Un autoretrato del pintor y fotógrafo Narcís Puget Viñas.

Para muchos el pintor más importante que ha tenido Ibiza fue Narcís Puget Viñas (Eivissa 1874 - Santa Eulària des Riu 1960), cuya obra, afortunadamente, todos podemos disfrutar en el museo a su nombre en Dalt Vila.

Fue pintor con gran sentido de la composición y paleta variada y espesa, buen conocimiento de la técnica y capaz de conseguir, algo muy difícil, el movimiento sin abusar el dibujo, sino con pinceladas a veces gruesas y otras más estilizadas. Su obra, a mi juicio, se caracteriza por la difuminación de lo lineal en beneficio de lo pictórico. La misma es por otra parte muy importante, como estudió Maria Lena Prats, para conocer los tipos y la indumentaria de la Ibiza que le toco vivir, de modo que tenemos a un gran pintor y a la vez un estupendo documentalista de la vida cotidiana y festiva ibicenca de la primera mitad del siglo XX, una vida que prácticamente ha desaparecido o de la que cada vez queda menos.

El diploma sobre El Quijote
En este artículo no vamos a contar su vida, de sobra conocida, pero sí vamos a abundar en algunos aspectos tangenciales de cómo fue recibida su obra por la crítica española de su tiempo, especialmente en Madrid.

Comencemos con La Ilustración Artística, revista barcelonesa que publicaba la editorial Montaner y Simón. Ésta, recoge el 26 de junio de 1905 una fotografía en la que se aprecia el diploma que ha hecho un joven artista, Narcís Puget, para un concurso organizado por la Escuela Superior de Bellas Artes de Barcelona que tiene como tema el tercer centenario de la publicación del Quijote. Puget quedó segundo, y el diploma, como pueden ustedes ver, es de una gran belleza. El concurso lo ganó un Francisco Labarta Planas, que acabó siendo ilustrador, profesor de dibujo y colaborador en varias revistas. El jurado destacó del diploma de nuestro Puget la corrección con que están dibujadas y alineadas las figuras.

El diploma quijotesco de Puget debió gustar bastante porque del mismo también dio cuenta la prestigiosa revista Materiales y Monumentos de Arte Español de 1905, que lo publicó utilizando la técnica de la fototipia. En ese mismo número aparecen fotos del trascoro de la catedral de Toledo y del altar del Corpus de la catedral de Palma. Es decir, la revista tenía su fuerte en mostrar imágenes fotografiadas, lo que era entonces una novedad. Lo interesante es que fueron muchos los que vieron el diploma diseñado por Puget.

‘Princesas de cuento oriental’
En la revista La Esfera del 6 de julio de 1929 se publicó un amplio reportaje sobre el pintor ibicenco y se reprodujeron dos cuadros suyos muy dinámicos que representaban el bullicio de las fiestas ibicencas.

El reportaje es sobre la exposición que comparten el artista mallorquín Juan Fuster y Puget en la famosas Galerías Layetanas, muy importantes para dar a conocer al pintor ibicenco desde su primera exposición en 1925. Salir en La Esfera no era cualquier cosa porque era la mejor revista gráfica española de su tiempo, de modo que nuestro pintor se apuntó un buen tanto. El artículo estaba firmado por Silvio Lago, seudónimo del crítico de arte José Francés, quien también conocía la obra de otro ilustre frecuentador de Ibiza, Rigoberto Soler.

Narcís debió hacer muy buenas migas con Lago porque se suelta y hace una apología de Ibiza que el periodista madrileño, de prosa novecentista y alambicada, así traducirá: «En Ibiza se sentirán arder el pensamiento y los ojos. El sorollismo queda un poco mortecino en el recuerdo frente a estas notas de tal agresividad lumínica. Ciertamente, la apelación del artista está justificada. Esos trajes arcaicos y magníficos que transforma a las campesinas en princesas de cuento oriental; paisajes con calidades gémicas, con desfiles de las triangulares pompas de pendones, señeras y banderas por las calles blanquísimas y bajo el cielo terso, sin una sola nube, merecen ser contemplados en su vivida fulguración propia», así se las gastaba Silvio Lago o José Francés con la inestimable ayuda de Puget.

Sobre el asunto del sorollismo, que se lee en el artículo recordemos que gracias a la presión de Sorolla, Puget recuperó las ganas de volver a pintar. Hay una fotografía en el Archivo del Museo Sorolla de Madrid hecha por Puget, en la que se aprecia al pintor valenciano pintando Los contrabandistas. Esa foto la publicamos, cual exclusiva, en Periódico de Ibiza y Formentera hace unos años.

El pintor de la barba rebelde
En el periódico La Libertad, que era muy popular, el 14 de enero de 1931 apareció una nota sobre la exposición de Puget en el salón de Arte Moderno del Palacio de Bibliotecas y Museos, es decir en lo que es hoy la Biblioteca Nacional, situada en el Paseo de Recoletos de la capital de España.

En dicha muestra los visitantes pudieron ver 35 lienzos que tenían como tema los paisajes, tipos y costumbres de Ibiza. La exposición estuvo abierta toda la segunda mitad del mes de enero y el sitio no podía ser mejor para exponer, en pleno centro de la capital. De la misma dio buena cuenta Gil Fillol, uno de los críticos de arte más famosos de la época, en el periódico Ahora, en el que también escribían Unamuno y Valle Inclán. En su artículo hace un magnífico retrato de nuestro pintor: «Gesto implacable de pintor. Barba rebelde, a la moda de los bohemios de Montmartre. Mirada ahíta de luz como sus cuadros. La estampa física de Narciso Puget es una revelación de su pintura».

En ese mismo texto aparece una de las grandes obras de Puget que pudieron ver los madrileños: el retrato del maestro Mayans, un cuadro impresionante sobre todo por la forma de captar el gesto y semblante de su viejo amigo.

No hace falta añadir que el ibicenco conocía muy bien Madrid y, desde luego, el Museo del Prado donde a lo largo de su vida fue bastantes veces a copiar a clásicos como por ejemplo Velázquez. En una de sus estancias en Madrid retrató Puget a un paisano suyo, Cardona Tur, obispo de Sión y más tarde Patriarca de Indias, pero sobre ese asunto y cómo acabó ese cuadro, les contaré cosas en un futuro artículo.