El obispo de Ibiza y Formentera, Vicente Juan Segura, recordó a los jóvenes que hay que ir a misa y comulgar para que Jesús «se una a nosotros». | MARCELO SASTRE

La Catedral de Ibiza fue ayer, un año más, el escenario que albergó la celebración del Corpus Christi a la que acudieron numerosos fieles a pesar de las altas temperaturas. El encargado de oficiar la misa fue Vicente Juan Segura, obispo de Ibiza y Formentera, quien estuvo acompañado de los niños que hicieron la comunión hace unas semanas. «Tenemos que ir a misa y tenemos que comulgar porque, así, Jesús se une a nosotros», dijo dirigiéndose a los pequeños.

Asimismo, el obispo recordó que ayer se celebraba el Día de la Caridad, día en el que la Iglesia recuerda que la Eucaristía sin caridad se convierte en culto vacío. En este sentido, dijo que hay que tener siempre en cuenta a los más desfavorecidos, por lo que señaló que la colecta de la tarde de ayer se destinaría, íntegramente, a Cáritas «para que las personas que padecen dificultades en las Pitiusas, puedan ser ayudadas por nosotros».

Por su parte, desde la entidad agradecieron el apoyo no solo de la Iglesia, sino también de todos los voluntarios y personas que aportan su granito de arena a la causa.

Concretamente, dijeron que el año pasado pudieron ayudar a más de 1.800 familias, en Ibiza y Formentera, gracias a los donativos. «Nuestra idea es seguir en este camino. No hay que ser cómplices de situaciones injustas, como abusivos alquileres o salarios injustos», lamentaron desde Cáritas.

Minutos antes de acabar la misa, la banda de música inició su ascenso hasta la Catedral; una situación que enfadó a algunos de los asistentes ya que estaban en el momento de la Consagración y lo tacharon de «falta de consideración». Sin embargo, los músicos pensaron, en un principio, que ya había concluido la misa y esperaron en silencio a que salieran de los asistentes.

Una vez terminada la misa, se inició la procesión de la custodia del Corpus Christi encabezada por la Parroquia de San Pere, la Cofradía del Santo Cristo Yacente, el Cautivo y el Santo Cristo de la Agonía, que recorrió diferentes calles de la ciudad antigua de Dalt Vila hasta acabar en la Marina.

Tanto en el acto religioso como en la posterior procesión se vio la presencia de algún extranjero que estaba de visita en la parte antigua de Vila y se acercó a conocer una de las tradiciones del país.