El juicio se celebró el pasado 7 de marzo en los juzgados de Ibiza.

Seis meses de prisión e indemnizar con 1.500 euros a la víctima por daño moral. Es la condena impuesta por la titular del juzgado de lo Penal número 1 de Ibiza, Clara Ramírez de Arellano, a un trabajador del servicio municipal de jardinería de Vila juzgado el pasado 7 de marzo como autor de un delito de «trato degradante».

Los hechos juzgados se remontan a un periodo de tiempo comprendido entre los años 2013 y 2014, cuando el ahora condenado desempeñaba las funciones de oficial de segunda en el departamento de jardinería del Ayuntamiento de Ibiza.

En el apartado de hechos probados, la sentencia refleja que el acusado, «en posición de jerarquía superior hacia el denunciante, se refería habitualmente con el término ‘perro’, ‘inútil’, ‘peón de mierda’, silbándole como fuese un can y empleando la expresión ‘tuba, tuba’, como si de un perro se tratase, determinando en la víctima una situación de malestar general, insomnio y ansiedad, con su repercusión familiar y un gran desasosiego».

En los fundamentos de derecho, la sentencia indica que «los hechos declarados probados son constitutivos de un delito de trato degradante previsto y penado en el artículo 173.1 del Código Penal. En su declaración, el acusado señaló que la relación con el denunciante era «normal y cercana», y argumentó que entre los compañeros se llamaban «tuba, tuba, en broma. Sin embargo, tales declaraciones han quedado desvirtuadas por la prueba practicada en el acto de juicio oral», añade la sentencia, según se desprende de las manifestaciones aportadas por la víctima y los compañeros que declararon en el juicio.

«¡Ponte a trabajar, perro!»

«Ponte a trabajar, perro». «Eres un inútil y un chivato» o «me la suda que tengas testigos, te llamaré ‘perro’ cuantas veces me de la gana». Son algunos de los improperios y amenazas proferidas por el acusado, episodios que fueron recordados por los testigos que participaron en el juicio.

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«Yo era su cabeza de turco», manifestó la víctima ante el tribunal tras relatar la serie de «desprecios» que sufría a diario por parte del acusado.

Añadió que a los insultos y al hecho de mofarse de él gritándole «tuba, tuba»  (expresión utilizada para llamar la atención de los perros) se sumaba los retrasos en la concesión de las vacaciones o la negativa a entregarle las llaves del almacén donde guardaban el material de trabajo. «Cuando la técnica municipal decidió separarnos en el servicio, él se negó a darme las llaves», apuntó la víctima, quien recordó que posteriormente se le acercó con tono amenazante y le dijo: «después hablaremos».

La sentencia también indica que los testigos de la defensa «no desmienten a los testigos de la acusación, simplemente manifiestan que no han escuchado al acusado decir «perro» o silbar al denunciante como si fuera un perro.

Expediente del Ayuntamiento

Durante el juicio declaró un coordinador del servicio de jardinería que indicó que le constaba que el Ayuntamiento de Ibiza le había abierto un expediente al acusado por estos hechos.

Acusado y víctima «fueron separados» -uno se quedó trabajando en la zona de ses Figueretes y otro fue destinado a Cas Serres-«pero la situación se complicó y se volvió más tensa», señaló este testigo, que añadió que la víctima «se hizo más retraído y se tuvo que medicar».

El Ministerio Fiscal solicitaba inicialmente 18 meses de cárcel y 2.000 euros de indemnización.