La alcaldesa de Vila, Elena López, y el presidente del Consell d’Eivissa, Vicent Marí, durante el homenaje a Guillem de Montgrí. | Arguiñe Escandón

Un año más, el calor fue protagonista del día de Sant Ciriac, festividad en la que se conmemora la conquista catalana de las Pitiusas el 8 de agosto de 1235.

La previa a la misa fue a cargo de la banda de música Ciutat d’Eivissa que empezó a tocar los acordes de Bailén y siguió con otras cinco partituras más hasta su inicio.

En la homilía, que se celebró en la Catedral de Ibiza oficiada por Vicente Juan Segura, obispo de Ibiza y Formentera, no había ningún asistente sin abanico -o algo similar- en la mano. Ni siquiera los ventiladores instalados en los laterales consiguieron rebajar el calor en una Catedral llena de gente.

Por eso, y porque los antecedentes son los que son, el Consell d’Eivissa apostó por repartir abanicos con el sello de la institución grabado.

Incluso muchos turistas se acercaron para preguntar qué se estaba celebrando. De hecho, un pequeño grupo de tres chicos de Vitoria decidió quedarse hasta el final cuando les dijeron que iba a celebrarse una procesión. «Llegar y besar el Santo», señaló uno de ellos. Y nunca mejor dicho.

Al oficio religioso, que contó con el Cor Amics de sa Música, acudieron representantes políticos de las diferentes instituciones de la isla, excepto del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Eivissa, que decidieron esperar a la procesión a las puertas de Can Botino; una procesión por las empedradas calles de Dalt Vila que finalizó con el homenaje a Guillem de Montgrí y durante la cual el obispo de las Pitiusas, a su paso por el Ayuntamiento, retiró la mirada a la formación progresista.

Una vez finalizados los actos religiosos, los interesados acudieron al Claustro del Ayuntamiento de Eivissa para escuchar el discurso institucional de Vicent Marí, presidente de la máxima institución insular, y disfrutar de una actuación de ball pagès a cargo de la Federació de Colles de Ball Pagès.