Un año más asistimos a un nuevo despropósito ideológico a costa de nuestras tradiciones por un funcionario elegido para administrar un consistorio de 40.000 habitantes, en teoría con rectitud, prontitud y diligencia.

Utilizar un cargo político y nuestros dineros para convertirnos en su particular laboratorio social al dictado de los dogmas del marxismo cultural resulta a todas luces abusivo, más si cabe cuando en su programa electoral nada dijo de manipular tradiciones milenarias tan enraizadas en ibicencos y residentes como son la Navidad, otra vez, un año más.

Olvida Rafa Ruiz que Ibiza tiene a gala titular todos sus pueblos con nombres de santos cristianos, también el suyo, San Rafael, y no con los nombres de los monigotes que dibujó el estadounidense Walt Disney. Ignorar esta realidad ha venido siendo recurrente por este alcalde cada año, tanto como no comparecer en nuestras fiestas religiosas, mientras se felicita y compadrea con el Ramadán y el Islam, a quienes deseo todos mis parabienes en sus futuras fiestas, y con quienes trabajo y convivo en armonía.

Pero travestir de mero cómic el hecho de nuestra solemne Navidad, el nacimiento de Jesús, es un grotesco chiste con el que de nuevo da la espalda a las tradiciones del pueblo Ibicenco y de nuestros residentes europeos, casi todos cristianos, y cuyo cargo le obliga a representar, sí o sí.

Resulta, además, una absoluta falta de sensibilidad y buen juicio perturbar la inocencia de la infancia en estas fiestas, un tiempo donde las ilusiones de los pequeños se depositan en unos reyes magos cuyo milagro se perpetúa desde hace 2.000 años; convertir los sueños y deseos de todos los niños cristianos del mundo, en una sola noche y a la vez, en una felicísima realidad.

Y esta realidad, como la memoria de la gente, son dos hechos tan intangibles como reales e inevitables. Desconocerlos, perturbarlos o pervertirlos solo acarrea confusiones, malentendidos, infelicidad y tensiones sociales, un arriesgado ejercicio de poder que sitúa al mal gobernante en la pirueta política del último asalto a la memoria histórica,

La memoria, empleada como arma ideológica, retuerce un pasado común que se reescribe, falseando lo acontecido y su contenido, lo que indica, cuando desde la izquierda también se retuerce la Navidad, cuán falsos y ruines son sus postulados y cuan inminente se ve la llegada de ese ‘ministerio de la verdad’ orwelliano, que se ha legislado en Baleares y que muy pronto ejecutará sentencias por contar esa incómoda verdad que contraviene el dogma, hoy ya ley, marxista-leninista.

Para sentencia, ésta: «Quiero ir al circo papá», exclamó Neus, la hija de un amigo tras ver a Mickey Mouse, el pato Donald y al simpático Goofy decorando la rotonda de Can Misses. ¿Cómo le explicas a esa niña que un alcalde educado en la fe de Jesús hoy ejerce de Frente Populista, evita la decoración cristiana y prefiere no mezclarse con sus fieles cuando estos celebran sus fiestas?

Deje su ideología en casa, señor Ruiz, y ejerza como el alcalde de todos. Los niños no merecen ver frustradas sus fiestas por un casposo dogmatismo marxista, novecentista y antiguo, cuyo sectarismo nos retrotrae a tiempos pasados padecidos en Ibiza, cuando otro Frente Popular, también ateo y marxista, desembarco en Pou d’es Lleó y en pocos días asaltó, profanó y quemó todos los templos cristianos que encontró, asesinando a sus curas por ser culpables de un imperdonable crimen: su fe en Jesús.

Compañero Rafael, perdone a los cristianos a quien año tras año desaira sin causa, respete nuestras mejores costumbres de paz y felicidad, amor e ilusión con fraternidad y tengamos las fiestas en paz, buen hombre.

Feliz Navidad.