La liturgia del Santo Encuentro de la Villa del Rio estuvo favorecida por un día despejado y radiante. | MARCELO SASTRE

El repique de campanas del Domingo de Resurreción, hacia las 10.30 horas, dio paso a la procesión del Santo Encuentro de Santa Eulària entre un público deseoso de contemplar reunidas las imágenes de Cristo Resucitado y de Nuestra Señora de la Esperanza.

La encrucijada tuvo lugar en la Plaza España ante la curiosidad y devoción, a partes iguales, de habitantes y turistas. Miembros de la Banda de Cornetas y Tambores Colla des Riu marcaron el paso a la Virgen, que partía desde la calle Sant Vicent hacia el punto de encuentro y epicentro de la liturgia de ayer. Tras la imagen de luto, de negro y ataviadas con peineta y mantilla blanca, seguían al paso las Manolas con rosas púrpura en la manos. Algunas de las feligresas asían otras tantas rosas para ellas y ovacionaban a la Madre de Dios a la exclamación de «guapa», tras serle retirado el velo.

De forma paralela y avanzando por la arteria principal de la población, la calle Sant Jaume, el Cristo Resucitado hacía su aparición al ritmo de la Agrupación Musical de Santa Eulària y en la confluencia entre ambas calles tenía lugar el esperado Santo Encuentro. Los aplausos y vítores de los asistentes rompían el silencio, ante las reverencias y movimientos de las dos imágenes representativas de la fe cristiana.

A su paso por delante del Consistorio se unieron las autoridades del municipio a la cola de procesión, entre los que estaban el elcalde, Vicent Marí, o el actual presidente de la Junta Local del PP y diputado autonómico, Miquel Jerez. Era entonces cuando los de la Colla des Riu dejaron la marcha, lo que permitió mantener una distancia cercana entre el Cristo Resucitado y la Esperanza hasta su llegada al Puig de Missa.

A paso ligero, los 16 costaleros ascendían por la calle del Sol y por el Camí de Missa hasta la avenida Pere Guasch, encabezados por la agrupación musical. La emoción de algunos asistentes daba paso al llanto desconsolado a lo largo de la cuesta hasta la iglesia, que el pasado febrero celebró sus 450 años de historia.

A media mañana, el sol apretó con más fuerza y los costaleros de la Hermandad de Nuestra Señora de la Esperanza recibieron agua y refrescos de cola para recobrar fuerzas durante la ascensión. «Hoy no hay relevos y el calor empieza a notarse», explicó una de las acompañantes. A su llegada al templo y bajo un cielo azul y despejado esperaban más asistentes. Fue entonces cuando al mediodía la procesión accedía por el pórtico del Puig de Missa y tenía lugar la misa del Domingo de Resurrección, como marca el protocolo.

Con la parroquia llena, el vicario general y sacerdote del Puig de Missa, Vicent Ribas, ofreció la liturgia no sin antes agradecer la labor de los costaleros, que de forma estoica portaron la imagen, de 100 quilos de peso, del Cristo Resucitado y de 60 quilos de la Virgen de la Esperanza, siguiendo los pasos de su hijo renacido a través de la Vila des Riu.