Ambos bandos contendientes no dudaron en posar en una gran foto de famlia tras la dura batalla que acabó en tablas. | MOHAMED CHENDRI

Cartagineses y romanos volvieron a vestirse ayer para la guerra en Sant Antoni. Ya son catorce años de la celebración de esta fiesta, a la que dio el pistoletazo de salida la batalla infantil y la inauguración del campamento festero el pasado viernes. El evento forma parte de la programación de las Fiestas de Sant Bartomeu que terminan este fin de semana.
Los participantes se fueron alistando a lo largo de la jornada de ayer a su ejército en el centro de Información Joven y el bar La Familia.

Los cartagineses, con uniformes variopintos y escudos hechos de cartón reforzado, madera y plástico, seguían su estandarte negro con una serpiente dorada. Las tropas se reunieron frente al ayuntamiento antes de recorrer las calles de Sant Antoni encabezados por una batucada. Caras pintadas y muchas ganas para inspirar temor a sus enemigos.

Los romanos con vestimentas más uniformes. Cada cual lo más fiel posible a la imagen histórica. Algunos con armadura de cuero y capa, otros sencillamente con túnica. Entre sus escudos predominio del rojo y muchas ganas de vencer a los mercenarios bárbaros de Cartago.

Los ejércitos llegaron a la arena. La playa de s’Arenal se convitió en el escenario de unas reuniones tensas que, como siempre, no llevaron a la firma de la paz. El conflicto se dirimiría con una batalla a tomatazo limpio.

Separados por unos postes que sujetaban una red, cada cual en su terreno, ambas partes se preparaban para el enfrentamiento. Un nutrido público se congregó en torno al perímetro que delimitaba el campo de batalla.

Algo más de 50 cartagineses rugían en su terreno. Algo inferior en número las legiones romanas, en torno a 40 soldados, también mostraban su ardor guerrero.
A la señal del speaker todos se avalanzaron a sus cajas de tomates para derribar al bando enemigo. Parapetados tras sus escudos y las cajas enormes que contenían los tomates se lanzaban los proyectiles frutales, algo anacrónicos por su origen americano. Finalmente el enfrentamiento terminó en tablas, aunque cada bando reclamaba la vistoria para sí.

El evento recuerda el enfrentamiento entre los años 264 a.C y 146 a.C de los ejércitos de Roma y Cartago en la que se conoce como la segunda guerra púnica. Roma ganó al ejército de Anibal en aquella ocasión. Pero más allá de la historia, lo importante de esta fiesta es la diversión que será lo que la haga perdurar.