Aroa Moreno.

Aroa Moreno Durán (Madrid, 1981) es periodista, autora de los poemarios Veinte años sin lápices nuevos (2009) y Jet Lag (2016), de biografías sobre Frida Kahlo y García Lorca, y en 2017 ganadora del Premio El Ojo Crítico por La hija del comunista. Sencilla, amable y cercana parece no afectarle las buenas ventas y los comentarios sobre su trabajo – Almudena Grandes dijo que era perfecta y la editora Lara Moreno no dudó en elegirla para publicarla en Penguin Random House –. Hoy estará en la librería Sa Cultural de Ibiza para participar en el ciclo Dones escriptores que organiza el Ayuntamiento de Ibiza en colaboración con la conocida librería de Ibiza.

—Es una de las escritoras más jóvenes en la edición de este año. ¿Es un reconocimiento a las que como usted vienen apretando fuerte?
—Creo que va más allá. Las jornadas son un gran escaparate para dar visibilidad al magnífico trabajo que llevan realizando desde hace años muchas escritoras de distintas edades y en distintos géneros literarios. Y por eso estoy encantada de que me llamaran desde Sa Cultural para participar.

—Eso es cierto. Parece que ahora hay un auge de literatura escrita por mujeres.
—Creo que eso es por dos motivos. Primero porque las mujeres ya no estamos relegadas al ámbito doméstico y cada vez ocupamos más espacio en la esfera pública. Es un reflejo de los avances que logrados. Y segundo porque los lectores están descubriendo la literatura que escribimos las mujeres y la forma que tenemos de darle forma al relato.

—¿Eso ayuda a que surjan nuevos nombres en la literatura española?
—Sin duda. Actualmente hay una amplia nómina con magníficos trabajos como Edurne Portela, Aixa de la Cruz, Lara Moreno... Hay muchas mujeres escribiendo porque las mujeres también tienen mucho que contar.

—Pero La hija del comunista se ha convertido en una de las grandes sorpresas de los últimos tiempos...
La hija del comunista me ha dado muchas alegrías. Ya hace dos años que fue publicada en Caballo de Troya y sigo hablando de ella y presentando la novela. La verdad es que ha sido un camino muy bonito para mí. Gracias a la novela he viajado y conocido a muchos lectores.

—¿Cómo surgió escribir La hija del comunista?
—Se cruzaron varias cosas. Yo había escrito poesía, relatos y artículos periodísticos y quería hacer algo largo pero nunca encontraba un tema que me motivara a escribir. En esos momentos, uno lleva los oídos y los ojos muy abiertos. Entonces conocí al poeta y activista republicano Marcos Ana, desgraciadamente fallecido en 2016. Él me contó cómo al ser liberado por el Partido Comunista le sacaron de España por los Pirineos y le llevaron de ruta por la antigua URSS, Cuba y algunos países de la Europa del Este para darlo a conocer. En uno de sus viajes pasó por la antigua República Democrática Alemana donde fue recibido por un grupo de exiliados españoles. Esto me llamó la atención porque no me sonaba que se supiera mucho de ellos, me puse a investigar y no encontré casi nada. Y ahí empezó todo.

—La novela está ambientada en Berlín en una época muy convulsa... ¿Cómo hizo para documentarse bien?
—Berlín es muy especial y su historia se palpa en cada calle y descampado. Como soy periodista documentarme fue apasionante, tanto como escribir el libro. Viajé dos veces a Alemania, visité los archivos de la STASI (la antigua policía secreta alemana) y hablé con algunos exiliados españoles que aún viven en Berlín, como Núria, hija de un republicano que montó una librería y ganadora de un Premio Nacional de Pintura en la RDA, o Mercedes, una niña de la guerra que primero emigró a Moscú y después se reunió con su familia en Dresde, también en la RDA.

—La protagonista es Katia, hija de un miembro del Partido Comunista exiliado en Berlín oriental. ¿Vivió realmente?
—Ella no pero si muchas familias españolas que vivían allí. La realidad de lo que vivieron aquellas familias supera cualquier ficción. Son personas con una vida muy dura porque tuvieron que dejar su país viviendo la Guerra Civil, la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Y a pesar de tener que abandonar su país nunca pudieron dejar de amarlo.

—¿Siente entonces que su novela pone voz a toda esa gente?
—No si tanto. Dejémoslo en que ha conseguido encender una pequeña luz sobre un tema de la historia que estaba a oscuras y que corría el riesgo de apagarse para siempre.

—¿Que está preparando ahora? ¿La hija del comunista supone un antes y un después?
—Ahora estoy con un nuevo proyecto que tiene que ver y no con La hija del comunista. Tiene que ver en cuanto a que he vuelto a rebuscar en la historia para contar algo, lo que pasa que ahora voy a traérmelo al presente para saber cuáles son las consecuencias de pasar página sin haberlo leído.