La fiesta que le prepararon a Margalida por su cumpleaños número 100 estuvo a la altura de una persona tan entrañable y querida. | Arguiñe Escandón

«En noviembre le dieron dos ictus pero se ha recuperado divinamente, volvió a caminar, está en plena forma y es una mujer muy feliz». Así definió ayer Lurdes Riera la situación de su suegra, na Margalida, momentos antes de que comenzara la fiesta de su cumpleaños número cien. Una fiesta celebrada en Can Senyorat, Santa Gertrudis, y que la homenajeada disfrutó con sus familiares, amigos y algún invitado sorpresa como la alcaldesa de Santa Eulària, Carmen Ferrer, y la Colla de ball pagès de Santa Gertrudis.

Margalida Tur Bonet es, como muchas mujeres pageses, una superviviente. Un claro ejemplo de lucha constante contra los golpes que da la vida y de mujer fuerte que tras quedarse viuda es capaz de salir adelante con cuatro hijos.

Su vida, según Lurdes, bien podría servir para escribir un guión de cine. Nació en Sant Mateu, en Can Portell, y su padre, Toni Tur Torres, esperó a que su madre, Catalina Bonet Ramon, diera a luz para marcharse a Cuba para ganar algo de dinero y regresar lo antes posible. Estuvo dos años y logró lo suficiente para comprar en Santa Gertrudis la finca de Can Roques donde crió junto a su esposa ocho hijos, uno de ellos el conocido xeremier Pep d’en Roques. De ellos, solo le queda con vida a Margalida su hermano pequeño, Mariano, once años más joven.

Dos muertos en el mar
Ama de casa, trabajadora incansable y persona muy querida, el mar le arrebató a su marido cuando tenía 42 años y cuatro hijos a su cargo, Antonio, Cati, Pepe y Jaime. Precisamente este último, trabajador durante muchos años en el Registro Civil, también murió en el mar cuando fue a estrenar una lancha en es Freus. De sus hijos, actualmente siguen vivos los dos primeros y junto a sus 9 nietos y 11 bisnietos «son su gran alegría».

Según Lurdes, Margalida «siempre ha sido una mujer muy brava que se levantaba a las seis de la mañana para segar, que cuidaba la casa del cura, limpiaba la ropa y hacía la comida en el colegio de Santa Gertrudis, y siempre, a pesar de los golpes que le ha dado la vida, se ha caracterizado por su buen humor, su sonrisa y su agradecimiento constante».

Además de vivir en Sant Mateu y Santa Gertrudis, durante mucho tiempo residió en la calle Vía Púnica de Ibiza, en el edificio de La Caixa. Actualmente vive con su hijo Toni y su nuera en Santa Gertrudis y allí es muy querida. Prueba de ello fue la fiesta, donde no faltó de nada, desde la tarta a las orelletes, el ball pagès y sorpresas como la que le regalaron las trabajadoras de la guardería de Sant Joan. «Ella se merece esto y mucho más y ojalá todos llegáramos a los cien años igual de bien que ella», concluyo Lurdes.