El demoledor informe del SOIB que desgrana las presuntas irregularidades cometidas por Alfonso Molina al frente de sus empresas a la hora de ofrecer cursos a desempleados le ha costado al puesto al primer teniente de alcalde, aunque para muchos él era el que de verdad movía los hilos en Can Botino. A pesar de las evidencias, el equipo de gobierno formado por PSOE y Guanyem Eivissa cerraron filas en torno a Molina destacando su valía y su trabajo al frente de la concejalía de, ni más ni menos, Hisenda en estos casi tres años de legislatura. Es decir, que en la segunda ciudad más importante del archipiélago balear teníamos al zorro cuidando a las gallinas. Y los que hace apenas quince días vitoreaban en las redes sociales la gran labor periodística del eldiario.es al destapar el ficticio máster de Cristina Cifuentes ahora achacaban la información publicada por este rotativo a una campaña mediática contra Molina. Ver para creer.

Además del escándalo de Molina, esta semana también hemos asistido al precinto interruptus del chalé patera de Sant Antoni. Su propietario, Agustín Sales, impidió que la comitiva formada por policías locales, guardias civiles y una funcionaria del Ayuntamiento precintaran su inmueble al haber presentado un recurso la semana pasada contra la resolución municipal y al no presentar los agentes ninguna resolución judicial. Sales ha llegado a albergar más de un centenar de personas en esta vivienda sobre la que pesa una orden de derribo de las obras ilegales que se han llevado a cabo en ella.

Por otra parte, la Alianza Mar Blava ha alertado del interés de las petroleras en las últimas prospecciones aprobadas por el Gobierno en el Mediterráneo. Un hecho que ha provocado que vuelvan a sonar las alarmas entre el movimiento antipetrolífero.