La tortuga Andrea, ayer, en el acuario de Cap Blanc, saca la cabeza para respirar. | Toni Planells

Sergi Ribas, un pescador de Sant Antoni, rescató el pasado viernes por la mañana una tortuga boba (Caretta caretta) de 38,7 kilos mientras faenaba cerca del Cap Nonó. Según explica Verónica Núñez, coordinadora del Centro de Recuperación de Especies Marinas (CREM) de Cap Blanc, el pescador divisó lo que creían que eran unos plásticos flotando en el mar con la intención de recogerlo pero al acercarse vio que era una tortuga incapaz de sumergirse.

Tras subir a bordo a la tortuga gracias a las indicaciones de Núñez, ya que en un primer momento fue incapaz de recogerla, el animal fue trasladado al CREM y, desde allí, a la clínica Eivivet, donde se le practicaron unos análisis de sangre y unas placas.

Evolución favorable
A expensas de que se le practique un nuevo análisis de sangre hoy mismo, Núñez señala que la tortuga evoluciona favorablemente porque «ya nada medio bien y está comiendo», por lo que podría ser devuelta al mar «en los próximos días».

Núñez también explica que el CREM ofrece la posibilidad a la persona que encuentra una tortuga de bautizarla y que, en esta ocasión el pescador de Sant Antoni eligió el nombre de su hija, Andrea.

En el CREM están prácticamente convencidos de que Andrea es una tortuga hembra ya que «por el tamaño que tiene tendría que tener una cola más desarrollada para ser macho». Sin embargo, para estar 100 % seguros de su género tendrían que realizarle una endoscopia que, en este caso, no se va a llevar a cabo.

Verónica Núñez también señala que las tortugas están en plena época de reproducción, por lo que es probable que Andrea se hubiera acercado a la costa para llevar a cabo una posta de huevos.

La responsable del CREM apunta que las razones por las que una tortuga no pueda sumergirse es que sufra una neumonía o tenga plástico en su interior.