El día de Sant Jordi volvió a ser todo un éxito de público en Vara de Rey. | DANIEL ESPINOSA

Un año más y viendo como estaba ayer el Paseo Vara de Rey de Ibiza o los alrededores de la iglesia de Sant Jordi durante el día de ayer los libros y las rosas se pueden volver a sentir orgullosos de su gran día.

Miles de residentes, turistas y curiosos se lanzaron a las calles de estos dos pueblos para cumplir con la tradición que dice que hay que regalar una rosa para ellas y un libro para ellos. Y lo hicieron de todas las edades, desde algunos muy pequeños como María Tur Robles, que aunque aún no sabe leer buscaba un libro de la serie Lady Pecas para que sus padres y abuelos se lo leyeran por la tarde, hasta lectoras compulsivas como la madrileña Julia González Mangada, que aprovechó que está en Ibiza visitando a su hijo y a su nieto Aitor para comprar en un puesto solidario dos libros de Alfonso Usía, otro del dúo Gomaespuma, otros dos de anécdotas de enfermeras y de la línea 11811 y dos infantiles sobre animales.

En el otro lado también estaba Jordi, que aprovechando su nombre y la festividad, se armó de rosas como hace cada año para regalar a las mujeres que más estima. A cambio, cree que recibirá, entre tres o cuatro libros sobre historia náutica o aventuras en el mar que son sus favoritos. Eso sí, no acepta otra cosa que no sea en papel porque «si no no sería un libro, sería otra cosa completamente diferente que a mi ya no me interesa».

Sin un gran título claro
Como viene siendo habitual durante los últimos años este Sant Jordi no tiene un gran ganador claro. Aunque algunos best sellers en castellano como Sakura de Matilde Asensi, Lo mejor de ir es volver de Albert Espinosa, Tiempos de esperanza de Emilio Lara, Todo lo que sucedió con Miranda Huff de Javier Castillo o El amante silencioso de Clara Sánchez parecen éxitos seguros también la gran cantidad de asistentes a Vara de Rey hace que el listado de títulos comprados sea prácticamente infinito.

Por ejemplo, Joel, un barcelonés afincado en Ibiza desde hace un par de años se decantó por libros escritos en catalán, en este caso Digues un desig, novela por la que Jordi Cabré consiguió el último Premi Sant Jordi, o La Vigília, una nueva entrega de la serie negra que ha escrito Marc Artigau. Otros nombres en catalán que también se llevaron algunos lectores como Silvia o Marc fueron Disset pianos de Ramon Solsona o la novela corta de Anna Monreal Tristany.

Mientras amantes de la novela negra o de intriga como Pedro, Carlos o Lucía apostaron por Laberinto griego de Philip Kerr, La frontera de Don Winslow y La red púrpura de Carmen Mola, respectivamente. Por su parte, Luis Antonio, «ávido lector de historia» se llevó a casa para regalar a su pareja Mariana, «también amante de todo lo relacionado con la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil española», tres libros «que tienen una pinta estupenda»:

Un ruso blanco en la División Azul de Xosé M. Núñez y Oleg Beyda; Mi misión en España. En el umbral de la Segunda Guerra Mundial de Claude G. Bowers, y El contraataque aliado de James Holland. Y entre los que preferían otros géneros estaban Miguel, Santos y Cuca, quienes compraron ayer La biblia negra, escrita por los editores de la revista Mongolia; A finales de enero, en el que Javier Padilla recrea la historia de amor de tres destacados activistas contra la dictadura, los abogados laboralistas Dolores González y Francisco Javier Sauquillo, víctimas de la matanza de Atocha de 1977, y el estudiante Enrique Ruano, fallecido en 1969 durante un interrogatorio policial; y Odio eterno al fútbol moderno, Un homenaje al fútbol de antaño, escrito por Carlos Roberto y Miquel Sanchis.

Satisfacción entre los libreros
Por todo ello entre los libreros, editoriales y asociaciones presentes en Vara de Rey había satisfacción. La mayoría iban de un lado para otro agobiados para intentar encontrar el libro que les pedía el público y además tener tiempo para recomendaciones por lo que atender a los medios era una tarea, lógicamente, bastante complicada.

Uno de los más veteranos, el ibicenco Miquel Costa, siempre con su inseparable sombrero y estrenando nombre de su editorial, Miquel Costa Editores explicó a Periódico de Ibiza y Formentera «es un día muy bonito porque al final la gente siempre se anima a comprar y eso es bueno para nuestra cultura y nuestra lengua». No en vano, él junto a Ediciones Aïllades o el Institut d’Estudis Eivissencs son los que apuestan por temas relacionados con Ibiza y Formentera. Unos temas que, según Costa, también gustan mucho, sobre todo entre los ciudadanos de habla catalana. Y aquí, al igual que en el resto, tampoco hay un ganador claro.