Los vecinos utilizan las fachadas de los edificios y el muro levantado por Vila para tender su ropa.

La pasada semana se cumplieron tres años del desalojo pacífico de las 44 infraviviendas de la UA-27, situadas entre las calles Alt y Retir del barrio de sa Penya. Y, desde entonces, poco o nada ha cambiado en la zona. El muro que levantó el Ayuntamiento de Eivissa para evitar las okupaciones en el inmueble está aparentemente intacto y los vecinos lo utilizan para tender su ropa. Eso sí, desde el interior de las viviendas que no tienen tejado asoman un buen puñado de escaleras que hacen sospechar que alguna de ellas pueda estar habitada.

A principios de este año, el Ayuntamiento de Eivissa anunció que durante el primer semestre de 2019 empezaría la rehabilitación de esta manzana para convertirla en 11 viviendas de protección oficial (VPO). Un plazo que el Consistorio aún mantiene ya que asegura que la mesa de contratación de las obras ya ha propuesto a una empresa para que las ejecute. «El próximo paso es ultimar la contratación y la firma, que se llevará a cabo en la mesa de contratación que se celebrará esta semana», señalan desde Can Botino. Un proceso al que se han presentado dos propuestas y que llega después de que no se presentara ninguna alegación al proyecto durante la fase de exposición pública.

En su día, el Ayuntamiento de Eivissa llegó a un acuerdo económico con las familias afectadas, más de una veintena, y algunas de ellas consiguieron casa en Mallorca. Sin embargo, a los pocos meses, algunas de ellas regresaron a la Ibiza.
El barrio de sa Penya es la zona más degradada de la ciudad de Eivissa además de uno de los principales puntos de compraventa de drogas de la isla. Las sucesivas corporaciones municipales han intentado cambiar la realidad social del barrio, aunque sin demasiado éxito.

Un barrio hostil
Adentrarse en sa Penya supone una auténtica actividad de riesgo. Un deporte de alto riesgo que uno debe asumir si, por ejemplo, pretende visitar la Casa Broner, uno de los atractivos arquitectónicos de la ciudad que aparece en casi todas las guías turísticas y que el propio ayuntamiento promociona.
Sin embargo, los vecinos de esta casa-museo son poco hospitalarios con los visitantes del barrio, por lo que no es nada recomendable adentrarse en las callejuelas de esta zona.