Hoy vamos a tratar sobre uno de los personajes relevantes que pasaron un tiempo en Ibiza, en una especie de cárcel al aire libre.

Hoy vamos a tratar sobre uno de los personajes relevantes que pasaron un tiempo en Ibiza, en una especie de cárcel al aire libre. Es Carlos José Laborda Clau (1783-1853) a la sazón obispo de Palencia y conde de Pernía.

Don Carlos fue un hombre muy erudito, de hecho uno de sus mejores amigos fue el menorquín y cronista del reino de Mallorca, José María Quadrado, probablemente junto con Menéndez Pelayo el polígrafo más importante en la España del siglo XIX.

Laborda estudio teología en Huesca, y tras rechazar varios episcopados, entre ellos el de Canarias, no le quedó otra, por presión de sus superiores, que ser obispo de Palencia (1832), donde le pilló una gran epidemia que diezmo al diez por ciento de la población de su diócesis. Fue siempre un obispo díscolo con el poder. En 1836 ya se la acusó de carlista y aunque finalmente no se pudo probar el cargo fue confinado en Ciudad Rodrigo y en otros puntos de la geografía española en plena primera guerra carlista (1833-1840). Las cosas se le complicaron a nuestro obispo porque fue detenido ya más en serio pasó a formar parte de una cuerda de más de cien presos y finalmente el gobierno liberal decidió mandarlo a Ibiza, adonde llegó un 7 de marzo de 1837 y donde estuvo cuatro años con problemas de salud, sobre todo en la vista.

De Ibiza fue traslado a otro confinamiento, el pueblo del Llevant mallorquín Artà, finalmente Isabel II decidió levantar el arresto del prelado con la condición de que se pasase antes por la Villa y Corte a besarle la mano a la reina y que jurara la Constitución. De esta forma pudo don Carlos reintegrarse a su obispado palentino donde se dedicó de pleno ya no a actividades políticas, bastante había tenido que pasar por eso, sino a los temas pastorales que le eran propios.

Su paso por Ibiza

De este asunto se ha escrito poco y es un temas muy jugoso para los investigadores isleños. Hay un estudio de Jesús San Martín sobre la vida del obispo Laborda y en el mismo hay una serie de interesante apreciaciones sobre Ibiza, y lo mismo se puede decir de la investigación que hizo Julio Gorricho (1971) basada en documentos del Archivo del Vaticano titulada Relación de la fuga, prisión y destierro del obispo de Palencia. Pienso que en los archivos ibicencos tiene que haber materiales sobre el paso del obispo de Palencia.

Lo cierto es que parece que Laborda decidió de un día para otro largarse de la diócesis palentina, antes dejó una carta explicando que algún día contaría los motivos (estaba el obispo convencido de que lo iban a perseguir). Lógicamente su equipo se quedó pasmado, no esperaban nada de todo esto y menos que se largara si avisar siquiera.

El obispo salió de Palencia de incógnito, vestido de sacerdote y con 42.000 reales en una maleta, puso rumbo al norte peninsular, o sea hacia territorio carlista (ese fue el fundamento de la acusación de que fue objeto), pero un carabinero lo detuvo, lo mandaron a la cárcel de Madrid, posteriormente se decidió su confinamiento en Ibiza.

Desde nuestra Isla, en 1837, escribió una carta en un extraordinario latín al Papa en la que venía a decir que los liberales estaban atacando, valga la redundancia, la libertad de la Iglesia y que eso le hizo tomar postura. Estaba completamente en contras del decreto de exclaustración general, más conocido como Desamortización.

Laborda fue agasajado por el obispo de Ibiza que le preparó una espléndida habitación en la que solo podía estar unos días, luego alquiló una casa porque el hombre tenía bastantes posibles. Laborda fue muy bien tratado por los ibicencos, pero lo que pasaba es que el clima de la Isla no le iba bien por razones que ignoro. En el periódico El Católico de 1840 leemos que la isla de Ibiza «quebrantaba la salud» del prelado, debe ser uno de los pocos casos en que eso sucedía dada la avalancha de turistas, sol y playa, que tiene Ibiza actualmente…