Horrach, haciendo el signo de integración, interviene hoy en las Jornadas de Humanización.

Las barreras de comunicación son uno de los principales problemas que se encuentran las personas sordas cuando van al médico. «En la sala de espera de una consulta de un centro de salud llaman por el nombre al usuario y si la persona sorda no va con el intérprete puede estar horas porque no escucha. Es una barrera de comunicación», dice Marina Horrach, que interviene hoy en las IV Jornadas de Humanización de la Unidad de Seguridad del Paciente.

Una de las maneras de subsanar esta barrera de comunicación es a través de pantallas informativas, como las que hay en el edificio de Consultas Externas de Can Misses. El paciente coge el turno, le asignan un número y controlan cuando le llega su turno. Sin embargo, las pantallas no están en todos los centros de salud sino que se le llama a la persona de forma oral. Si se va con intérprete no hay problema, pero sí si va solo. «Hay que hacerlo todo más inclusivo y que se pongan pantallas», añade.

Marina Horrach Moll es la intérprete de signos de personas sordas y de personas sordociegas que trabaja para la Federación de Personas Sordas de Balears con sede en Ibiza desde mayo de 2018. A ella recurren cuando tienen algún problema con alguna administración o para que les acompañe. «Si les envían una carta del hospital y el nivel de lectoescritura del usuario es bajo, piden cita para verme y les interpreto la carta», explica.
Horrach precisa que interpretar «no es traducir, sino significa hacer exactamente lo mismo con las manos y el cuerpo que dice la persona oyente». La mayoría de usuarios que recurren a su servicio lo piden con 48 horas de antelación para evitar que se solapen los servicios. Horrach va a la cita como un puente comunicativo entre «lo que dice la doctora y la enfermera, que interpreto en lengua de signos, y lo que dice la persona en lengua de signos a lengua oral».

Reconoce que tiene mucha demanda de usuarios, «porque un servicio de interpretación se hace en cualquier ámbito y en cualquier momento de la vida de la persona, pero el ámbito sanitario tendría que estar más sensibilizado con este colectivo».
Vía de comunicación

De hecho, el objetivo de su intervención hoy en las Jornadas es ofrecer estrategias al personal sanitario para que aunque no sepas lengua de signos y no haya un intérprete se puedan comunicar con la persona sorda que utiliza la lengua de signos como vía de comunicación. «Como profesional, quiero conseguir que las personas se sensibilicen un poco y aprendan algo», dice.

Entre estas estrategias recomienda «señalar qué estas haciendo, qué necesita, qué se siente y si le vas a poner un suero se lo señalas». También saber lo que es la atención dividida: «Si está apuntando algo no puede seguir hablando porque la persona sorda está apuntando, no te está viendo, en el caso que haga lectura labial. O te está mirando o escribiendo, pero no las dos cosas a la vez». También ocurre que en la consulta, a veces por desconocimiento, el personal sanitario habla con la intérprete, «pero hay que mirar al paciente porque intentan mantener la mirada».

Horrach trabaja más con las personas que utilizan la lengua de signos, alrededor de unos 33 personas, pero también hay personas sordas bilingües y oralistas, que no va necesariamente con un intérprete pero necesitará que se utilicen algunas técnicas como la señalización.

Asegura que la discapacidad auditiva es invisible y que a la hora de tratar de comunicarnos se cometen muchos errores, como gritar. «Muchas personas cuando tienen una persona sorda delante elevan el tono de voz, pero cuando elevas tu tono de voz la persona sorda puede interpretar que estás enfadado; si se tiene un referente visual lo arreglamos un poquito», aconseja.