El dispositivo de emergencia se activó el lunes y se prevé que esté en marcha hasta mañana.

Tres días después del incendio ocurrido en el edificio ‘okupa’ de es Viver, Cruz Roja, en coordinación con la Red de Inclusión Social de la concejalía de Benestar Social de Vila, mantiene su dispositivo de atención -habilitado en el Centro de Educación de Adultos de las Pitiusas (CEPA)- para las personas afectadas. Una cifra que ronda las 50 personas, según precisó el Ayuntamiento de Vila.

El lunes, el dispositivo atendió a un total de 41 personas, de las cuales 39 requirieron un espacio para pernoctar, siendo solo 27 las personas que siguieron pernoctando en el refugio en la noche del martes.

Según explicó Cruz Roja en un comunicado, la previsión es mantener este espacio hasta mañana «al prever que el número de personas que necesiten pasar la noche en el refugio irá disminuyendo a medida que pasen los días». Por su parte, el Ayuntamiento señaló que «el dispositivo durará mientras sea necesario y cada día hay reuniones de seguimiento para determinarlo», aunque quisieron matizar que se trata de una medida «excepcional y temporal» en respuesta a una emergencia.

El objetivo de la organización es ofrecer a los afectados ayudas de primera necesidad, tales como alimentos, ropa e higiene. Por ello, han ampliado el horario de su servicio de duchas hasta las 20 horas, además de entregar ropa del ‘armario solidario’. Cabe destacar que Cruz Roja también ha atendido otras necesidades de urgencia como el pago de medicamentos y gafas, además de prestar apoyo en la gestión de tarjetas sanitarias que perdieron algunos de los afectados en el incendio del inmueble.

«Ante una situación de emergencia como la que hemos vivido, es imprescindible ofrecer una respuesta rápida, ágil y coordinada y eso ha sido posible, una vez más, gracias al trabajo en red con el Ayuntamiento y, especialmente, gracias al apoyo de las personas voluntarias de la organización, así como la del personal técnico», manifestó Mary Castaño, coordinadora de la Cruz Roja en Ibiza.

Cáritas
Cáritas también tiene un papel fundamental a la hora de ayudar a los afectados por el suceso. Y es que son varias las personas que acuden cada día a sus instalaciones para poder comer, ducharse o conseguir algo de ropa.

Es el caso de Manuel (nombre ficticio), quien lleva 10 años residiendo en Ibiza, los cinco últimos en el edificio de es Viver por los «inaccesibles» precios de la vivienda en la isla. Trabaja en la construcción con un contrato estable aunque, después de lo sucedido el lunes, ha pausado su trabajo. «Tengo que empezar de nuevo y estabilizarme. No estoy emocionalmente preparado», dice al tiempo que cuenta que en el incendio murió su perro.
Por suerte, esa mañana le pilló fuera del inmueble, pero cuando volvió al mediodía se encontró con el barrio cerrado y lleno de humo negro. «Yo tenía todo allí: dinero, documentación, mi ordenador, papeles de trabajo... y entras en shock. En ese momento no sabes si reír o llorar y solo te preguntas: ¿Qué voy a hacer ahora?», cuenta.

A su lado está Miguel (también nombre ficticio). A él tampoco le tocó vivir el incendio desde el interior del edificio porque tenía cita en Cáritas para ducharse, además de que le iban a ayudar a mejorar su currículo «porque sigo buscando trabajo». Se enteró de lo que estaba pasando por una llamada de un amigo. «Pensaba que estaba bromeando, pero fui y vi el caos que había», lamentó. Él, como el resto de sus compañeros, también lo ha perdido todo.

Lleva dos años de idas y venidas a la isla y siempre ha dormido en ese edificio. «Llegas aquí y no tienes dónde ir. Sabes que vas a dormir en la calle, pero si te ofrecen ir ahí, vas», explica sin olvidar de decir que «si tuviera dinero para vivir en otro sitio, lógicamente no viviría allí».

Sospechas
Los afectados cuentan que en el edificio calcinado hacían una vida completamente normal. «Se piensan que somos yonkis y somos seres humanos. Se nos ve como si fuéramos el último peldaño de la sociedad porque no tenemos nada», espetan.

Uno de ellos explica que cerraban sus habitaciones con una cadena y un candado, para tener mayor seguridad e intimidad, pero que la convivencia siempre ha sido buena. «Cuando había algún conflicto, se calmaba rápido porque nos conocíamos y respetábamos», matiza.

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En esta línea, reconocen que aunque sí que había alguno de ellos que tiraba basura donde no debía, no era la tónica habitual. «La mayor parte de nosotros salimos de casa para trabajar y volvemos para descansar», dicen. El problema, ahora, es que «sin techo no tenemos ningún plan; si tú tienes un techo donde dormir, mañana piensas dónde vas y qué vas a hacer, si no es así, no puedes hacer planes».

Asimismo, no quieren ni pensar qué hubiera pasado si el incendio se hubiera declarado en horas nocturnas. «Estaríamos casi todos dentro», dicen. Y es que piensan que podría haber sido intencionado. «Esto se programó porque por la mañana la gente suele estar fuera y cuando menos víctimas podía haber», añaden.

Al parecer de estos dos afectados, las llamas se propagaron demasiado rápido y al mismo tiempo en toda la planta. «Un compañero tenía fuego a los dos lados de su habitación de repente», indicó uno de ellos. «Es muy raro que una obra de este tamaño se quemara, completamente, tan rápido. Hasta el jefe de bomberos se sorprendió de que el fuego no estuviera solo en un punto. El humo era muy negro, como de gasolina o neumáticos», insistió.

Presencia municipal
Estos dos afectados, que dijeron hablar por parte de muchos de ellos, reiteran que la ayuda ofrecida por el Ayuntamiento de Eivissa no es suficiente. «Esto que ha pasado ha sido un fallo del Ayuntamiento», lamentó uno de ellos. «Cruz Roja y Cáritas ayudan dentro de sus posibilidades mientras el Ayuntamiento se echa flores», añade.

En este sentido, dice que no critican que el martes se hiciera un minuto de silencio en recuerdo de la mujer fallecida en el incendio, pero sí que digan que están pendientes de la situación de las personas que vivían en el inmueble cuando «no es así». «Cuando ha venido algún trabajador social, lo único que han hecho ha sido ofrecernos papel higiénico y poco más».

Sin embargo, fuentes municipales puntualizaron que no se ha dejado de trabajar en la zona. «Los servicios sociales han hecho sucesivas visitas para ofrecerse a los que residían en la finca y velar porque no hubiera menores alojados, por ejemplo».

Asimismo, los afectados acusan a los políticos que gobiernan en Vila de no interesarse por cómo se encuentran porque «Rafa Ruiz ni se ha pasado por el dispositivo a vernos ni a preguntarnos cómo estamos; solo viene la policía a controlar de vez en cuando que no pase nada. Esto solo pasa aquí, no pasa en otras ciudades europeas».

Las críticas se extienden a que en el momento del incendio no hubiera ningún psicólogo para atender a todas las personas que vivían en el edificio ‘okupa’. «Nadie nos preguntó nada de cómo estábamos, solo si vivíamos allí y fuimos a identificarnos. Aún hay gente llorando y con ansiedad que necesita ayuda profesional», lamentan.

También conocían a la mujer fallecida. «Ojalá se quedase inconsciente con el humo y no sufriera», dicen. El varapalo se lo llevó su marido que, en el momento del incendio, estaba trabajando. «Apareció allí porque alguien le dijo que el edificio se estaba quemando y su mujer no le cogía el teléfono», lamentan.

Sin solución a corto plazo
Las personas que vivían en el inmueble reconocen que «alguna vez» han visto a un par de coches «de lujo» rondando por el entorno. «Han sacado fotos y se han ido. Nadie ha entrado ni preguntado nada», explican refiriéndose a que podrían ser de la empresa irlandesa que compró el inmueble hace meses. «Esto es raro porque si yo compro una casa no la miro solo por fuera y, de repente, ahora está quemada. Algo no cuadra», sospecha uno.

Lo que reivindican es que se les ofrezca una solución «aceptable» que les permita continuar con su rutina. «Yo no quiero un hotel de cinco estrellas, pero si no me dan una solución lo que voy a hacer es coger una tienda de campaña y voy a acampar en frente del Ayuntamiento. Y no voy a ser el único», dijo. El problema que ven es que no hay una solución cercana y «nadie nos dice nada».

Según explicaron fuentes municipales, la mayor parte de los afectados por el incendio son personas extranjeras con permiso de trabajo y residencia en España. La tercera parte llevan en la isla menos de nueve meses y otros hasta tres años en la isla. Desde ayer, los asistentes sociales están citando a los afectados para conocer su situación y ayudarles, en principio, a recuperar la documentación que han perdido.