Antonio Manuel Rojas antes de su conferencia en la tercera edición del festival Brisa Flamenca.

El profesor, jurista, escritor, músico y activista andaluz Antonio Manuel (Almodovar del Rio, Córdoba, 1968) es una de las mayores eminencias del mundo del flamenco. Además, es muy conocido por sus trabajos relacionados con su Andalucía natal, la memoria colectiva, los derechos humanos, el ecologismo, el feminismo y la radical democracia. Su trabajo abarca muchos campos. Ha escrito ensayos, monografías, poemarios, novelas e incluso ha publicado discos con Deneuve. Ha ganado varios premios literarios, es columnista en medios de comunicación, tanto escritos como radiofónicos, fue el fundador de la primera ONG escolar de Andalucía, de plataformas y asociaciones y el presidente del Ateneo Popular de Almodóvar del Río. Además, es el promotor de la iniciativa para la equiparación jurídica de los descendientes de moriscos para la adquisición preferente de la nacionalidad española y de la candidatura de los descendientes de moriscos-andalusíes al Premio Príncipe de Asturias de la Concordia.

Ayer estuvo en Sant Antoni para participar en la tercera edición del festival Brisa flamenca que organiza el Ayuntamiento. Impartió una conferencia sobre el origen y la evolución del flamenco que tuvo un formato muy especial. Fue un original coloquio musicado en el que el cantaor Rafael de Utrera interpretó diversos palos. Antes, desde las 19.00 horas la Escuela Teresa Rojas presentó Alegoría flamenca y los artistas y bailarines Luis Amador, Ricardo Manzano, Geovani Pérez, Luis Fernández, Mati Fernández, Sandra Zarcos, Antonio Muñox, Ángel Wayabo y Pedro Brekon, el concierto 80 Fusión flamenco.

—Da una conferencia de forma muy diferente a lo que estamos acostumbrados a ver. No será sólo una persona hablando al público...
—Sí. Es un formato novedoso en el que se conjugan mis reflexiones con actuaciones en directo. Como voy a hablar de flamenco, su origen y su evolución, creo que no hay mejor manera que acompañarlo con la actuación de un artista de la talla de Rafael de Utrera. Ya lo he hecho así en alguna ocasión y la verdad es que ha tenido una gran aceptación.

—Cordobés, defensor de todo lo que tiene que ver con Andalucía, activista y ahora experto en el flamenco. ¿Qué tiene el flamenco que lo hace tan especial?
—Que es un armario y un almario, con l, que contiene la memoria clandestina de Andalucía. Es un movimiento de lucha de los débiles contra los poderosos.

—¿Esto es lo que explica en su libro Arqueología de lo jondo?
—Sí. Podríamos decir que es un viaje al origen del flamenco y un itinerario por todo lo que significa y ha significado a lo largo de la historia.

—¿Dónde está su origen?
—Está escrito en su propio nombre. Es un reflejo de la historia de los marginados y de todos a los que a lo largo de los siglos se les prohibió hablar en su lengua, rezar a sus dioses o vestir según sus costumbres. Podríamos decir, sin dudar, que su origen está en Al-Andalus gracias al mestizaje cultural que había cuando convivían juntos oriundos, musulmanes, gitanos, castellanos y judíos.

—¿Cómo es eso?
—Muy sencillo. El flamenco nació como forma de rebeldía. De hecho el origen de su nombre, flamenco, viene de la expresión andalusí 'felah menkub' que significa ‘campesino sin tierra’. Incluso, este dolor y esta rebeldía se refleja en el nombre de sus palos y en el de las mujeres y hombres que lo han conservado y lo han transmitido de generación en generación, con sus manos, sus pies o su alma.

—¿En el nombre de sus palos?
—Claro. Sin ir más lejos el Quejío. Su nombre lo indica. No hay forma de cante en el mundo que implique ni refleje tanto dolor concentrado. Además, está el 'ay', esa expresión tan flamenca que también es una forma de expresar dolor.

—¿Y Olé?
—Más de lo mismo. Es una forma de cantar a lo sagrado. De hecho, esa expresión tan española viene de la expresión ‘allah’ (Oh, Dios). Y es básica en el flamenco. Igual que el palo llamado Siguidylla que también proviene de una expresión que en andalusí viene a reflejar éxtasis o borrachera emocional y espiritual.

—Todo ello transmitido de generación en generación y sin muchas fuentes escritas...
—Es cierto. El flamenco siempre se cantó de memoria, ya que al estar prohibido no se podía escribir. Afortunadamente, a pesar de todo de todo, no se puede encarcelar un sonido y el pasado nunca se puede ocultar. Y las cosas existen cuando se nombran y sólo cuando se nombran existen.

—¿Entonces Arqueología de lo jondo también es una reivindicación de la memoria?
—Por supuesto. Es un libro que defiende las raíces andalusíes, moriscas, gitanas y negras del flamenco. Es un homenaje a generaciones enteras que han cantado al dolor y a lo sagrado, en andaluz y de memoria. Un homenaje a la historia clandestina de España que el pueblo llano guardó a través de sus cantes, toques y bailes.