El núcleo zoológico ubicado en la finca Can Toni d’en Jaume Negre, dedicado a la recuperación de la tortuga mediterránea, despierta de su hibernación con la aparición de la cincuentena de ejemplares que lo habitan. Después de despegar en 2015, el proyecto de reintroducción de esta tortuga, a punto de desaparecer, parece estar dando sus frutos con la adaptación de la especie al entorno y para mayo se espera una nueva puesta de huevos que eclosionarán entre septiembre y octubre de este año.

La recuperación de fauna silvestre en las Pitiusas, coordinada por el Grup d’Estudis de la Naturalesa (GEN) y la Conselleria de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca, a través del COFIB, se lleva a cabo gracias a la labor de los agentes de medio ambiente y el apoyo técnico de clínicas veterinarias pitiusas y del CREM. La labor educativa es imprescindible para lograr el ambicioso proyecto a largo plazo de reintroducir a la tortuga en un entorno en libertad y para eso el GEN realiza programas educativos que involucran a la sociedad.

Programa educativo

Agnés Vidal es una de las educadoras ambientales dedicadas a tal labor. «El objetivo también es acercar al alumnado a la naturaleza. Los ibicencos viven rodeados de ella pero no salen al campo, los niños siempre están con la consola», bromea de forma irónica la educadora del GEN mientras explica al Periódico de Ibiza y Formentera las diferentes actividades del programa que desarrollan para Educación Infantil, Primaria y Secundaria. «Con los más pequeños tenemos un espacio en el que simulamos la vida bajo tierra para mostrarles cómo son las madrigueras de los conejos o cómo ponen los huevos las tortugas. También disponemos de un ‘aula nocturna’, en la caseta de piedra de la finca, en la que se recrea, a oscuras, la vida del bosque por la noche. Para Primaria, realizamos la actividad ‘sabors del camp’ y con los alumnos de Secundaria elaboramos gincanas en la finca».

Can Toni d’en Jaume Negre es una parcela en custodia que llevaba «décadas abandonada y hace justo seis años y medio los propietarios se pusieron en contacto con el GEN para firmar un pacto de custodia del territorio en el que nos cedieron la finca para unos 25 años», aclara Agnés que explica cómo han habilitado la superficie para poder desarrollar sus propuestas medioambientales. «Sobre el terreno, se desemboscó la finca y construimos dos estanques, safarejos. Hay una casa de 1890 que se mantiene como en los orígenes y se plantaron árboles nuevos como el banco de higueras, de las que hemos podido recuperar hasta 20 variedades de Ibiza y Formentera y si alguna persona tiene interés en recuperar alguna variedad puede contactar con nosotros».

Especie protegida

«Igual que estamos acostumbrados a ver lagartijas por todos lados antes era habitual ver tortugas», lamenta Agnés que explica cómo han ido desapareciendo en 50 años casi hasta la extinción. Los motivos son varios, cogerlas como animales de compañía, algo «penalizado», la pérdida de masa forestal, bien a causa de incendios o de la construcción y la contaminación». A este hecho se le suma una lista de depredadores que van del perro a la rata y, desde que llegó a la isla a través de los olivos, a la serpiente. «En algunas ocasiones nos han llegado tortugas con las patas delanteras magulladas por tratar de defenderse del el ataque de algún depredador. A las seis crías nacidas el año pasado se las retiró de la finca para protegerlas». La tortuga mediterránea, introducida por fenicios, vivía adaptada al ecosistema pitiuso. Este proyecto a largo plazo pretende devolverlas a su hábitat.

LA NOTA

Características de la tortuga terrestre ‘testudo hermanni hermanni’

Las tortugas mediterráneas hibernan con el frío, enterrándose. Pueden vivir unos 120 años, aunque la esperanza de vida para estas es como la nuestra, de unos 80 años. No miden más de 20 centímetro y su principal diferencia en apariencia con las tortugas de agua dulce, la tortuga mora y las acuáticas está en el cascarón. Además, a diferencia de las tortugas marinas, esta especie pone una media de dos a cuatro huevos, un par de veces al año y tardan tres meses en gestarse. Las hembras hacen agujeros en la tierra con la uñas y entierran su nidada. Depende de a qué temperatura se incuban salen hembras o machos. Si incuban entre 27 y 29 grados centígrados son machos y entre 29ºC y 31ºC, hembras. La diferencia entre ambos sexos es que las hembras son más grandes, tienen la cola más pequeña y el caparazón más redondeado para que el macho pueda copularla. En el caso de los machos, tienen menos volumen y la cola más larga. Su dieta es variada, «en el recinto les damos un pienso suministrado por el veterinario, Juan Pereyra, que se ocupa de controlar el peso a través de un chip que llevan incorporado en el cuello», explica Agnés que añade que se acostumbran a quien las coge. Las tortugas no ven muy bien pero tienen el sentido del olfato muy desarrollado. «Les encanta la flor de estepa blanca y la hoja de higuera de Pic», una de las 20 variedades introducida por el GEN en la finca Can Toni d’en Jaume Negre de Sant Joan.