En Can Fred se ha conseguido uno de los empeños de Vicent, poder ofrecer el servicio más completo posible | DANIEL ESPINOSA

En una isla dedicada fundamentalmente al sector servicios y al turismo, la maquinaria de cocina, conservadora de alimentos y climatización son fundamentales. Vicent Ramón Guasch (Eivissa, 1968) lidera el equipo de Can Fred. Hace mucho hincapié en la importancia del equipo. Dice que una de las claves del éxito de su negocio es que todo funcione a la perfección, desde la atención a clientes a los trabajos técnicos, y muestra mucha confianza en la gente que trabaja con él. Llegó a este sector como técnico, cuando todavía era un adolescente. Hoy tiene su propio negocio, que le permite trabajar como él quiere, y se muestra contento con el resultado.

En vuestra página web pone que abristeis en 2010 pero tenéis 30 años de experiencia, ¿cómo es esto?
— Son más, 34 años. Yo comencé en Tecnofrisa, Tecnología del Frío Sociedad Anónima. Una empresa que era de Rafael Sort, que ya falleció. Allí estuve 11 años. Después estuve 14 años con dos socios más y ahora llevamos aquí 8 años. Empecé con 16 años en este negocio y ahora tengo 50, así que son 34 años. Y si contamos que una jornada de trabajo tiene 8 horas, quizá sean más, porque nunca he hecho ocho horas de trabajo, siempre han sido más.

¿Cuándo es vuestro pico de actividad?
— En esta época, cuando se tienen que preparar los locales para poder abrir en verano. Nuestro agosto sería en febrero y marzo. En agosto es un momento en el que hay muchas averías, todo es urgente y son reposiciones de máquinas, por lo que tienes que tener un stock de máquinas que se tienen que sustituir en el mismo momento o en horas.

Tiene que ser mucho estrés el saber que de tí depende que una empresa pierda más o menos dinero.
— Es un dineral que pierde el propietario del establecimiento. Tanto un aire acondicionado como un lavavajillas como una cámara frigorífica. Cualquier herramienta que tienen en un local de restauración les es imprescindible. Por eso quise crear esta tienda. Para poder tener tienda y stock para poder solucionar problemas. Si te dicen que se les ha estropeado un microondas no puedes decir que tardarás 10 días, tienes que coger un microondas y ponérselo.

¿Can Fred nace por esa idea de darle su línea de trabajo?
— Sí, es esa idea de darle un servicio al cliente que es básico. Tanto por tener un stock de máquinas como en tener desde hace algo más de un año un taller de acero inoxidable para poder dar un servicio más amplio al cliente.

En una isla que vive del sector servicios ¿hasta qué punto sois importantes?
— Somos el primer frente de batalla, si nosotros no sabemos hacer funcionar este negocio, los negocios que dependen de nosotros no funcionarán. Te cambiarán por otra persona que se lo sepa hacer funcionar. Nosotros, gracias a Dios, la clientela que tenemos es la número uno de la isla. Incluso me doy cuenta que cuando confían en ti ya no se quieren preocupar de muchos asuntos. Te piden que les busques al fontanero, al de la instalación de butano…al final eso es muy de agradecer, porque te libera las manos para poder desarrollar ese negocio a tu gusto conforme a lo que quiere el cliente. El resultado es que de momento nos va bien.

¿De cuánta gente depende una instalación de una cocina de un restaurante o la climatización de un hotel entero?
— Es un ejercicio de coordinación. Se tiene que coordinar con el ingeniero, que es el que hace el proyecto; nosotros hacemos las distribuciones, como la de una cocina, pero no nos dedicamos a hacer fontanería, tenemos que coordinarnos con el fontanero para marcar todo lo que son los accesos de agua, desagües, agua caliente…y con el electricista lo mismo o el del butano. Nosotros somos los que les decimos que este punto y este otro los quiero aquí o allá. Si te ponen un grifo donde no toca tienes que pasar una manguera por en medio de la cocina. Luego llega el cliente y te pregunta, ¿eso por qué está ahí arriba? Así que tiene que haber mucha coordinación.

Y en cuanto al mantenimiento ¿las empresas cuidan el mantenimiento de sus instalaciones, o se despreocupan un poco?
— Se tendrían que preocupar un poco más. Hay un mantenimiento básico que no debería hacer falta que interviniéramos nosotros, como puede ser la limpieza de los condensadores de los motores. A veces incluso nos llaman para cambiar bombillas de dentro de las cámaras. Cuando vas echas un vistazo en general para ver como lo tienen y ves si hay que hacer mantenimiento y limpiar esto o aquello. Al final el cliente lo agradece, y nosotros nos quitamos esos incordios que pueden surgir más adelante. Porque a nadie le gusta pagar una reparación. Cuando estrenas una máquina es diferente, ves cómo funciona, ves el producto nuevo, te gusta y lo agradeces. Pero una reparación es pagar por que todo te funcione simplemente como debería y llevando el mantenimiento bien no tiene por qué darte muchos dolores de cabeza.

¿Os habéis encontrado en estos años alguna situación muy crítica?
— Pues hemos tenido reparaciones en centrales frigoríficas en las que hemos tenido que estar trabajando toda la noche. Había que solucionarlo de alguna manera porque no puedes dejar en el aire el problema. Nosotros somos una empresa de grado dos, que implica que podemos dar servicio a cualquier potencia frigorífica. Pues nada, un supermercado grande al que se le estropeó una central frigorífica y se quedaron sin neveras. Un supermercado sin neveras o sin congelación puede cerrar puertas. Y la verdad que nos vimos muy apurados, pero al final lo sacamos adelante.

¿Qué implican esas urgencias?
— Pues en el caso de este supermercado que te llamen a las 4:00 de la mañana avisando que se ha ido la luz, han puesto generadores y las cámaras han reventado. Y te tienes que ir. Y no me sabe mal. Si me llaman porque es una urgencia realmente, no me sabe nada mal. Porque te das cuenta que les hace falta y no puedes decir que no. Es diferente que un domingo en un restaurante tengan ocho fogones y se les estropee uno. Yo enviaré a alguien o incluso iré yo mismo. Pero hay urgencias y urgencias. Una vez nos llegaron a llamar a la 1:30 de la madrugada, que nos llevamos un susto, porque se les había estropeado la cámara de los cocos. Y claro, los cocos tenían que estar fríos para hacer los cocolocos. Y cámara de cocos igual te imaginas algo muy grande, pero era una nevera.

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¿Cuánta gente trabaja en la empresa, y cuando es el pico de personal?
— Ahora somos 10 personas, y es el momento que más trabajo tenemos. De hecho estamos buscando a dos personas más, un ayudante y una persona de mantenimiento interno de la empresa. Aunque somos una empresa de mantenimiento, también necesitamos un mantenimiento propio, como puede ser arreglar cosas de la tienda, encargarse del mantenimiento de los vehículos y llevarlos al taller… no puedes coger a alguien de dentro de la empresa para hacer mantenimiento propio, porque lo quitas de la rutina de su trabajo.

¿Trabajáis también con particulares?
— Cada día menos, sobre todo en tema de climatización. El tema de climatización, si no es industrial, la climatización doméstica, es un tema que se ha prostituido mucho. Cualquiera te monta hoy en día un aire acondicionado sin carné de instalador ni seguros.

¿Genera problemas este intrusismo?
— Sí, muchos. Al final te acaban llamando para que les vayas a solucionar un problema que tú no has creado, y no tienes la moral como para ir arreglándolos.

Pero además de climatización, os encargáis de otros tipos de maquinarias ¿qué abarcáis?
— Tenemos una línea de lavandería que llevamos desde hace ocho años dedicada a la hostelería, después tema de cocinas, extracción de humos, ventilación, acero inoxidable, y ahora incluso fabricamos buffets para hoteles.

¿Cómo es esa fabricación?
— Pues lo que sería todo el espacio al que acuden los clientes de hoteles durante las comidas, también las zonas de show cooking, donde trabajan los cocineros frente a los clientes. Este es un tema que yo tenía mucha ilusión que se pudiera hacer aquí. Porque al final dependes de empresas de fuera, que a veces al final no lo dejan a tu gusto o en el transporte llegan cosas rayadas o rotas que tienes que cambiar. La respuesta que das ante el cliente no es la misma. Porque a veces, por mucho que exijas un plazo de entrega, no sabes cuando te lo acabarán.

¿Y son encargos personalizados?
— Sí, normalmente tenemos una reunión con ellos, le mostramos ejemplos al cliente y ya nos adaptamos al espacio en el que trabajaremos. Fabricamos las mesas de acero inoxidable, carros de distribución...es una faceta nueva.

¿Y trabajáis en un taller propio?
— Sí, compramos maquinaria especializada como plegadoras, cizallas, esquinadoras, taladros… y lo tenemos en una nave todo centralizado.

¿Y en tema de venta de maquinaria, qué particularidades tenéis?
— Llevamos marcas punteras de forma exclusiva, algo de lo que estamos muy orgullosos. Desarrollamos un trabajo muy interesante. Si montamos un horno, viene un cocinero de la marca, le explica como va… es un plus más que intentamos dar. No es simplemente dejar la máquina, intentas que el cliente sepa como sacarle el máximo partido. Porque son máquinas que no son baratas.

¿Cuéntame sobre el futuro de la empresa?
— Ahora mismo es complicado desarrollarse más en Ibiza. Primero porque no hay sitios en los que crecer, naves en las que se puedan por ejemplo fabricar conductos de aire acondicionado o de ventilación. Encontramos un rinconcito donde hacer este taller, en el que hemos puesto altillos para doblar la capacidad.

¿Has acabado teniendo el negocio que querías?
— Sí, lo podría desarrollar más, pero el problema en Ibiza es el espacio.