Una comisión judicial se desplazó el jueves hasta el cementerio nuevo de Ibiza para exhumar los restos mortales de los progenitores de Ángela Planells, la mujer de 69 años cuyo cadáver fue hallado momificado el pasado 23 de noviembre de 2017 en una planta baja de su propiedad en Sant Antoni.

Según confirmaron fuentes de la investigación, la comisión judicial desplazada hasta el cementerio recogió los fémures que servirán para llevar a cabo nuevas pruebas y cotejar los datos de ADN.

El caso Ángela Planells continúa abierto y el hallazgo del cuerpo momificado sería la punta del iceberg de un suceso que, según las investigaciones, esconde un fraude en la transferencia de numerosas propiedades de la víctima en la isla.

Así, tal y como avanzó Periódico de Ibiza y Formentera el pasado 23 de enero, la Policía Judicial de la Guardia Civil mantiene abierta una investigación ya que las diferentes pesquisas desarrolladas apuntan a que los restos de Ángela Planells fueron descubiertos al menos un día antes a la denuncia oficial ante la Guardia Civil.

Este hecho sería el punto de partida de una investigación que apunta a un movimiento fraudulento de varias de las propiedades que la difunta tenía en Vila y en Sant Antoni.

El hallazgo del cadáver

Según las primeras investigaciones, el familiar habría utilizado fraudulentamente unos poderes para modificar la herencia, cambios que afectarían a varias propiedades, locales y viviendas en diferentes puntos de la isla. Los cambios y transferencias se habrían hecho de forma fraudulenta ya que se habrían rubricado conociendo la muerte no denunciada de Ángela.

El paradero de Ángela Planells era un misterio desde hacía tres años y con el hallazgo del cuerpo todo hacía presagiar que el enigma quedaba resuelto. Años atrás, algún familiar, amigo o vecino la echó en falta, pero nunca hubo una denuncia oficial por su desaparición.

Pero el caso dio un giro inesperado cuando todo apuntaba a que el macabro hallazgo de un esqueleto en un local propiedad de la familia cerraba el círculo. El hallazgo se producía, presuntamente, a media mañana del 23 de noviembre, cuando un primo de Ángela, acompañado por un cerrajero y de un abogado, alzaban la persiana de la planta baja ubicada en el número 35 de la calle Soledad de Sant Antoni. Acto seguido abrían la puerta interior, que estaba cerrada y con la llave puesta por su interior. Poco después de cruzar el umbral se daban de bruces con los restos mortales.

«Nos han dicho que han encontrado el cadáver de Ángela», señalaba Pepita, una vecina que recordó que la planta baja llevaba mucho tiempo cerrada y que años atrás había acogido una centro de culto. «Ese local era del padre, que era militar y tenía varias propiedades en la calle. Ángela vivía en Vila, donde también tenían diversas propiedades». Ahora, toda apunta a que esas propiedades podrían ser el detonante de un fraude millonario.

Años sin noticias ni denuncia

El hallazgo del cadáver de Ángela hizo luz a una ausencia que en su día no fue denunciada ante la policía, ya que la víctima apenas tenía contacto con la familia directa que le quedaba tras la muerte de su padre y hermano.

Los que la conocían recordaban que la mujer se trasladaba desde Vila a Sant Antoni casi todos los días. Algunos vecinos la recuerdan como una mujer agradable y que en los últimos años se había quedado sola con la compañía de su madrastra.

Después vino el olvido hasta que el familiar la localizó en una propiedad de la familia en Sant Antoni.
«Algunas veces iba con un chico, pero casi siempre iba sola con una cesta o bolsa. Entraba en el bar y saludaba a todo el mundo. Era una mujer agradable, pero de la noche al día ya no supimos nada más de ella. Nos preguntábamos qué rumbo habría cogido», recordó una vecina de la calle Soledad, nombre de la vía que bien podría valer como epitafio de esta vecina de Sant Antoni.