San Félix, hace unos días en la presentación del documental en la antigua fábrica Damm, en Barcelona. | C. Doménec

Manu San Félix (Madrid, 1964) es biólogo marino y explorador de National Geographic. Se crió en Lekeitio (Vizcaya). Afincado en Formentera, fue nombrado Hijo Adoptivo por el Consell en 2017. Ha dirigido el documental Salvemos nuestro Mediterráneo, que se proyectará el viernes 6 de junio a las 19.00 horas en el Centro Cultural de Jesús. En la película entrevista a expertos sobre la situación ecológica del mar. San Félix se ha dedicado a difundir con su cámara, durante 30 años, la importancia de la conservación del fondo marino en un Mediterráneo amenazado.

¿Por qué decidió llevar a cabo el documental?
—Creo en lo que hago. Lo vivo. Como biólogo, con una cámara en el agua, he visto que me ayuda a transmitir un determinado mensaje, observando el deterioro, las amenazas y la pérdida. Es algo que siento. Es como la persona que ve un fuego y tiene que avisar a los demás. Si tienes el conocimiento de un tema tan importante, tienes la obligación de hacer algo. La producción del documental ha sido muy difícil, aun estoy sufriendo la dificultad porque es un mundo complicado. Por suerte, a la gente de National Geographic le gustó el proyecto y decidieron apostar por él. Lo hemos conseguido.

También se publica, en junio, un reportaje de su trabajo en la versión castellana de la revista ‘National Geographic’.
—Sí, después seguramente se publicará en otras ediciones, como la italiana. En el ‘Pristine Seas’, en el 2010, hicimos una expedición que ya salió en la revista. ‘Pristine Seas’ es un proyecto donde viajamos a lugares remotos del planeta e inspira a los gobiernos a favor de la protección del medio ambiente. La maquinaria de National Geographic impulsa proyectos contundentes.

Ha cartografiado el mapa de la posidonia en Balears.
—Llevaba años comentando la importancia de la posidonia, pero siempre caía en saco roto porque hablas de cosas que la gente no ve. Una fotografía que tomé en el año 2012, de un ancla y su efecto sobre la posidonia, fue el detonante de una reacción que llegó a convertirse en conflicto social. Me sentí mal. Recibí muchas presiones de todo tipo. Yo no tengo ninguna animadversión contra el turismo náutico ni es un tema político. Simplemente, tengo la intención de comunicar y denunciar que hay que fondear correctamente. Así surgió Posidonia Maps, que es una cartografía de detalle de la posidonia, con precisión de 30 centímetros a 1 metro, completa ya en Formentera. La aplicación se puede instalar en el móvil. Es gratuita. Sirve para saber si un barco está o no sobre posidonia.

¿Cómo se ha subvencionado la aplicación Posidonia Maps?
—Fui a todas las personas que conozco. Es un proyecto sin ánimo de lucro, a través de una asociación. Me falta poco para dejar de estar en números rojos. Me apoyaron marcas potentes, como Springfield o Loewe. Es bonito porque se ha lanzado una solución que sale de la sociedad. El Govern nos dio el premio a la mejor iniciativa de turismo sostenible. Estoy emocionado, orgulloso y agradecido. Y la aplicación funciona fenomenal.

La principal industria de las Balears es el turismo, que suele generar un debate sobre sostenibilidad.
—Es una ecuación que hay que resolver. Necesitamos el turismo para vivir, pero hay que medir bien la carga que se puede sostener. La gente no viene a las Islas porque seamos encantadores, lo hacen porque las playas y los bosques son una joya. Lo que les atrae puede convertirse en el motivo de su destrucción. Posidonia Maps es un buen ejemplo de que es posible la conservación y el turismo náutico, usando el conocimiento y la tecnología. Si los barcos están bien fondeados y no hay aguas residuales, a la posidonia le da igual. El tope es un tema más sociológico que biológico. Si no tirásemos plásticos y no se vertieran aguas residuales, prácticamente no habría impacto. Es muy importante reflexionar sobre el tipo de turismo que queremos.

¿Son los cruceros un peligro para el fondo marino?
—Si no fondean bien, lo son. Los barcos muy grandes, normalmente, son impecables. Las tripulaciones profesionales suelen ser las menos problemáticas, y están vigilados.

Dice que el Mediterráneo es el mar que presenta mayor número de especies invasoras.
—El Mediterráneo es también el mar con más especies endémicas, al estar semicerrado. Al abrirse por el Canal de Suez al Mar Rojo, se convierte en una autopista. Además, las especies llegan de otras formas, por los cascos de los barcos o las aguas de los tanques de lastre. De eso se habla en el documental. Lo comenta Enric Ballesteros, del Centre d’Estudis Avançats de Blanes. Dice que, en 30 años, el Mediterráneo va a ser muy diferente. Hay algas que colonizan grandes superficies. No sabemos lo que va a pasar. Es un enigma. El Mediterráneo en el futuro no será de la manera que lo estudiamos. Ya encontramos en él, por ejemplo, cangrejos del Pacífico.

Usted vive en Formentera. ¿Es muy diferente la situación de Mallorca?
—Mallorca está un poco más castigada en peces, pero la situación es similar. La presión pesquera es algo mayor, los puertos son más grandes. Ibiza y Formentera van por detrás en degradación, igual que Balears respecto a la Península.

¿Qué opinión le merece la práctica de la pesca deportiva?
—Yo empecé con un arpón. Recuerdo que me dio tanta pena que me salí del agua. No me interesa matar peces. El problema en Balears es el efecto acumulativo. Hay mucha gente que pesca y la técnica y los medios han mejorado. Yo era muy amigo de Joseba Querejeta, campeón del mundo de pesca submarina que murió en accidente. Era un depredador, pero le respetaba y adoraba. Todos los impactos afectan. No puede haber pesca submarina sin límite o palangre sin límite.