Antonio Hormigo, en una fotografía de archivo con una de sus esculturas de madera.

El conocido escultor Antonio Hormigo falleció ayer a los 86 años de edad tras no poder superar los problemas de salud que acarreaba desde hace un año, cuando sufrió un infarto.
Hormigo, nacido en Sant Antoni en 1933, está considerado como uno de los escultores más destacados de las Pitiusas en el siglo XX y comienzo del XXI. Conocido por sus trabajos con madera autóctona de Ibiza y Formentera, fundamentalmente olivo, deja un legado abundante de obras siempre en relación con el Mediterráneo. Su misa funeral se oficiará mañana a las 18.30 horas en la iglesia de Sant Antoni.

El constructor de la madera
Según publica Sonya Torres Planells en la Enciclopèdia d’Eivissa i Formentera, sus trabajos siempre tuvieron como inspiración la naturaleza y se podrían incluir dentro del estilo figurativo simbólico en la línea surrealista. Partiendo de una idea previa, Hormigo seleccionaba la materia para dar forma a los seres generados por su imaginación, normalmente figuras humanas aunque también figuras fantásticas y, esporádicamente, formas simbólicas abstractas.

A lo largo de su trayectoria, destacó por «su corte preciso del cincel, los juegos de luces y sombras surgidos del modelado de las superficies, un pulcrísimo pulido que demostraba una cuidada técnica y maestría, la estilización de las estructuras figurativas y el predominio de la línea curva sobre la recta para evitar las simetrías».

Temáticamente, según Torres Planells, «su producción demuestra una clara preferencia por la representación del cuerpo humano, con inspiraciones naturales, históricas, mitológicas o fantásticas». Además, Hormigo también llevó a cabo conjuntos escultóricos de gran formato, realizados a partir de un tronco de árbol, «donde figuras y formas tortuosas se funden en contrapuestos y contorsiones inverosímiles para dar al espectador múltiples lecturas».

Aprendió de su padre
Antonio Hormigo aprendió a trabajar la madera junto a su padre, Antonio Hormigo Josefa, escultor y constructor de bastones, y después completó su formación de modo autodidacta.
Fue a partir de 1956 cuando comenzó a trabajar el gran formato y en 1964 cuando empezó a exponer regularmente en Ibiza después de participar en el Premio Isla de Ibiza. En 1973 fue invitado a llevar sus obras a una muestra en Noruega aunque esta gira no se llevó a cabo porque en su primera exposición individual, celebrada en la Sala de Exposiciones de la Caja de Ibiza en 1974, se vendió toda su producción. En 1975 participó en la exposición colectiva Pintores de Ibiza en el Palau de la Virreina de Barcelona y también expuso en la Galería Exoteria de Madrid. En 1977 inauguró su monumento Es verro, encargado por el Ayuntamiento de Sant Antoni e instalado en el camí de sa Vorera, justo en la confluencia de las calles Ramón y Cajal, Ample y Soledat del pueblo. Se trata de una figura en piedra, de dos toneladas y media de peso y unos 2,40 metros de altura, que rinde homenaje al pagès ibicenco representando un hombre haciendo un uc.

Un año después fundó junto a Paco Torres, Bert May y Hemi Michel, el Grupo 77, que se presentó en Sant Antoni y que ese mismo año participó en una exposición en el Kulturkreis de Oberursel en la localidad alemana de Frankfurt. En 1979 se presentó en la Caja de Pensiones de Ibiza con la exposición Homenatge a la Infància que también viajó hasta el Centro Cultural de la Villa de Madrid.

Más adelante, en 1989, Sa Nostra volvió a reunir a sus miembros en la exposición Grupo 77. Desde entonces su obra ha mantenido una presencia internacional, con exposiciones en la Galería del Oleils de Boef en París en 1983, en la Galería Nueva de Hagen en Alemania en 1983, en la Galería Palette de la localidad alemana de Wuppertal en 1987 y un año después en el Instituto Español de Cultura de Múnich, también en el país germano. A partir de ese año formó parte del Grupo RBK (Ring bergisher Künstler) de Wuppental, que llevó a cabo sus actividades de 1946 a 1996 y que le dio presencia permanente en Alemania.

Exposiciones en las islas
Entre sus muy numerosas exposiciones en Ibiza y Formentera destaca su participación en la II Setmana Cultural de Eivissa en 1976 o en el Salón de Primavera del Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza en 1978, donde repitió en 1980. Ese mismo año expuso en la Casa de la Curia de Ibiza Homenatge a Daifa; en 1981 en el Círculo de Bellas Artes de Palma y en la VIII Setmana Cultural de Eivissa; en 1982 en la exposición inaugural de la Galería Skyros de Ibiza y en 1983 en la inaugural de la Galería de Ibiza y en la muestra Cosas en Sa Nostra de Ibiza. Durante esa década Hormigo también participó en la muestra Art a Eivissa 84 de Sa Nostra, en los quinto y sexto Salones de Primavera del Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza y en Artistes Internacionals de la Fundación Carlos Dudek de Ibiza.

En 1990 participó en CreatIbiza, organizada por el Ayuntamiento de Ibiza y en 1992 en la Exposición Universal de Sevilla gracias a la Galería Skyros. En 1997 participó en la Feria Internacional de Arte de Granada Arte + Sur; en 1998 en Eivissa, anys 60. El nacimiento de Babel, y en 1999 en Eivissa L’art dels 70 del Museo de Arte Contemporáneo de Ibiza, y en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo Arte-Ibiza.

La última exposición que hizo en vida tuvo lugar en 2018 en el antesala de la sala de Plenos del Ayuntamiento de Ibiza. Fue una muestra conmemorativa de todo su trabajo a través de ocho piezas realizadas en madera.

Se ha escrito y grabado mucho de él
Su trayectoria fue recogida en un abundante material bibliográfico y visual. Entre ellos destacan Ibiza, la senda de los elefantes y Diccionario de los secretos de Ibiza de Mariano Planells; En la isla del dios Bes, de A. Barbero; el Diccionario biográfico de las Pitiusas, de M. Pesce o Gran Enciclopedia de la Pintura y la Escultura en Baleares del Gobierno Balear. También en 2008 Miguel Ángel González hizo un repaso a su trayectoria en Antonio Hormigo, Materia i esperit.

También se recogió su obra en los documentales Ibiza es una fiesta, de Grañena; el alemán Beautiful People; Baleares, de V. Roselló; y el monográfico Antoni Hormigo, que Renato Steinmeyer produjo en 1999 para la televisión Bávara y la TEF.

Además, recibió numerosos premios, entre ellos, el Premio Portmany que le concedió en 2010 el Ayuntamiento de Sant Antoni en reconocimiento a toda su trayectoria artística.

«Deja huérfano al arte de Baleares»
La presidenta del Govern balear, Francina Armengol, trasladó este miércoles su pésame a la familia y amigos del escultor Antonio Hormigo, y aseguró a través de su perfil de Twitter que las islas «pierden a un referente del arte con su muerte» y que «su obra quedará para siempre».

Mientras, la consellera de Cultura, Participació i Esports del Govern Balear, la ibicenca Fanny Tur, lamentó ayer a Periódico de Ibiza y Formentera la pérdida de Antonio Hormigo. «Nos quedamos huérfanos en el arte de las Pitiusas ya que es uno de los escultores que mejor ha sabido transmitir los colores y las texturas de las Pitiusas y del Mediterráneo en general». Además, Tur, que conocía bien a Hormigo al ser primo de su suegro, «destacó que a lo largo de su vida se comportó como el artista anti divo, siendo una persona muy cercana y con los pies en la tierra».

Precisamente, este es el rasgo de su carácter que más destacan sobre el escultor portmanyí quienes le conocieron bien. Uno fue el concejal de Cultura y Patrimoni del Ayuntamiento de Ibiza, Pep Tur. «Tuve el placer de conocerle en distintos momentos de mi vida, tanto como periodista como concejal cuando hace un año inauguramos una exposición en la antesala de la sala de Plenos del Ayuntamiento de Eivissa, y siempre me encontré con un artista humilde, nada endiosado y que vivía por y para su obra», resumió.

Tur lo calificó también «como un referente absoluto en el arte y la escultura de las Pitiusas y una extensión de ellas al trabajar siempre con materiales autóctonos a los que siempre cuidaba y trataba de forma perfecta». Por último, Tur hizo referencia a la vinculación del artista recientemente fallecido con su pueblo natal, Sant Antoni. «Ambos somos de la misma localidad y su influencia para mí ha sido muy importante en mi vida porque recuerdo perfectamente que una de las primeras exposiciones que contemplé en mi vida, siendo adolescente, fue una suya en el pueblo».

Elena Ruiz Sastre, directora del Museu d’Art Contemporani d’Eivissa, donde hay una de sus esculturas formando parte de la colección permanente, también lo conoció bien y también destacó su calidad humana. «Le tenía muchísimo aprecio y cariño porque ante todo era una muy buena persona y muy honesta». Así mismo resaltó «que siempre partió de sí mismo, siendo fiel a sus principios, honesto y sincero a una vocación y un trabajo escultórico que se caracterizó por el uso de las maderas locales».

Lina Sansano, actual directora del Museo Etnográfico de Can Ros, también coincidió en distintos momentos de su vida con Hormigo. De ellos, recordó especialmente a este diario cuando ella llevaba la dirección de la desaparecida sala de exposiciones S’Alamera, al final del Paseo Vara de Rey. «En aquella época fui junto a Goretti Costa a verle al taller que tenía en Sant Antoni y me quedé sorprendida por la magnitud de un trabajo con el que daba la sensación de penetrar en un precioso bosque escultórico pero también por encontrar una persona de gran calidez, humilde, afable y muy trabajadora, unos rasgos que ha mantenido a lo largo de su vida».

Unos rasgos que también destacó uno de los artistas que mejor le conocieron, el pintor Carles Guasch. «Él era el antidivo, un escultor de raza que vivía para la escultura y que trabaja todos los días para dar vida a las maderas». El artista ibicenco también recuerda «con especial cariño las tardes de tertulia en su estudio de Sant Antoni, donde se podía charlar con él de todos los temas, desde el arte a la vida, y siempre de forma amena y divertida».

Con respecto a su obra, Guasch, considera que Hormigo es uno de los grandes escultores que ha dejado la historia en las Pitiusas «gracias a que fue capaz de dar voz y vida a la madera de una manera que sólo él sabía, y todo sin arrancar en toda su obra un sólo árbol».

Por último, el gestor cultural y también artista Carles Fabregat, destacó la importancia de Hormigo «cuando no había muchos escultores locales» y el apego que mostró durante toda su vida a Ibiza y Formentera. «Fue un artista que transmitía su tierra en cada palabra, muy de su isla y muy del Mediterráneo y todo eso fue capaz de trasladarlo creando con maderas autóctonas obras en las que extraía lo moderno de lo tradicional».