Natacha Costales se trasladó de Madrid a Ibiza cuando le diagnosticaron el cáncer.

«Me diagnosticaron cáncer de mama en junio de 2016, estadio III muy agresivo, con una extensión de diez centímetros y ganglio metastásico».

Así empieza el blog de Natacha Costales que pasó por seis meses de quimioterapia, una mastectomía y una reconstrucción de pecho. Su testimonio figura entre los recogidos en el documental Fearless Dreams que se presenta esta semana pero Natacha empezó mucho antes a contar su experiencia vital.

Concretamente en junio de 2016 grabándose dentro de su coche en el parking del hospital de Alcorcón momentos antes de hacerse una mamografía, un año después de empezar a detectarse un bulto en el pecho. Aún no sabe explicar por qué lo hizo.

«Tenía facebook, pero no tenía ni instagram y no me había grabado antes un vídeo. Hoy por hoy veo los vídeos y me pregunto cómo pude grabarlo», recuerda. Grabó todo: la primera visita para hacerse la mamografía, el SMS del hospital avisándole que tenían los resultados y le daban la cita, la noticia del diagnóstico, la quimioterapia, la caída de los mechones del pelo, la intervención, la recuperación.

En definitiva, todo el proceso de su enfermedad que aparece en la página web www.latetaesmia.com en el que comparte su vivencia, «porque si a alguien le sirve de ayuda, sabré que mi paso por este proceso no ha sido en vano», relata.

Tras conocer la noticia, en junio de 2016 y en pleno tratamiento de la quimioterapia decidió mudarse de Madrid a Ibiza donde vive su hermana Amelia desde hace más de 30 años. «Me vine para curarme del cáncer. Quería naturaleza y tener tiempo para mí», asegura.

Natacha dio un vuelco a su vida cuando le diagnosticaron el cáncer, pero no solo en la alimentación sino también «en su crecimiento personal para estar equilibrada y fuerte y, sobre todo, con ajustes quiroprácticos, esa ha sido la clave de todo». Llegó a pensar incluso en rechazar el tratamiento convencional, «se lo dije a la ginecóloga y me dijo que si no hacía nada me moría; ahí reaccioné, me moriré cuando me tenga que morir, no me da miedo la muerte sino la pereza de estar cinco años con pruebas hasta que te dan el alta; no rechacé para nada la quimioterapia pero lo compaginé con la parte natural, alimentación y mente, hice muchos cambios, tomé parte activa en mi proceso de curación».

Natacha no considera el cáncer «como algo negativo, es una llamada de atención de mi cuerpo, nunca he ido en contra de mi cáncer sino en ayudar a mi cuerpo a recuperarse, a regenerarse; para mí el cáncer ha sido un grito de socorro de mi cuerpo». Esta ex bailarina profesional confiesa que es «superpositiva con todo el mundo pero era muy intransigente conmigo misma, me metía mucha caña y ahora estoy muy relajada».

Autoestima

En febrero de 2017 en Palma la operaron y le hicieron una mastectomía. «Me dieron la posibilidad de reconstruir mi pecho con mi propia grasa. Vi un poco el cielo abierto porque salía con una teta y no con el pecho plano. A mí me afectaba sinceramente la autoestima», señala.

Habla maravillas del equipo de Oncología del hospital Can Misses y de la cirujana que la operó, «era espectacular, estoy encantada». El 20 de septiembre volvió a ser intervenida para una cirugía estética y quitarle el catéter.

Toda esta experiencia vivida con el cáncer constituye para ella «un aprendizaje, en mi caso del cáncer, además del cambio como persona, me tomo las cosas de otra manera, agradezco lo que tengo».

El hecho de compartir a través de facebook su experiencia también le ha aportado mucho. «Tenía dos compañeras bailarinas que fallecieron de cáncer y me enteré después, me dolió, me hubiera gustado saberlo para mandarle energía, yo a la gente les decía que me mandaran energía cuando me iban a operar».

Su intención es «poder ayudar a otras mujeres, porque es muy duro pasarlo sola y callada, que no se entere nadie; que vean que hay más cosas que se pueda hacer para ayudar a tu cuerpo, no sólo un equipo de oncología que es maravilloso, pero somos seres individuales, tu puedes ser activa en tu enfermedad, coger las riendas de tu vida».

A través de todo el proceso ha aprendido muchas cosas como, por ejemplo, cuando perdió el pelo en el tratamiento. «Me quedé calva y no estaba tan mal. Fue otra lección, porque ves que no era para tanto y, además, es una experiencia maravillosa porque sientes el aire y las gotas de agua».

Todo esta experiencia que ha vivido Natacha asegura que ha tenido efectos positivos en la evolución de su enfermedad: «Estoy convencida de que cuando me operaron no tenía porque cuando me lo analizaron no había células cancerígenas». Ahora están las revisiones durante cinco años, pero Natacha tiene claro que «no repite curso».