Antoni Isasi-Isasmendi con una de las máquinas que perteneció a su padre y que se pueden ver en la exposición. | DANIEL ESPINOSA

A falta de un museo dedicado al mundo del cine en Ibiza Sa Nostra Sala se ha convertido hasta el próximo 17 de mayo en una especie de museo oficioso. Todo ello gracias la exposición Isasi-Isasmendi en 3D que ha organizado el Consell d’Eivissa en la sala de la calle Aragón gracias al impulso y al empeño de su hijo, Antoni Isasi-Isasmendi Jr. En ella se puede encontrar todo tipo de material relacionado con el conocido director de cine y productor madrileño como los carteles de su filmografía, sus cámaras, máquinas de montaje, material de atrezzo de sus películas, un mapa mundi con todos los países donde rodó e incluso, una mini sala de cine con asientos cedidos por el Cine Regio para ver parte de sus películas. Un homenaje más que merecido a un director que cambió la historia de nuestro cine y que tuvo una vinculación muy especial con Ibiza hasta el día en el que falleció, un 28 de septiembre de 2017. Afortunadamente su legado está en muy buenas manos gracias a su hijo, Antoni Isasi-Isasmendi Jr. (Barcelona, 1958), quien está también muy vinculado al cine.

—Menuda exposición. Es espectacular.
—Gracias. Ha sido muy especial prepararla y espero que gracias a ella todo el público de Ibiza se pueda hacer una idea mucho más cercana de su figura. Ojalá que la gente no lo vea sólo como ese director retirado o ese tertuliano que siempre estaba dispuesto a echar una mano sino que ayude profundizar en su figura comprendiendo su importancia en la historia del cine español.

—Seguramente sí porque el material que tiene la muestra es enorme. Hay de todo. ¿Dónde tenía esto?
—Pues un poco de todo. En la exposición están presentes todos los carteles de su filmografía, prácticamente todas las cámaras que empleaba en sus rodajes, atrezzo de sus películas y hasta un mapa para saber que fue capaz de viajar por medio mundo rodando películas o documentales. Esto estaba en manos de la familia, en el almacén de la productora o lo tenía yo y ahora por fin lo pueden disfrutar los ibicencos. Es donde tiene que estar porque además casi todo se puede tocar y eso es muy importante.

—Hay una parte incluso dedicada a sus premios... Con todos los que ganó su padre habrá tenido que hacer selección...
—Un poco sí. Pero igual que con el material. Teníamos tanto que hubiéramos necesitado una sala mucho más amplia (Risas). Y sobre los premios hemos seleccionado los que más ilusión le hicieron, como por ejemplo el Goya de Honor y la Medalla de las Bellas Artes que recibió en 2007.

—¿Todo lo que hay aquí no cree que podría ser el germen de un futuro museo del cine?
—Paso a paso. De momento y debido al éxito de la exposición se ha interesado por ella la filmoteca de Barcelona y la Española. Pero sí, creo que podría ser muy interesante tener un lugar fijo donde mostrar todo este material, pero ya no tanto por Isasi-Isasmendi sino que fuera mucho más amplio donde mostrar los carteles las películas que se han grabado en Ibiza o donde proyectar películas de forma fija. Creo que además sería un gran atractivo turístico.

—De momento usted es el guardián de su memoria... da la sensación de que no se podría haber dedicado a otra cosa que no fuera el cine...
—(Risas). Es cierto porque he tenido la suerte de conocer el cine desde que estaba en el bombo de mi madre. Después, ya recuerdo cosas de los rodajes de mi padre a los cuatro años así que fíjate. Y ya siendo más mayor he tenido la inmensa fortuna de haber trabajo junto a él en seis o siete de su películas.

—Usted que lo conoció tan bien... ¿su padre era un séper adelantado a su tiempo?
—Más que eso diría que era un tipo valiente y muy atrevido que se hizo así mismo. Si hubiera vivido en Estados Unidos podríamos decir que encarnó eso del sueño americano. Ten en cuenta que él era un niño de la guerra, que su padre murió cuando apenas tenía ocho años y empezó haciendo doblajes siendo bien pequeño. Después entró como aprendiz de montador con 14 años y era tan bueno que cuatro años después ya era el jefe y tenía ocho o diez personas a su cargo.

—¿Siendo montador es donde descubrió su pasión por el cine?
—Sin duda. Además, haciendo ese trabajo aprendió todo lo que se cocina en cada película y por eso luego era capaz de hacer de todo en un proyecto, desde el guión al montaje, pasando por supuesto por la dirección, la localización, la producción o la promoción.

—Entonces, ¿empezó casi de la nada?
—Sí. No había ido a la escuela y fue totalmente autodidacta. Sus primeras películas la hizo con medios muy precarios pero con mucha ilusión. De hecho en la exposición se puede ver una de las primeras cámaras que empleó. Es de 35 milímetros y pagó 10.000 pesetas de sus ahorros, lo que era un dineral. Con ella grabó sus primeros cortometrajes hasta que tuvo la suerte de ganar con uno el Premio Ciudad de Barcelona.

—¿Fue el inicio de su éxito?
—Bueno digamos que un paso más. Lo que consiguió es que le llamaran del NODO para rodar una película sobre el camino de Santiago. Y creo que sí, ahí empezó su carrera como director.

—A lo largo de su trayectoria Isasi-Isasmendi rodó todo tipo de películas, abarcó todos los géneros. No hay muchos directores que puedan presumir de eso.
—Es cierto porque mi padre era una persona muy inquieta. Comenzó haciendo películas que él pudiera controlar y que no supusieran un gran coste económico. Desgraciadamente o afortunadamente no tuvo el éxito deseado en taquilla y por eso decidió ir probando un género tras otro hasta que llegó en 1963 La máscara de Scaramouche.

—¿Esa película es la que marca un antes y un después en la carrera de su padre?
—Sin ninguna duda. Algunas productoras extranjeras ya se habían fijado precisamente en él por su capacidad para hacer tantos géneros y por eso confiaron en él para hacer esta coproducción francesa. Fue un éxito de taquilla y de público y no sólo marcó un antes y un después en la trayectoria de mi padre sino también en la historia del cine español. Hasta entonces estaban de moda las películas de espadachines pero ninguna con las escenas de acción como La máscara de Scaramouche.

—Desde entonces no paró de hacer coproducciones con otros países. En este sentido fue un gran adelantado y abrió camino a muchos de los que vinieron detrás...
—Claro. Antonio Isasi-Isasmendi grabó coproducciones con Italia o Alemania y por supuesto con la Warner, en Estados Unidos. Y luego sus películas dejaban mucho dinero porque trabajaban grandes estrellas del momento, tenían mucha acción y grandes efectos especiales y sobre todo se estrenaban en más de 40 salas al mismo tiempo en Estados Unidos.

—¿Abrió las puertas a los que vinieron después?
—Pienso que sí. No creo que en su época hubiera muchos más directores que lograran eso. Puede que sí, que José Luis Borau, Almodóvar o Alejandro Amenábar le deban mucho porque Isasi consiguió abrir un camino que hasta entonces estaba cerrado.

—Sin embargo, su filmografía no es muy extensa.
—Sí, porque cada una de sus películas llevaba mucho tiempo hacerla. Cada proyecto era muy complicado de levantar porque requería de muchos medios. Además, mi padre era muy meticuloso y le encantaba involucrarse casi en todo, sobre todo en el montaje que era su gran pasión. A veces yo creo que ponía en marcha esas superproducciones para poder meterse en una sala de montaje oscura durante varios meses (Risas).

—¿Tanto que inventó una máquina especial de montaje?
—Bueno es que él siempre medía los gastos al milímetro. Por eso si necesitaba una grúa la hacía construir o si necesitaba grabar debajo del agua en lugar de encargar una plataforma estanca a Estados Unidos la manda hacer aquí. Mi padre decía siempre que el dinero tiene que estar delante de la película para que el espectador pueda disfrutar de un gran producto. A pesar de que en sus inicios contó con presupuestos muy limitados consiguió hacer un cine tremendamente digno y competitivo gracias a su gran imaginación.

—En Ibiza su figura es muy importante. Dejó una gran imagen.
—Ibiza era más que su casa. Aquí, cuando decidió que se retiraba, lo recibieron con los brazos abiertos y todo ese cariño siempre lo devolvió con creces. Hizo todo lo que tuvo a su alcance para devolver tanto cariño a esta isla que tanto quería.

—Fue padrino de muchos de los directores jóvenes que hay en la isla...
—Sí. Aunque estaba retirado le encantaba echar una mano a todos los jóvenes que se lo pedían. Héctor Escandell, David Marqués, Pedro Alcántara... creo que aprendieron mucho con él y el también con ellos.

—Para los que tuvimos la suerte de conocerle... el mejor legado que nos dejó fue su sencillez y su humildad.
—Gracias. Antonio Isasi-Isasmendi siempre fue muy generoso porque era consciente de donde venía y como había conseguido todo. Sus orígenes humildes y esa lucha por conseguir un sueño la mantuvo hasta el último día de su vida.