Rosario Sánchez, nueva delegada del Gobierno en Balears.

Fui amablemente invitado el miércoles en Palma al acto de toma de posesión del cargo de la nueva delegada del Gobierno en Baleares, Rosario Sánchez Grau. Ningún ministro o ministra de España se tomó la molestia de acudir, como era habitual en estos casos. Deben estar muy ocupados en sus cosas y a fin de cuentas, un acto así tampoco es tan importante. Por un instante me pareció que era un acto del PSOE, porque allí había básicamente socialistas. Los consellers de Més en el Govern pasaron olímpicamente de sus socios de gobierno y con una mala educación notable, despreciaron asistir al acto que presidió, a falta de alguien mejor, la presidenta del Govern Francina Armengol. Y es que por más que se esfuercen en lanzar un mensaje unitario, cada cual ya procura ir a su aire, que ya va faltando poco para las elecciones.

Ni mentarnos.

Quédense tranquilos los habitantes de las Pitiusas, que la delegada del Gobierno en su discurso ni siquiera citó el nombre de Ibiza y Formentera. Tampoco el de Menorca ni Mallorca, no se crean. Será que no contaba que allí hubiera nadie de fuera de Mallorca. O será que igual no sabe que existimos, aunque estaba allí Pilar Costa, que hasta ahora ha sido su jefa en la Conselleria de Presidència. Sea como sea, no nos mencionó. Aunque eso lejos de ser una mala noticia o una omisión, es algo realmente positivo, créanme. Es mucho mejor así. Que nadie confíe en que ninguno de los grandes problemas que padecemos en las Pitiusas vaya a ser solucionado, paliado siquiera, por la intervención de nadie de fuera. Que nadie lo sueñe. Cada cual que se apañe como pueda.

Pobres moscas.

Hemos de agradecer, no obstante, la performance de la consellera de Salut del Govern balear, Patricia Gómez, este viernes pasado durante su visita al hospital de Can Mosques. Habitualmente las visitas de los consellers del Ejecutivo autonómico a las Pitiusas suelen servir de poco o de nada, para qué vamos a engañarnos. Pero suelen esforzarse en disimularlo. En esta ocasión ni siquiera. Por tanto, hay que agradecer tanta sinceridad porque ayuda a la sociedad pitiusa a tomar conciencia de lo indefensos que estamos ante las vicisitudes del destino, las invasiones de moscas o las caducidades de las certificaciones hospitalarias. Si el problema no es de Mallorca, sencillamente no existe. Y si las moscas no están en Son Llàtzer, Manacor, Inca o Son Espases, pues ya va bien. Que estén en Ibiza y de vez en cuando en Formentera, que en algún lado tienen que estar los pobres dípteros.

Todo sigue igual.

18 días llevamos ya sin operaciones quirúrgicas programadas en Ibiza. Si las listas de espera ya eran considerables, imagínense lo que habrá cuando se recobre la normalidad. Incluso haciendo peonadas, la cosa no mejorará en breve. Empeora así una situación ya mala. Pero esto no es excepcional en las Pitiusas. Fíjense en el chalé patera de Sant Antoni, en el alquiler turístico ilegal (llegan más viajeros al aeropuerto y hay menos pernoctaciones hoteleras, a ver cómo se explica), en la saturación de tráfico en la carretera de Santa Eulària y en Vila, donde aparcar ya es toda una aventura). Solucionar los problemas cotidianos cuesta un mundo. Si surgen complicaciones las asumimos como cuando llueve barro, resignación. Solo así se explica que con lo que sucede en Can Misses no haya una avalancha de quejas y reclamaciones, nunca más justificadas. Y así nos va todo. Feliz domingo y feliz día de Sant Joan. Molts d’anys i bons a tots els joaners!