J.M.S., de 60 años, se sentó ayer en la banqueta de los acusados para ser juzgado por un tribunal de la Audiencia Provincial. | Alejandro Sepúlveda

El fuego fue accidental, no intencionado. Es el argumento que expuso ayer ante el tribunal J.M.S., el hombre de 60 años que se enfrenta a una petición de 11 años de prisión por el incendio que el 25 de julio de 2016 sobresaltó a los vecinos del número 28 de la calle Vara de Rey de Sant Antoni. J.M.S. declaró que había intentado apagarlo con una toalla pero que el fuego era imparable. La testifical del acusado abrió la primera jornada de la vista ante una sala en la que se reprodujo la grabación de la llamada que el acusado hizo al 112 y en la que reconoció que había sido él quien había «metido fuego» a la casa por «desprecio» y por «despecho», y dijo a la operadora que se iba a «entregar».

Interrogado por el fiscal, el acusado negó reiteradamente que el incendio fuera intencionado, y explicó que en el momento de los hechos había bebido y que había vertido acetona sobre un colchón cuando estaba utilizándola para limpiarse manchas de tabaco de las manos.

En el primer día de vista, el acusado narró que vivía en el piso junto a otra mujer, que no era la propietaria, sino que se lo había subarrendado por 400 euros al mes sin firmar ningún contrato. Asimismo, rechazó que generalmente tuviera problemas de convivencia con la inquilina, si bien en una ocasión discutieron porque la mujer decía que había encontrado drogas en la lavadora, aunque él sostenía que era tabaco. En este sentido, añadió que el día anterior al incendio también había discutido con la inquilina porque ésta le había exigido una fianza y quería subirle el precio para quedarse en el piso, porque había otras personas dispuestas a pagar más.

Ante esta tesitura y según el relato del acusado, el hombre hizo la maleta para marcharse de la vivienda, aunque apostilló que no pensaba irse hasta que tuviera otro lugar donde quedarse, porque tenía pagadas dos semanas más.

Colilla y acetona derramada

Según su versión, el día de los hechos estuvo limpiándose las manos con acetona para tratar de eliminar manchas de nicotina, y en este proceso derramó accidentalmente líquido sobre el colchón de su cama. Después se puso a fumar. Aseguró no saber cómo se originó exactamente el fuego, pero que éste pudo producirse por una chispa del mechero que soltó tras encender el cigarro. El acusado sostiene que el fuego creció rápidamente porque en la vivienda había mucho material inflamable -principalmente cajas llenas de ropa- y que intentó apagarlo con una toalla, pero que al no conseguirlo decidió abandonar la habitación. De camino a la salida cogió la maleta que había preparado, salió dejando la puerta cerrada y llamó al 112 cuando había recorrido unos 100 metros desde el edificio. Aseguró que no lo hizo por tener cargo de conciencia sino que lo hizo con la intención de que «apagaran el incendio».

La operadora le tomó varios datos y le apuntó que no había nadie más en la casa y que fue él quien le había «metido fuego».

En la grabación, la telefonista le pregunta «¿por qué lo ha hecho?», y él contesta que «por desprecio» y «por despecho». Le manifiesta que se iba a «entregar» aunque no sabía «dónde». Poco después se entregó en el retén de la Policía Local de Sant Antoni.

La Fiscalía sostiene que el acusado vertió deliberadamente el bote de acetona sobre el colchón de la cama, que le prendió fuego y que después huyó del lugar. Solicita 11 años de prisión y más de 25.000 euros de indemnización.