Felipe Vivancos, de la empresa murciana El Tirol, muestra una porción de la tortilla de patatas que ayer cocinó para 600 personas en el Paseo Vara de Rey de Ibiza. | DANIEL ESPINOSA

Desconocemos si habrá un registro que haya contabilizado alguna vez estas cosas, pero viendo la cantidad de gente que se acercó ayer por la tarde al Paseo Vara de Rey de Ibiza seguro que la tortilla de patata que ayer cocinó Fernando Vivancos de la empresa murciana El Tirol ha sido la más fotografiada de la historia reciente de Ibiza.

Cientos de personas se desplazaron hasta el céntrico paseo a disfrutar con sus hijos en los distintos talleres organizados por S’Espurna y con el concurso de disfraces pero una vez que el olor fue anunciando que la tortilla estaba en su punto la mayoría se acercaron hasta el fuego de leña que ardía junto al árbol solar. Sin embargo la primera impresión decepcionó a más de uno. Muchos esperaban ver allí la tortilla en una gran sartén, «como en casa pero más grande», pero se encontraron con un extraño utensilio de acero inoxidable con una gran rueda en su lateral. Estaba tapado y de la tortilla «de toda la vida» de momento ni rastro.

Sin embargo, la espera mereció la pena. En torno a las 19.30 horas llegó el momento más esperado por todos los presentes. Fernando y su ayudante quitaron la tapa y apareció algo rectangular que a simple vista parecía quemado. De hecho, alguno de los que estaba mirando, aventuró que se les había «socarrat una mica sa truita». Afortunadamente eso no fue así. Con precisión casi de cirujano los cocineros retiraron de la parte superior aquel plástico de color marrón y allí estaba ella, una tortilla de patatas que lucía orgullosa, perfecta y casi de concurso. Entre el humo que desprendía se veía su buen color y eso animó a los asistentes. «Qué maravilla, nunca había visto algo así porque las tortillas en mi casa siempre se han hecho redondas y no rectangulares pero según como huele seguro que sabe muy buena», confirmó Paquita, una señora de Triana, en Sevilla, que había venido de viaje del Imserso con su marido Pepe. Y como querían comprobarlo en primera persona corrieron raudos y ágiles a ponerse en la cola para esperar su turno.

Fernando Vivancos superó con nota la prueba ya que la mayoría de los que probaron su tortilla aseguraron que estaba muy buena aunque le faltara «algo de sal». Junto a su empresa lleva haciendo esta tortilla varios años y eso se nota. En esta ocasión la cocinó para 600 personas empleando 120 kilos de patata, 30 kilos de cebolla, 50 litros de huevina, y aceite y sal al gusto. «Está muy buena y eso tiene mucho mérito porque no es nada fácil hacer una tortilla para tanta gente, que no se quede cruda por dentro y que las patatas no estén duras», aseguraba a mandíbula batiente Raúl, un jerezano que durante la temporada pasada ejerció de chef en un restaurante de Cala de Bou.

Concursos y talleres

Además, ayer no todo era tortilla en Vara de Rey. También había muchos niños de todas las edades, algunos disfrazados y otros no, y mucho padre y madre, la mayoría estresados pendientes de que ningún se desmadrara.
Afortunadamente contaban con la ayuda de los diez monitores de la empresa de tiempo libre S’Espurna que habían organizado distintos talleres infantiles. Los pequeños disfrutaban con los pintacaras y con el juego del fischer tip compuesto de piezas de fécula de patata.

Mientras, los que eran más mayores preferían los puestos donde podían elaborar prácticamente un disfraz completo con máscaras, corbatas, narices o pulseras.

Tampoco faltó ayer el concurso de mariol·los aunque desgraciadamente para los puristas de Ibiza entre la treintena de niños participantes apenas había dos o tres que se decantaron por esta forma de disfrazarse. En su lugar había un espantapájaros, un caballero de la estrella, un ninjatron, una roquera fashion, una pescadora con el pescaíto, superhéroes, un pato Donald, una científica, la Sirenita o un niño terremoto. Todos subieron al escenario lo pasaron en grande y sus orgullosos padres lo inmortalizaron para siempre en sus teléfonos móviles para luego presumir y lucir orgullosos.