horas semanales con dos días libres. ¿Merece la pena trabajar nueve horas diarias con un día de descanso por 1.500 euros? Es aquí donde los trabajadores tenemos que empezar a conciliar nuestra vida laboral y familiar. Tenemos que concienciarnos porque, además, el convenio de hostelería va a ser un convenio pionero de aquí a tres años y el trabajador cobrará en torno a los 1.600 o 1.700 euros.

—El problema es que muchos empresarios no siempre ofrecen ese tipo de contrato al trabajador.
—Ellos dicen que en julio y en agosto hay más trabajo, pero el ritmo de trabajo, que no es progresivo, es el mismo desde el 1 de mayo hasta el 31 de octubre. Con esto quiero decir que si necesitan a 50 trabajadores, en mayo contratan a 30 y ya en julio aumentan la plantilla, pero la carga del trabajador que lleva desde el inicio de temporada es la misma. Aquí es donde se refleja otra parte del convenio, una era la de los salarios y la otra es la de las empresas de trabajo temporal que no pueden subcontratar más de un número determinado de trabajadores y, además, se ha creado una comisión tripartita para hacer una evaluación de las cargas de trabajo.

—¿En qué consiste exactamente esa comisión?
—Van a hacer un estudio pormenorizado, que este año aún no estará listo porque no hay suficiente tiempo, de las cargas de trabajo para poder determinar el número de trabajadores necesarios en cada departamento. Los primeros resultados saldrán a final de temporada.

—En esta línea, ¿la carga de trabajo está ligada a la siniestralidad laboral?
—Desde luego. Si, por ejemplo, trabajas nueve horas al día y solo tienes un día de descanso, los ritmos de trabajo son muy altos y de ahí luego viene la siniestralidad laboral.

—Y en siniestralidad estamos en lo más alto.
—Es triste que Balears esté en el número uno del ranking nacional de siniestralidad laboral, pero es que Ibiza está la primera de la comunidad autónoma. Es cierto que han bajado los accidentes graves, pero han subido los leves cuando el contador debería estar a cero. No podemos ni debemos contentarnos con esos datos. Si se pusieran todos los medios y se usara la ley de prevención como se tiene que usar, seguramente, gran parte de este número de accidentes se evitaría.

—Entonces, por lo que dice Ibiza lo está haciendo muy mal.
—Sí. Según hemos podido saber, aunque pensábamos que ya se estaba haciendo, va a venir un refuerzo de inspectores para hacer una evaluación de riesgos en las distintas empresas de construcción. Parece que hasta que no nos pegan el hachazo, como pasó el martes con el fallecimiento de un trabajador, no nos movemos. Esto tendría que ser el día a día porque no vale con poner un parche a una rueda que se ha pinchado. Lo que hay que procurar es que esa rueda no se pinche. Esto es igual que lo que ha pasado con los inspectores de trabajo, las dos campañas que han hecho a nivel de inspección laboral, donde se han regularizado 5.000 trabajadores fijos discontinuos. El año que viene la empresa tiene la obligación de llamarles. En cambio, si no hubiera existido esa inspección, los trabajadores estarían todavía con contratos en precario, a tiempo parcial, trabajando 10 horas con contratos de media jornada o con contratos eventuales. Por lo tanto, bienvenidas sean las inspecciones y esperamos que con este plan de choque extraordinario, que se suma a las campañas que ya están puestas en marcha, se pueda mejorar la situación.

—Decíamos antes que este año la Semana Santa se ha adelantado unas semanas. ¿Piensa que los empresarios iniciarán en estas fechas su particular temporada o es demasiado pronto?
—La temporada se ha abierto en febrero por el tema del coche que se está promocionando en Ibiza, pero que la Semana Santa se vea como apertura de temporada no lo veo. El otro día escuchaba al presidente de la Federación Hotelera que decía que van a ser pocos los empresarios y hoteleros que abran porque es demasiado pronto. De momento, no tenemos datos de los que van a abrir sus negocios, salvo los que están abiertos por la campaña esta que he dicho y los hoteles que están trabajando con el Imserso desde el pasado mes. Seguramente habrá algún valiente que al abrir en Semana Santa mantenga abierto su negocio para enlazar con la temporada turística. El año pasado, las festividades fueron más tarde, a mediados de abril, y sí que fue el pistoletazo de salida de la temporada de 2017. Tenemos que entender que las fechas marcan mucho.

—Sin datos claros aún, ¿habéis hecho vuestras propias previsiones?
—Por lo que sé, a través del director provincial de Turismo, las diferentes ferias de Madrid, Londres, etc, confirman que hay perspectivas de que va a bajar el turismo inglés, pero se recuperan otros mercados. Los datos que nos trasladan es que va a ser una temporada, si no mejor que la del año pasado, similar. Eso sí, en caso de ser como la del año pasado, chapeau. Aún así, tenemos que pensar en poner coto al terreno. En Formentera, además, ya están poniendo límites a los vehículos y nosotros tendremos que empezar a movernos en ese sentido.

—Por lo que dice, hay que acotar muchas cosas en Ibiza. ¿Se nos ha ido de las manos la explotación que estamos haciendo de la isla para asegurarnos, cada vez más, una mayor rentabilidad?
—Ibiza tiene su capacidad y su encanto. La gente viene, está claro, pero están aflorando como rosquillas los hoteles de cinco estrellas. Ibiza tiene que ser una isla en la que quepamos todos y tenemos que saber que ahí entramos todos: el turismo de alto poder adquisitivo, el turismo familiar que ha sobrevivido siempre y que tiene continuidad y otro turismo de ‘juerga’. Lo ideal sería conseguir que convivan los tres, pero sin molestarnos los unos a los otros.

—¿Lo ve factible?
—Esto es una ola y yo creo que aún estamos creciendo, pero no lo podemos hacer más. No podemos hacer ahora todo hoteles de cinco estrellas y lamentarnos en un futuro cuando ese tipo de turismo ya no quiera visitarnos. Tiene que haber un equilibro y creo que se puede conseguir. Si lo hacemos, Ibiza seguirá siendo un destino elegido. Además, estoy seguro de que si ponemos límites, los que no puedan venir este año lo harán el siguiente. Cuando tú le pones el coto a algo está demostrado que llama más la atención.