Las imágenes del Cristo Resucitado y de la Virgen de la Esperanza al encontrarse en el paseo de Vara de Rey. | DANIEL ESPINOSA

El nerviosismo entre los miembros de la Cofradía del Jesús Cautivo era evidente antes de que empezara la misa del Domingo de Pascua en Santa Cruz. Y no era para menos porque ayer se estrenaba la nueva talla adquirida por la cofradía más joven de la isla, el Cristo Resucitado, que fue bendecido antes de la liturgia por el canónigo y sacerdote de la parroquia, Enrique Torres.

Una vez terminada la ceremonia, con lleno hasta la bandera, dieciocho costaleros y costaleras se introdujeron bajo el paso y lo giraron lentamente 180º para empezar la procesión del Santo Encuentro. Fuera, en la calle Aragón, se hizo el silencio cuando el Cristo Resucitado avanzaba lentamente bajo el umbral de la cancela del templo de la Santa Cruz, un momento crítico en el que los costaleros deben avanzar prácticamente agachados.

Un silencio que se convirtió en vítores y aplausos al ritmo de la agrupación musical de la cofradía una vez sobrepasado el primer obstáculo.

Presidiendo la procesión estuvieron la vicepresidenta segunda del Consell d’Eivissa, Marta Díaz, con su medalla de cofrade al cuello, y el concejal del PP de Vila Álex Minchiotti, que iban precedidos por los estandartes de las cofradías del San Cristo del Cementerio, Nuestra Señora de los Dolores y del Jesús Cautivo.

Cientos de personas acompañaron al Cristo Resucitado en su procesión hasta un paseo de Vara de Rey abarrotado de turistas y residentes disfrutando en las terrazas de los bares y restaurantes de un caluroso domingo primaveral.

No obstante, la que primero llegó al punto de encuentro fue la Virgen de la Esperanza, que había salido de la iglesia de Sant Elm precedida también por los estandartes de las cofradías de la Piedad y del Cristo de la Agonía.

Un velo juguetón

El encuentro entre la Virgen y Cristo Resucitado junto a la estatua de Vara de Rey supuso el momento más emotivo de la procesión. El paso de la Virgen de la Esperanza, que todavía lucía el velo negro en señal de luto por la muerte de su hijo, se inclinó de forma espectacular ante el paso de Cristo Resucitado. En este momento, un cofrade tiró del velo pero éste se enganchó en la corona dorada de la Virgen. Tras breves instantes de nerviosismo, una de las costaleras fue aupada encima del paso y desató el velo ante el júbilo de los centenares de fieles que observaban la escena.

Durante varios minutos, los costaleros hicieron ‘bailar’ al Cristo Resucitado y a la Virgen de la Esperanza, que despertaron los aplausos del público y provocaron que a más de uno se le saltaran las lágrimas de emoción ante uno de los momentos más conmovedores de la Semana Santa.