Gordon Roper es el propietario del concesario de Honda Ibiza, que abrió en 1991, y también un apasionado de las motos. | Arguiñe Escandón

El concesionario de Honda en Ibiza llegó de la mano de Gordon Roper, un apasionado de las motos, hace 27 años. El sector del motor ha cambiado muchísimo desde entonces. Sobre todo, por la revolución de las telecomunicaciones, motivo por el que una moto de hoy día no tiene nada que ver con la que se vendía hace casi tres décadas. Las motos de ahora llevan implantadas sistemas de freno ABS, faros LED, e incluso sistemas de GPS. Descargando una aplicación puedes controlar la localización de tu moto desde tu smartphone, ver estadísticas de uso o controlar las fechas de revisiones según los kilómetros recorridos. En casi tres décadas, Honda Ibiza tampoco ha sido ajeno a las crisis económicas de 1993 y del 2008, que redujeron drásticamente las ventas como consecuencia de la pérdida de poder adquisitivo de las familias. Pese a ello, Honda Ibiza ha incrementado su número de trabajadores desde entonces y ofrece también una mayor cantidad de servicios.

Honda Ibiza nace en 1991, hace casi tres décadas. ¿Cómo fueron esos inicios en la empresa?
— Con mucha incertidumbre realmente, porque era algo totalmente nuevo coger la concesión de una marca número 1 en el mercado ha sido todo un desafío. Pero 27 años más tarde, aquí estamos. Han cambiado muchísimo las cosas, no ha sido un camino de rosas y nos hemos tenido que adaptar a todos los cambios que ha habido desde entonces, sobre todo la llegada de Internet y las redes sociales. La venta hacia el público hoy en día ha cambiado muchísimo, tenemos que cuidar mucho lo que piden los clientes y adaptarnos a sus necesidades. Estamos en un mundo de dos ruedas, realmente somos los hermanos pobres de los coches, porque es un sector que factura mucho más dinero. Las motos no facturan tanto pero dan un servicio mucho más eficaz, desde mi punto de vista, al que ofrece un coche.

¿Cómo afecta la venta online a su modelo de negocio? ¿Se vende más por Internet que físicamente?
— A nivel local no vendemos motos por Internet. La gente viene, las toca y se monta en ellas para saber si se ajusta a sus necesidades porque hay que enfocar la venta realmente al uso diario que hará la gente del vehículo. Si recorres aproximadamente cinco kilómetros desde tu casa hacia el trabajo puedes comprar un vehículo más adecuado a esos cinco kilómetros. Si te gusta más hacer recorridos más largos obviamente hay otros modelos. De hecho, Honda tiene más de 50 modelos diferentes de la gama. Hay una moto para cada gusto y cada situación.

Aparte de vender motos, ¿qué otros servicios ofrece la empresa?
— Todo lo que rodea la moto, desde la compra hasta la posventa. Tenemos un taller con cuatro técnicos que funcionan a tope, cada día. Muchas veces estamos obligados a enviarlas fuera, a los fabricantes, para que se reciclen y pongan al día tecnológicamente hablando. Una moto como las que vendíamos hace 27 años cuando empezamos no es la misma, ni mucho menos, como una que podamos vender ahora con toda la electrónica que hay, frenos ABS, faros LED, muchas ayudas a la conducción, motos grandes con un sistema de cambio automático, etcétera. Honda es líder en este sentido.

Y respecto a la competencia, ¿ha aumentado o disminuido desde entonces? ¿Cómo está el sector?
— Las grandes marcas siempre han estado representadas en la isla. Lo que ha pasado es que hay muchos más vehículos en la calle, hemos vendido muchas más motos y por eso el taller posventa está colapsado porque no se han abierto nuevos talleres. No es fácil este negocio. Para abrir un taller necesitas muchos requisitos, se considera una industria peligrosa y entonces hay una serie de normas muy estrictas que hay que cumplir. Y eso no se ve.

Ibiza es una isla que vive de la estacionalidad turística. ¿Eso afecta al trabajo y a las ventas de la empresa?
— Sí, yo creo que la estacionalidad sí afecta a nuestro negocio también. El taller sigue funcionando pero las ventas en invierno bajan por las inclemencias del tiempo, pese a que en Ibiza no es tanto. Aquí tenemos la suerte de que podemos ir en moto prácticamente todos los días. Hay gente que no le gusta la lluvia y entonces no sale, pero otros se ponen chaqueta y calzado adecuado y salen igual. La estacionalidad afecta a las ventas cuando termina la temporada. En ese momento hay gente que ha ahorrado dinero y se compra su moto de los sueños, pero luego baja. La compra de un vehículo, sea moto o coche, es una compra emocional. Inviertes tiempo, inviertes dinero. Y ahora, con el auge de las redes sociales, la gente viene con una idea mucho más clara de lo que quiere. A veces saben incluso más que nosotros sobre un modelo y tienen memorizadas las prestaciones que ofrece y lo que esperan de ella. El escollo para mucha gente son los precios para mucha gente, pero los fabricantes están adaptando diferentes tipos de financiación, y ofrecemos financiaciones al 0 por ciento, lo que implica un esfuerzo del fabricante y por nuestra parte. Nos gravan un poco nuestro margen para ofrecer ayudas a los clientes. Se ofrecen unos paquetes impresionantes, ahora incluso estamos montando incluso localizadores a través de una aplicación tipo GPS. Son avances realmente impresionantes, muy recientes y que eran impensables antes.

En 1993 hubo una crisis económica importante en España y en 2008 otra, la más dura a nivel mundial desde 1928. ¿Ello afectó al negocio?
— Sí, claro. Todos hemos pasado por esas crisis, fueron muy duras en esas dos ocasiones. La de 1993 fue a nivel europeo y la de 2008 a nivel mundial. Se notó bastante. Ha sido a base de tenacidad y hacer las cosas bien como hemos aguantado. Yo tengo inculcado a mis hijos que si se hacen las cosas bien, por inercia deberían salir bien, pero no siempre es así.

Pese a estos obstáculos, la empresa ha crecido tanto en número de empleados como en la cantidad se servicios que ofrecen.
— Sí, al principio eramos tres personas aquí, al poco tiempo vino mi hijo, que está desde los 18 años y pasamos a ser cuatro. Hoy día somos once personas trabajando aquí. Y necesitaríamos a más gente, porque ahora hay mucha burocracia en la venta de una moto, mucha administración y mucho trabajo que no se ve pero está ahí. Así que estamos pensando en incorporar a otra persona para la administración. Pero claro, hay que tener en cuenta una serie de variables: tener a otro trabajador implica costes, los alquileres aquí no son baratos, necesitaríamos más espacio, etcétera. Cuando abrimos en 1991 esta oficina me parecía enorme, y ahora ya no cabemos.

¿Esos son los dos mayores obstáculos que tiene como empresario? ¿Encontrar trabajadores y las leyes europeas que regulan el sector del motor?
— Los fabricantes tienen que adecuar las motos en base a la legislación europea, sí, el eurocuatro, el eurocinco, etcétera. Y esto obviamente hace que suban los costes del vehículo, cada vez son un poco más costosos. La gente cree que comprarse un vehículo aquí es más caro que en la Península, pero no es así, manejamos los mismos precios. Y si necesito cualquier material para la empresa, como ganamos el dinero en la isla, prefiero gastarlo también en la isla. Ahora todo el mundo está con Amazon, que de momento no vende motos, afortunadamente. El día que empiecen a vender motos, ya veremos. Yo me habré retirado entonces.

¿Cree que están estigmatizadas las motos como vehículo peligroso?
— Obviamente, esta es otra de las batallas que tenemos que pelear. Yo diría que muchísima gente va normal en moto y es quizá un 5 o 10 por ciento los que conducen como locos, causando accidentes o ruidos molestos. Pasa también con los ciclomotores, porque las trucan, aunque están a punto de morir por el problema de las emisiones. No cumplen con la norma del eurocuatro. Nosotros, por ejemplo, no tenemos ciclomotores para vender entre nuestras marcas.

Ha comentado que su hijo trabaja aquí. ¿El relevo generacional ya está preparado?
— Sí, esa es un poco la razón por la que yo todavía trabajo aquí, ya que debería estar jubilado, pero como me gusta y no tengo grandes aficiones. Mi hijo ha hecho cosas muy buenas, llevando el negocio hacia adelante y estoy muy contento. Si ese trabajo no continúa, te queda una sensación de tristeza.

¿Qué es lo que más le gusta de su negocio?
— Lo que más me gusta es montar en moto. Todavía sigo saliendo con la moto y me gusta mucho. También me gusta mucho conocer las nuevas tecnologías y cómo evolucionan las motos gracias a ellas. Frenos ABS, control de tracción, los faros LED, etcétera, todo está cambiando ahora y es bonito ver cómo evolucionan las motos.