Un socorrista entrega una muestra de agua a una técnica de medio ambiente. | Toni Planells

Los trabajadores y comerciantes de los negocios de la bahía de Talamanca coinciden en el diagnóstico: el tono verdoso que ofrece el agua del mar cuando hace calor debido a la proliferación de una microalga disuade a quienes visitan la playa de quedarse. También reciben con agrado la solución propuesta para remover el agua y alejar a la incómoda inquilina que desde la ola de calor se ha instalado en sus aguas. La medida consiste en la introducción de una bomba que recoja el agua del mar a una serie de metros de la costa y la traslade hacia la orilla, evitando así que la falta de corriente propicie la aparición de la microalga. Las playas de Portinatx, Cala Tarida y Cala Vedella cuentan ya con este dispositivo.

El viernes pasado –día en que técnicos de medio ambiente recogieron muestras del agua– trabajadores de los locales y servicios de la zona explicaban la incidencia que ha tenido para ellos el aspecto que presenta desde hace unos días el agua de la Bahía de Talamanca. «Aunque el agua no está contaminada, a la gente que viene no les gusta su color verde», cuenta Joan Marí, jefe del comedor del Hostal Talamanca, quien reconocía que estos días han trabajado menos, especialmente al mediodía. En cuanto a la idea de instalar en Talamanca una bomba sumergida para desplazar masas de agua, explica que le «vendría bien» que el agua no estuviese estancada y dejase de mostrar un tono verde, por lo que le parece adecuada la decisión de moverla. Marí expone que el problema del agua ocurre cada año al llegar los meses de julio y agosto, debido a las altas temperaturas. Señala también que al llegar la noche el agua vuelve a estar clara.

Smith Blackson trabaja en un puesto de alquiler de atracciones acuáticas en la playa de Talamanca. Observa que el tono del mar varía en función de la hora del día, dependiendo del modo en que incida la luz. Según Blackson, durante la tarde refleja un color verde o verde anaranjado. Cuando se le pregunta si este factor supone algún problema para su negocio, explica que si la gente viene a bañarse, podrán ver su oferta de servicios, «si no viene la gente, no tendremos tantos beneficios», sentencia. Equipar a Talamanca con una bomba sumergida «sería algo muy bueno. Si se dispone de dinero para ello, ¿por qué no hacerlo?», reflexiona.

«Toda solución» que contribuya a que el agua esté más bonita es buena, opina Gloria Battaglia, camarera en la pizzería Talamanca. Ella y su compañero Álex Cauzo aseguran que los visitantes prefieren acudir a otras playas. Álex destaca que existe una excesiva proliferación de embarcaciones y opina que debería limitarse el acceso de grandes barcos.
Pese a que el viernes el tono verdoso de las aguas fuese menos acentuado que la jornada anterior, es previsible que si no se aplican medidas efectivas la microalga continúe poblando el litoral de la bahía de Talamanca, con los efectos que conlleva en términos de afluencia turística.