La Canela afronta durante estas fechas días muy intensos tanto dentro como fuera. | MARCELO SASTRE

La llegada de los Reyes Magos a la ciudad de Ibiza ya no sería concebible sin los roscones que se elaboran desde hace más de tres décadas en la pastelería La Canela, situada en el número 54 de la calle Aragón. De hecho, tal y como asegura su dueño, el pastelero Gonzalo González, cuando abrió el local en 1986 puso a la venta 30 roscones de Reyes y actualmente, durante estas fechas, pueden llegar a salir de su obrador cerca de 3.000.

Incluso hay muchos vecinos de Ibiza de toda la vida que consideran a González como la persona que acabó por introducirlo en la isla. «Cuando abrí la pastelería en la ciudad un 10 de diciembre de 1986 traje conmigo los roscones ya que por aquel entonces no se llevaban mucho y aunque pudiera parecer una locura creo que no me ha ido mal del todo ya que tuvo un éxito inmediato que nos ha llevado hasta donde estamos ahora», explicó el propio pastelero hace dos años Periódico de Ibiza y Formentera.

De hecho, actualmente trabajan en su elaboración en La Canela una docena de expertos pasteleros. Además, fuera, atendiendo al público cuatro personas no paran ni un minuto para que los vecinos tengan el producto a punto y perfectamente empaquetado. Y es que en esta pastelería se ofrecen roscones en tamaño pequeño, mediano y grande, con relleno de nata, crema, trufa, sin nada o con todo, ya que la combinación puede llegar a ser infinita.

Lo que no varía es, según González, la calidad de los ingredientes y el azahar que impregna todo el obrador y «que es el toque del roscón». La masa se elabora con harina de gran fuerza, mantequilla, huevo, azúcar y leche, se aromatiza con ralladura de limón y de naranja «de la casa», y con agua de azahar y un vasito de ron. Después, llega el relleno y la decoración con frutas rojas, verdes, azúcar y almendra, para darle un buen toque y crear la corona, que puede ser de dos tipos. Y por supuesto las dos figuritas que van en su interior, el rey y el haba, la menos buscada por todos ya que, según dice la tradición, el que la encuentra paga el roscón.