Emprendedor. Joan Serra Mayans pasó por diversos negocios e incluso se dedicó al mundo político durante cuatro años. | MARCELO SASTRE

Joan Serra Mayans lleva toda su vida dedicado a los negocios. Además de la asesoría Serra Mayans, en sus inicios montó una agencia de viajes que aún hoy regenta su hermano.También junto a su familia creó una empresa de alquiler de coches y empezó a explotar el hotel Puchet. Tan solo ha estado cuatro años apartado del mundo empresarial entre 2007 y 2011, tiempo en el que decidió meterse a la política como conseller en el Consell d’Eivissa «para ver el mundo desde otra óptica». Después de la experiencia volvió a su negocio, del que dice que lo que más le gusta es «la relación con los clientes».

¿Cuáles fueron sus inicios como empresario?
— Nosotros venimos de Formentera, nuestros padres eran de allá, mi familia tenía negocios en la isla. Cuando empecé a trabajar fue en un despacho de abogados de Sant Antoni, en una pyme de Ibiza y también monté otra empresa en Formentera. Siempre, en todos los negocios he estado vinculado a mis hermanos. En el año 1982 empezamos con un alquiler de coches en Formentera y una agencia de viajes. Luego, de esta, abrimos una oficina en Mallorca, otra en Menorca y ahora la tenemos también aquí en Sant Jordi. En 2009 además empezamos a explotar el Puchet.

Ha pasado por muchos negocios distintos.
— Sí, y creo que es muy positivo porque ves muchas cosas desde muchos lados.
Además de mi vida profesional he tenido vida en asociaciones empresariales, he estado vinculado al Consejo Económico y Social, de presidente de Pyme Formentera y Pyme Balears...También estuve cuatro años de conseller en el Consell d’Eivissa, del 2007 a 2011. Me dediqué esos cuatro años totalmente a la política y fue una experiencia. Después volví aquí y seguí funcionando. Y hasta ahora. En aquella época debía llevar 29 años en la empresa y consideré que ver el mundo desde otra óptica sería positivo, así que aproveché la oferta que me hizo Xicu Tarrés. Todo son experiencias.

¿Cómo fueron los comienzos de la asesoría?
— En el 79 empecé a colaborar en un despacho de abogados en Sant Antoni y empecé a tener bastante vinculación con la pequeña y mediana empresa y con Formentera también. Era el inicio de la reforma fiscal de septiembre de 1978 que representaba un cambio muy importante desde el punto fiscal para las empresas y fue un poco nuestros comienzos.

¿Había mucha competencia en ese momento?
— Bien. No éramos muchas asesorías. No te sé decir un número pero sí te puedo comentar que tengo el número 125 del Colegio de Economistas y ahora son mil y pico. Tampoco en aquel momento las empresas tenían conciencia de tener una necesidad de asesoramiento como posteriormente con la modificación fiscal del 78 y durante estos 40 años la verdad es que estas cosas han cambiado mucho. De alguna manera se ha hecho más necesario tanto por el tema fiscal como por la dirección de la empresa tener asesores. En un principio llevábamos temas fiscales, después tema laboral siempre vinculado a las empresas y el proceso, ahora que miro atrás, son muchos años muy satisfactorios como profesionales.

Imagino que han crecido mucho en este tiempo.
— El crecimiento ha sido grande porque también ha sido grande la actividad que se ha desarrollado en la isla y sobre todo las necesidades que han tenido los empresarios. Nosotros también tenemos vinculación con gabinetes técnicos de arquitectos y técnicos de ingeniería y contactos con una multinacional de abogacía de Madrid..., es decir, tenemos nuestros puntos de referencia para poder dar los mejores servicios a nuestros clientes.

Y ¿ha habido muchos cambios en estos 40 años?
— Lo de ahora no tiene nada que ver con cuando empezamos. Yo recuerdo que el primer ordenador que me compré, porque antes era todo a mano, fue en 1.984 un IBM sistema 23 que me costó 2 millones de pesetas y que tenía menos capacidad que un móvil.
Eso sí, lo que más revolucionó el despacho fue la llegada del fax. Antes lo teníamos complicado para tener los documentos en Formentera y aquí. A partir de entonces lo que se hacía en Formentera nos lo enviaban por fax y ya teníamos aquí la copia.
Ahora estamos en la última fase de adaptación de medios tecnológicos para enviar la información cuanto antes a nuestros clientes, como si estuviéramos en su casa. Con whatsapp, Internet... a fin de que tengan un asesoramiento cuanto más integrado mejor.

La tecnología ha supuesto un avance brutal.
— Y tanto. Parece mentira. Hubo unos años, que cuando hacíamos declaraciones de renta se hacían a mano. Luego se picaban en máquinas de escribir con hojas de estas de carbón y luego se repasaban para que no hubiera habido errores. Solo la gestión de todo esto era brutal. Había un montón de gente picando a veces toda la noche para poder presentar a tiempo.

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¿Con cuántos empleados empezó?
—Con una secretaria. Ahora somos 24 empleados, 20 mujeres y 4 hombres. En Formentera hay otro equipo de 8 personas.

¿Cuáles son los servicios que más les reclaman?
— Lo básico es el tema fiscal y laboral, pero también hay jurídicos y una serie de temas relacionados con los abuelos, tema de herencias, tratamientos fiscales y determinadas situaciones patrimoniales y todo lo que tiene que ver con la empresa y la trasmisión de la empresa a hijos y tal.

¿Cuál ha sido el momento más difícil por el que ha pasado la empresa?
— Siempre ha sido bastante uniforme, pero como todas las empresas el proceso de cambio siempre es más traumático. Hemos estado bastante encima de este proceso y es lo que nos ha dado el poder estar ahora más tranquilos y ver el futuro con más tranquilidad y evitando estos momentos de crisis.
El cambio que más notamos fue cuando decidimos que se nos hiciera un análisis externo de la empresa y empezar a certificarnos con Aenor en sistemas de calidad. Esto genera una preocupación y un tener que mejorar porque tú mismo te implantas estas obligaciones.

Desde su punto de vista ¿qué hay que hacer a la hora de emprender?
— Yo creo que lo más importante es tener una visión muy clara de lo que se quiere hacer y con esto hacer un análisis de lo que puede costar después. Creo que en ese momento siempre son más importantes las ideas buenas porque luego siempre se puede conseguir una buena financiación y se puede conseguir lo que uno quiere si tiene las ideas claras de qué actividades que quiere hacer.

¿Qué es lo que más le gusta de sus trabajo?
— La relación con mis clientes. Llega un momento que además de clientes son amigos, al menos es mi enfoque. El poder solucionarles problemas o cuando te plantean iniciativas para que les aconsejes, es una satisfacción la confianza que llegas a adquirir con estos amigos.

¿Y lo que menos?
— Algún momento en que tienes que hacer reflexiones y a veces no te hacen caso y tú las haces porque ves como se plantean las situaciones, aunque no se dan muchas.

De todos estos años de carrera profesional, ¿con qué etapa se quedaría?
— Lo que elegiría sería lo que tengo ahora porque es lo que hay. Todo lo demás es parte de un trayecto y cada cosa ha sido importante en su momento. Solo estuve cuatro años apartado de la empresa, cuando estuve en el Consell. Luego volví aquí y me sigo divirtiendo.

Cuando usted se retire, ¿hay relevo generacional que continúe con la asesoría?
— Sí. Nosotros somos una empresa familiar y hay sobrinos míos que ya están trabajando. Además hay un equipo humano que no son directamente familiares nuestros pero sí que colaboran con nosotros y somos un gran equipo. Sé que de alguna manera habrá una continuidad.