Los clientes del bar ‘Sa Plaça’ disfrutaban ayer de sus consumiciones como cualquier día normal. | DANIEL ESPINOSA

Alejandro Ribas levantará el sábado por última vez la puerta metálica del Bar Sa Plaça para atender a sus clientes. La parroquia de toda la vida verá como se cierra un negocio que llevaba 40 años funcionando.

Este bar es el único lote que cambia de manos tras el concurso abierto simplificado de concesión de dominio público de explotación y uso de las paradas del Mercat Nou.

Vicent Ribas, padre del actual propietario, inició este negocio después de traspasar el bar Ses Botes con el que empezó. Se muestra molesto por cómo se han llevado las cosas adelante y que no se haya garantizado que los concesionarios que ya estaban ejerciendo actividad en el mercado pudieran seguir.

Recuerda que fue el primero en abrir su puesto cuando se inauguró el Mercat Nou, y que fue uno de los que se puso como aval para habilitar las plazas de aparcamiento que hay en el edificio.

Legal pero injusto

La subasta pública a sobre cerrado supuso que un empresario hiciera una oferta superior a la que hizo su hijo, Alejandro, que es quien actualmente explota esta concesión. El canon previsto para el lote era de 12.479,75 euros. Alejandro ofertó 13.000 euros, mientras que la oferta ganadora fue de 14.100 euros.

«Lo que considero injusto es que yo, no pueda igualar la oferta de otra persona que puje por esta concesión» valora, al mismo tiempo que dice que se trata de un buen sistema para la concesión de las futuras instalaciones, «pero en un sitio en el que hay una trayectoria de 40 años, se ha optado por una solución para dar las concesiones que, es legal, pero es injusta».

Indica que el ayuntamiento les dijo que, al ser una concesión por dos años, prorrogables anualmente otros tres, no consideraban que nadie se aventurase a pujar en este período de transición. El propio Alejandro ve una inversión «ruinosa» el empezar de cero y comprar congeladores, neveras, planchas y todos los útiles para poner en marcha la concesión.

Dentro del mercado hay quien dice que aquellos que han adquirido este espacio lo han hecho simplemente para especular y traspasarlo. Una posibilidad que permiten las bases pero que requiere la expresa autorización del Ayuntamiento.

Alejandro cree que «había otras opciones sobre la mesa» para haber sacado adelante estas concesiones. Al menos cree que debería haberse fijado un derecho para igualar la puja más alta.

Aún así, la puntuación obtenida por la persona que ha planteado la oferta más alta, superaba también en puntos a la de los actuales propietarios por la valoración de los criterios objetivos propuestos.

El procedimiento

El ayuntamiento indica que las concesiones habían llegado a su término legal de 40 años, que era un término improrrogable por la ley, y que por ello se puso en marcha la nueva licitación con las mismas bases para todo el mundo, como estable la legislación administrativa.

Se fijó el 50% para el criterio económico por ser el mínimo legal y se fijaron algunos criterio, como experiencia y solvencia económica en el sector de 18 meses, ya que jurídicamente la antigüedad no era un criterio viable.

Además se fijaron otros criterios para obtener los otros 50 puntos como son la oferta de productos locales, productos ecológicos, bolsas biodegradables, pago con tarjeta o tener redes sociales, entre otros.

Así mismo desde el consistorio también se indica que se ha mantenido contacto permanente con los comerciantes y que han contado con el asesoramiento de Pimeef.

Toda una vida

El próximo lunes Alejandro empezará a recoger todo el material que tienen en el bar. No tiene ningun proyecto sobre la mesa y sus cuatro empleados concluirán su contrato.

«Tenemos un nombre que nos hemos trabajado durante 40 años. Los números nunca valorarán esta dedicación» indicaba Alejandro, mientras su padre se lamentaba por haber sido el primero que llegó y al primero al que echarán.

Manifiestan que han perdido las ganas de luchar por este tema, porque son los únicos que han sufrido este problema. Alejandro dice que él lo superará, no es muy sentimental, pero que este negocio es parte de la vida de sus padres, que lo montaron desde cero y se consolidaron.

Valor social

«Nos puede gustar más o menos, pero se ha cumplido con la legalidad», valoraba Alejandro, que sin embargo decía que el ayuntamiento está llevando al Mercat Nou a un sistema «comercial» que no le parece el adecuado.

Lamenta además que la administración local no haya tenido en cuenta en la puesta en marcha de esta concesión el aspecto social de estos negocios.

El cierre supondrá perder ese vínculo que se ha generado a lo largo de los años entre ellos y el resto de familias que trabajan bajo el techo del mercado, y con los clientes que han confiado en ellos durante todo este tiempo.

Considera que el negocio local forma parte de un todo que al final es lo que hace el barrio y lo que ha construido la marca Ibiza. Entre sus clientes habituales dice que hay ingleses y alemanes que llevan 20 años visitándoles año tras año.

«El valor social, la amistad que generas, el gancho que tienes con la isla, no lo aportará un sistema comercial» en opinión de Alejandro.

El sábado celebrarán una fiesta para poner punto final a 40 años de dedicación. El lunes volverán, para empezar a recoger los elementos que forman parte de toda esa vida de trabajo en su rincón del Mercat Nou.