El periodista José Miguel López.

El Eivissa Jazz 2018 que vivió este viernes su primer concierto gratuito a cargo del cuarteto de la saxofonista Muriel Grossmann en el Paseo Vara de Rey no sería lo mismo sin la presencia año tras año del periodista riojano José Miguel López. El director y conductor del programa Discópolis, que se emite de lunes a viernes en Radio 3 de 14.00 a 15.00 horas, es uno de los mayores apoyos de este festival que celebra su trigésima edición. Siempre hace programas en directo desde Ibiza y graba los conciertos más importantes – este año lo hará con los del Baluarte de Santa Llúcia – para emitirlos año siguiente. Además, y por si fuera poco, López, uno de los mayores expertos que hay de jazz en España, comenzó el pasado martes en Discópolis un especial con siete programas en los que se podrán escuchar las actuaciones más destacadas de 2017.

—Treinta ediciones del Eivissa Jazz. Casi nada.
—Pues sí. Eivissa Jazz es uno de los más importantes de España aunque no tenga el nombre y la repercusión de otros más multitudinarios. A mi me encanta porque es un festival muy agradable, manejable y con un cartel de mucha calidad.

—¿Cuál es el secreto de este festival?
—Muchos. Pero tal vez algo que lo hace diferente es su decidida apuesta por el jazz que se hace en España. Esto es algo muy inteligente teniendo en cuenta su buena salud. Además, en Ibiza se puede escuchar jazz de verdad, cosa de lo que no pueden presumir en otros festivales.

—Ya lleva muchos años viniendo a Ibiza a grabar y a hacer programas en directo de Discópolis desde el festival. ¿Se sorprende la gente de que en la isla tengamos un encuentro de tanto nivel dedicado al jazz?
—Pues la verdad que no. Los seguidores del jazz son muy fieles y se saben el calendario de festivales con antelación. Saben que en Ibiza hay dos caras, una la del escándalo, el desmadre, la fiesta y las discotecas, y otra más reposada y tranquila que han descubierto después de venir año tras año al festival. Y no son ni uno ni dos. Si te das cuenta, entre los asistentes residentes y los visitantes de fuera, prácticamente todos los conciertos están llenos.

—También hay muchos niños en los conciertos...
—Es cierto. Y eso es muy positivo porque hace que haya hijos del Eivissa Jazz. Aquellos padres que suben a sus pequeños al baluarte de Santa Llúcia para que corran mientras suena una música que no saben muy bien que es, muy probablemente estén creando un público objetivo de cara al futuro. Incluso, hay algún músico como Pere Navarro que ha surgido de subir con sus padres a escuchar música al baluarte.

—¿Qué opina del programa de este año?
—Es espectacular. Es magnifico el tanto que se han marcado con el concierto de Silvia Pérez Cruz en el Parque Reina Sofía para clausurar esta edición. Además, siguen haciéndolo muy bien mezclando jazz español con nombres destacados a nivel mundial. Y en este caso, la actuación el sábado del israelí afincado en Estados Unidos Eli Degibri y su cuarteto es todo un acierto.

—Habla de la apuesta del Eivissa Jazz por los grupos de España. ¿Cómo es la salud de nuestro jazz?
—Magnífica. Desde que hace cinco años Jorge Pardo fuera galardonado con el premio a Mejor músico europeo estamos en la cresta de la ola. En Europa se habla mucho de nuestro jazz y con justicia porque se están haciendo las cosas muy bien y hay músicos y grupos muy buenos que merecen todo el reconocimiento posible.

—¿A qué se debe este buen momento?
—Fundamentalmente a que hacemos un jazz diferente al del resto de Europa. Hemos creado lo que se ha dado por llamar Jazz Flamenco, con Paco de Lucía y Jorge Pardo como grandes exponentes. Pero no sólo eso. En España tenemos muy buenos músicos a los que les gusta fusionar estilos como el pianista Chano Domínguez o el contrabajista Javier Colina, un apasionado de la música y los sones cubanos y caribeños. Y eso, al final, es un elemento diferenciador que gusta mucho.

—¿Hemos contribuido entonces a que el jazz no suene todo igual?
—Sin duda. Una de los aspectos más valorados a lo largo de la historia del jazz es que los patrones estándar no varíen en exceso. Hasta que aparecimos nosotros lo que más se valoraba era que un trompetista de los Balcanes o de Suiza tocara igual que un negro de Harlem. Y nuestros músicos han demostrado que otro tipo de jazz es posible.

—Además, en nuestro país tenemos una gran cantera. ¿El futuro está asegurado?
—Por supuesto. Hay mucha gente joven que viene apretando con fuerza y eso es posible gracias al magnífico trabajo que están haciendo al menos media docena de escuelas distribuidas por todo el país. De la escuela de Joan Chamorro en Barcelona han surgido grandes talentos como Andrea Motis o Eva Fernández, y también están trabajando muy bien en el Taller de Música de Barcelona, la Escuela de música creativa de Sevilla, el Seminario Illa de Ponent en Vigo o en Euskadi. Estamos creando músicos que con 20 o 25 so muy competitivos y tienen un gran futuro por delante.

—¿Cree que el jazz español tiene el reconocimiento que merece?
—Si no es así, es un problema del público. Peor para ellos que se lo pierden.

—Afortunadamente queda Discópolis y Radio 3. ¿Son la última esperanza para los que nos gusta otro tipo de música?
—No soy yo nadie para decir eso. Ni para decir si un tipo de música es mejor o peor que otra. Sólo puedo decir que en Radio 3 siempre ha primado el criterio de la calidad por encima de todo y eso no es muy habitual. Pero no somos los únicos. También hay muchos programas sueltos por ahí que son muy buenos y que están haciendo las cosas muy bien.