El patrón posando frente a la Salvamar Markab, atracado en el puerto de Ibiza y preparado para cualquier emergencia. | DANIEL ESPINOSA

Markab es la tercera estrella más brillante de la constelación de Pegaso y el nombre de la embarcación de Salvamento Marítimo destinada a Ibiza desde 2006, año en el que sustituyó a la Salvamar Illes Pitiüses. Construida en las Palmas de Gran Canaria en 2002, las naves llamadas salvamares, 55 ubicadas a lo largo de todo el litoral español, se caracterizan por su rápida respuesta y versatilidad, y son apropiadas para actuar en circunstancias en que la rápida intervención juega un papel fundamental. Para profundizar acerca de la importante labor que desarrolla en nuestra costa la Salvamar Markab de Salvamento Marítimo, Periódico de Ibiza y Formentera habla con su patrón, Marco Antonio Martín Navarro, un ibicenco que hizo de sus aficiones, el mar y el servicio a las personas, su profesión.

—Su trabajo parece ser puramente vocacional, ¿es así?
—Sí, siempre he estado vinculado al mar por la práctica del windsurf y el surf desde pequeñito. Y, como un adolescente, que no sabes nunca lo que quieres hacer pero sabes lo que no quieres, pues yo lo que no quería era estar en una oficina. Entonces decidí que dedicarme a la náutica a priori me podía gustar y empecé a estudiar, primero como patrón de cabotaje, certificado que obtuve en 1996 y después haciendo prácticas en diferentes barcos de diferente tonelaje hasta el año 2000, cuando conseguí la titulación. Empecé desde abajo, haciendo los trabajos más sucios y ruines. Si no pasas por eso, ¿con qué potestad puedes valorar a una persona que está haciendo este trabajo?

—¿ Y por qué Salvamento Marítimo?
—Porque cuando lo descubrí en el año 1997 supe lo que quería. De hecho yo entré aquí el 10 de julio del 2000, 18 años para 19 y entré aquí en Ibiza, aunque haga bajas y sustituciones en otras. Y no sabía ni lo que iba a cobrar y en el anterior trabajo cobraba todavía más, así que entré aquí no por el tema económico. Yo por naturaleza soy bastante servicial y siempre me ha gustado ayudar a las personas y aquí descubrí ese equilibrio.

—¿Cómo se organiza el servicio en esta embarcación?
—Tanto la Salvamar Markab, que está de forma permanente en las Pitiusas, como su tripulación deben estar disponibles y en stand by las 24 horas, 365 días al año. Para llevar el servicio a cabo somos seis tripulantes, dos tripulaciones compuestas por tres personas cada una. Cada tripulación dispone de su patrón, su mecánico y su marinero. Entonces, el turno de guardia trabaja una semana entera mientras la otra descansa. La tripulación de guardia hace un horario de 8.00 horas a 15.00h, pero ¡ojo!, las 24 horas de guardia.

—Y, ¿cómo se lleva eso de estar disponible las 24 horas al día?
—Es un trabajo al que le das prioridad de una forma inconsciente. Es decir, yo estoy comiendo con mi familia y suena el teléfono y mi madre ya me ha preparado el táper. Es el día a día, y con mis amigos igual, podrían haber organizado una cena en tal sitio sin cobertura, pero la hacen en un sitio ‘para que Marco tenga cobertura’ si estoy de guardia. Entonces, no me pesa. Porque estamos una semana a full pero luego tenemos otra semana libre, no hay vacaciones porque están prorrateadas en esas semanas y si luego queremos hacer un periodo de descanso lo tenemos que compensar embarcando.

—¿Cuáles son las rutinas diarias en la Salvamar Markab?
—Pues si no hay emergencia, llegamos aquí y cada persona, en función de su categoría realiza su función. Aunque no somos el buque Queen Mary con 3.000 tripulantes (ríe), por lo que aquí los tres arrimamos el hombro, limpiando y revisando todos los elementos de la embarcación. Además, a mí me gustan los barcos donde no se diferencian papeles porque eso dice mucho de lo que ocurre entre compañeros.

—Y cuando hay que atender una emergencia, ¿cuál es el procedimiento?
—Pues lo primero que sucede es que yo recibo una llamada del Centro Coordinador situado en Palma donde me informan de una situación, nos dan las coordenadas exactas, que introducimos en el GPS. Pongamos que hay una vía de agua incontrolada; pues valoramos la situación, vemos los barcos que hay alrededor del accidentado y preparamos las notificaciones para que las embarcaciones más cercanas acudan a la zona, porque el cometido de ayudar en el mar corresponde a todos y como no podemos estar en todos los puntos, la obligación es que deben moverse todos los medios y el que llega primero asiste.

—¿Cómo actúan con mala mar?
—Mira, nuestro barco destaca por la velocidad que puede alcanzar con mala mar, unos 25 nudos, que es donde destacan las embarcaciones de salvamento de intervención. Con un casco de aluminio y un metro de calado, el diseño de fabricación está enfocado al salvamento desde el primer plano. Con mala mar hablamos de olas que entran por proa y salen por popa, no se ve nada. Precisamente este tipo de embarcaciones están preparadas para ello, pero no dejan de ser barcos, la naturaleza manda y 6 metros de ola nos pueden hacer el mismo daño, por lo que hay que tomar las mismas precauciones, porque al puerto tenemos que volver los mismos. El Mediterráneo en invierno es una mar muy ‘puta’, y perdón por la expresión, porque al contrario de lo que piensa mucha gente, la mala mar aquí es corta y mucho más difícil de navegar.

—¿Qué se considera una emergencia?
—Toda llamada debe ser considerada de urgencia si la persona que llama considera que la suya es una emergencia. Pasa como en el hospital, igual Urgencias no debería estar abarrotada, pero al primero que no le gusta estar tres horas esperando es al enfermo. Luego igual tú llegas y se podría haber solventando de otra manera el incidente, en vez de movilizar a una embarcación de Salvamento, pero claro, eso no lo sabe la persona que ha sufrido el accidente. Tampoco hay que olvidar que en el momento en el que tú pones un pie fuera de tierra estás en un medio hostil.

—Con el tráfico que hay en las islas, ¿qué número de accidentes atienden?
—El Marta Mata viene en verano debido a que el tráfico de embarcaciones se cuatriplica a cantidades que yo creo que hay pocos lugares en el mundo que se muevan en los números que hay aquí, y ya no digo de España, me atrevería a decir del mundo. De hecho, si haces un vista aérea no hay cala donde no veas a una cincuentena de barcos fondeados. Eso hace que se multiplique la cantidad de posibilidades de darse una emergencia. Pero llevo 19 años aquí y no sé la cantidad de emergencias que hay en un día. Es muy relativo porque igual un día no tenemos ninguna emergencia, que tenemos 6 o 18. Lo bueno de esto es que nunca perdemos la guardia. En Ibiza hay de todo, por eso lo determinante no son las emergencias al día, sino el tipo. A mediados de agosto, por ejemplo, traíamos un barco con fuego a bordo que recogimos frente a es Codolar y llegamos que por lo pelos el barco no se pone a arder. Los bomberos estuvieron 14 horas. La fibra es como la pólvora y una vez le metes fuego es muy difícil de parar. Yo he visto barcos hundidos arder bajo el agua.

—¿Cuáles son sus zonas de actuación?
—Pues cuando no está el Marta Mata estamos solos para cubrir Ibiza, Formentera más luego 60 millas SAR.

—Y, cuando hay un incidente en Formentera, por ejemplo, ¿cuál es su tiempo de respuesta?
—Pues de 30 a 35 minutos de media hasta llegar a Formentera. Acudimos nosotros. Un fregao, porque si nosotros, por ejemplo, atendemos una emergencia a 40 millas al norte de Ibiza y ocurre algo en Formentera, tenemos que acudir cuando podamos.

—¿Cree que faltan efectivos en las Pitiusas?
—Nunca están de más, porque en Ibiza y Formentera parece que regalen los barcos. El tema de la inmigración en el sur se ha acentuado, entonces cuando hay un hecho que precisa mayor carga de medios hay que buscar medidas. Este verano han tenido que apoyarnos desde Cruz Roja con dos lanchas en Sant Antoni y siempre dentro de sus posibilidades. Hace 25 años no existíamos. Entonces, ya podías rezar o contar con quien tuvieras al lado, porque no tenías un solo teléfono donde poder llamar

—Trabajar conjuntamente con otros organismos ayuda mucho, ¿no?
—Para acantilados, por ejemplo, son los GEO o los helicópteros de SASEMAR quienes intervienen. Puede parecer que uno hace todo el trabajo, pero es una cadena. A veces simplemente hay una emergencia de hombre al agua y lo único que hacemos en ese momento es que los GEO nos trasladan a la víctima. Cada eslabón va enganchado a la cadena y esa cadena es la que hace nuestra función útil.

—¿Cuál es su papel concreto dentro de esa función útil que menciona?
—Además de las tareas propias de salvamento marítimo, nos ocupamos de la lucha contra la contaminación. Por ejemplo, con el Don Pedro en la bocana del puerto. Un buque de estas características genera una contaminación; baterías, combustibles y aceites están ahí y van a salir a flote. Eso genera unos daños en la mar a nivel biológico y luego va a las playas, en ese momento informamos de la situación y Coordinación nos da pautas bajo nuestro criterio, porque nosotros estamos in situ. Para el caso fue rodear la zona con barreras de contención que no dejan pasar los residuos y se quedan contenidos.

—¿Qué experiencias le han marcado más en su trabajo?
— Las que más me quedan marcadas son aquellas con víctimas por medio, por ejemplo una donde has tenido que entregar a una madre a su hijo muerto hace 15 días. Y se lo entregas en un estado de descomposición avanzado. Me gustaría recordar todas aquellas vidas que he salvado, que son miles, pero desgraciadamente me quedo con las que he perdido. Aquellas que cuando llegas aquí están esperando la funeraria con el juez de guardia y debes entregar a un hijo fallecido. Es como una carrera, hay que estar dispuesto a ganar y a perder. Pero al final yo me quedo, por mi naturaleza personal, con la parte positiva. Porque nos dejamos la piel día y noche para encontrar a los desaparecidos, porque es duro entregar el cuerpo de un hijo fallecido a una madre, pero mucho peor es no poder entregárselo jamás, ¿sabes? Con esa sensación te vas a casa.

—Dentro de la gravedad...
— En la vida de las personas tenemos que hacer lo que está en nuestras manos, lo que no, hay que dejar que discurran con naturalidad. Porque de primeras, un cuerpo que se hunde al cabo de poco tiempo de la desaparición sube a flote por el tema de la putrefacción que genera gases y hace que el cuerpo flote. Una vez en la superficie es cuestión de poco tiempo que vuelva a hundirse y no se encuentre jamás. Y eso es con diferencia lo peor que le puedes dar a una familia, un cuerpo desaparecido para siempre, porque nunca cierran página y no pueden generar un duelo. Por eso nosotros nos dejamos la piel para encontrar a las personas.