Extensión de campo donde los usuarios trabajan. | Sara Aguado

Gustavo Gómez es teólogo y coordinador de Cáritas Diocesana en Ibiza y Formentera, donde lleva 20 años. Dedica su jornada completa a diseñar unos programas que «surgen de nuestra lectura de la realidad social». Uno de ellos es el desarrollado en la casa payesa cedida, hace seis años, por el Obispado de Ibiza. Se trata de Can Pep Xico.

Reinserción laboral

En la actualidad, la finca agrícola ubicada en la Carretera a Sant Antoni acoge con un programa de reinserción sociolaboral que atiende a nueve usuarios, de un total de 20, derivados de servicios sociales de los diferentes ayuntamientos. El resto de usuarios cumple con el programa A Tot Drap, el taller de reciclaje textil ubicado en Sant Rafel.

Los casos tratados son de «personas que llegan bastante maltratadas a nivel laboral», explica el coordinador, «por tanto, la formación es la actividad básica previa al empleo porque hay que volver a activar unas competencias y unas habilidades sociales». Para llevarlo a cabo, reciben una beca social de 350 euros mensuales para sus gastos básicos y mientras tanto poder dedicarse al programa aquí e ir desarrollando sus competencias al mismo tiempo, que realizan un programa de orientación laboral».

Paco Cabrera es el coordinador de la finca Can Pep Xico cuyo objetivo es «dotar a los usuarios de las habilidades necesarias para la reinserción laboral a través de la formación agropecuaria». El centro dispone de tierras de cultivo para frutas, verduras y hortalizas de temporada y de un gallinero. Las verduras «ecológicas» y huevos de gallinas «felices» están a la venta, en parte, para costear la ayuda de 350 euros destinada a los usuarios, «aunque no cubre ni la beca», según Cabrera.

Uno de los casos que encontramos en la finca es el de Andreu, un barcelonés de 29 años que llegó hace un tiempo a Ibiza y se vio viviendo en la calle. Andreu explica al Periódico de Ibiza y Formentera cómo después de dos meses en el programa de reinserción ha encontrado un empleo como cocinero, mientras monta una línea de riego para plantar melones. Sobre convenios con empresas, en Cáritas se llevan a cabo «de forma puntual, aunque «lo intentamos potenciar», señala Gómez, que responde a si Ibiza es solidaria, «yo creo que sí, pero para hacer una crítica constructiva hay que exigir al sector empresarial que se revierta esta situación, porque no puede ser que a final de temporada salgan los números diciendo que ha sido una temporada alucinante y después vengan trabajadores a pedir comida».

El papel de Cáritas

Para Gustavo Gómez, este es el «trabajo de mi vida», aunque asegura que el día a día es complicado, «con un millón de euros de presupuesto al año para la isla hay que gestionar a mucha gente y muchos programas».

Según su informe anual, que se presentará a principios de junio, Cáritas atendió en Ibiza a 1.500 personas en 2017. «A la mayoría de gente sin hogar las conocemos, gente con adicciones u otras que sabemos que lamentablemente no van a salir. Pero nuestro lema es atender ‘a los últimos de los últimos’», señala Gómez, que puntualiza, «es lo que dice el Evangelio, dar la caña y enseñar a pescar». Con esto, Gómez quiere enterrar ese «tópico de que, como en Cáritas les damos comida y ropa, pues ¿para qué van a buscar trabajo? Eso puede pasar con un 5% de beneficiarios, pero desde luego, no es la dinámica. La gente lo que quiere es encontrar un trabajo y estaríamos encantados de tener que cerrar, pero no es así».

Sobre su mayor satisfacción Gómez aclara ser, «ver como una persona tira para adelante» y lanza un humilde consejo para sensibilizar a la sociedad pitiusa, «basta con hablar con los sin techo, ese gesto para ellos es un mundo porque viven siendo invisibles».