Un bodegón con productos de Ibiza tras el que están, desde la izquierda, José Soriano, Adrián Díaz y Toni Planells. | MARCELO SASTRE

La variedad ibicenca del melón eriçó ya empieza a llegar a las fruterías. Un producto que tiene un periodo de cosecha que va del 15 de julio al 15 de agosto. La ceba vermella, en cambio, se puede encontrar desde el mes de junio. También el pimiento blanco o el tomate de penjar. Todas ellas son variedades de verano de frutas y hortalizas autóctonas de la isla. Productos de los que ahora se habla como ‘de kilómetro 0’ que en pocas semanas los consumidores podrán identificar mejor en fruterías y grandes superficies.

El grupo de acción local Leader de Ibiza y Formentera presentó ayer la campaña de verano de las variedades tradicionales de Ibiza. Este año, además del etiquetado que se implementó el año pasado, contará con cartelería con códigos QR en los que el consumidor podrá conocer la información detallada del producto. Una campaña que surge de la demanda de las 10 o 15 fincas que trabajan bajo el paraguas ‘Sabors d’Eivissa varietat tradicional’.

El técnico de promoción de variedades tradicionales, Adrián Díaz, explicaba ayer que los productores solicitaron en una reunión una mayor diferenciación del producto local en los establecimientos de venta. «Además constatamos falta conocimiento de la temporalidad de las variedades locales en el mercado», detalló.

Educar al consumidor
Para acercar todos los beneficios de comprar producto local de temporada al consumidor, han contado con la colaboración del técnico de marketing José Manuel Soriano. Él y su equipo trabajan para «encontrar las vías de diferenciación del producto local respecto al producto de fuera». Sus estrategias nacen de un estudio de mercado que presentarán en las próximas semanas en el Consell d’Eivissa.

Durante el estudio constataron que los propios tenderos y fruteros a veces no entienden los beneficios de una variedad local sobre otros productos de fuera, a veces más atractivos visualmente. «Las variedades locales tienen unas propiedades de sabor superiores a la media del producto comercial que se encuentra habitualmente en las grandes superficies», explicaba, algo que se descubre cuando se prueban. Es por ello que planteaba la necesidad de «reeducar al consumidor para que no consuma tanto por los ojos, sino con conocimiento».

A todo esto se debe añadir que se trate de productos en su «punto óptimo de frescura». Las frutas y hortalizas que vienen de otros lugares han pasado semanas o incluso meses en cámaras frigoríficas, mientras que los productos locales «llegan del campo al establecimiento comercial al día siguiente de su cosecha».

‘Ceba vermella’
Uno de los mayores productores de ceba vermella en Ibiza es Toni Planells, de la finca Can Sastre, que destacaba ayer la «calidad» y «salida» en el mercado de este producto. Este año ha cultivado 80.000 plantas que ha cosechado en forma de cebolla tierna y cebolla seca.

En el caso de la cebolla tierna resalta que «hace mucho cuello de forma que no cae la hoja y es muy resistente». Por otra parte se trata de una variedad que aguanta muy bien el calor por la gran cantidad de hojas que tiene y resiste bien a las plagas.

Su producción por tanto no es algo sentimental. Es una cebolla de mucha calidad, apreciada en los restaurantes, que se adapta perfectamente al clima y las características físicas del terreno de Ibiza.

Este año también probó de cultivar calçots. No hizo una gran producción dado que se cultivan con el excedente de las cebollas, del que tuvo poco por el gran éxito de las ventas. Sin embargo destacaba el buen resultado del experimento con el que produjeron unos calçots «sin hebras y con mucho blanco».

Recuperación de variedades
Can Marines tiene un semillero con 70 u 80 variedades ibicencas de cultivo. El trabajo es complejo. Se localiza la simiente, se cultiva y entonces se habla con productores locales para que identifiquen las plantas que conservan mejor las características de los cultivos locales que en algunos casos ya se habían perdido.

Actualmente trabajan en la recuperación de leguminosas como la pasta real, una variedad de judía.

En su cámara frigorífica hay desde citró de matances a col payesa o tabac de pota al alcance de cualquiera que quiera recuperar su cultivo.