Ba jo los pies de Mariano se puede observar el barco robusto pero rápido que utiliza, contruido en Italia especialmente para el exjugador de baloncesto de Barcelona y Real Madrid, Sasa Djordjevic. | Arguiñe Escandón

En 18 años como patrón profesional, Mariano Aguilar ha recorrido el mundo. Su primera travesía transoceánica fue entre Mallorca y Uruguay. Ha cruzado el Atlántico cuatro veces más. Ha pasado el cabo de Hornos, ha navegado por la Antártida, por los fiordos chilenos o los canales patagónicos. Pero, habiendo visto el mundo, su «amor a primera vista» fue con Formentera. Hoy lleva uno de los servicios más curiosos que hay para cruzar es Freus: un water taxi, un taxi acuático que hace la ruta entre Ibiza y Formentera. A bordo del Salao lleva a todo tipo de clientes que, ya sea por las horas a las que necesitan el servicio o por la comodidad, solicitan viajar a bordo de su barco en lugar de hacerlo en los ferris de línea regular.

Cuenta como curiosidad este emigrante argentino de raices españolas que su abuela era vasca. «Ella emigró a la Argentina para ganarse la vida y es curioso que ahora yo acabé en España por lo mismo».

La llegada al taxi

Mariano se sacó el título de Patrón de Altura en Barcelona. Sus horas de mar las hizo en distintos barcos: en golondrinas en Mallorca y luego en embarcaciones privadas. Llegó a Ibiza a bordo del Nirvana y cuando completó a los dos años y medio sus días de mar continuó en Formentera como patrón.

Fue durante ese tiempo que conoció de los servicios del Salao. Un barco que utilizaba un formenterer como taxi acuático.

La embarcación la adquirió este hombre en 2005. Se la compró al exjugador de baloncesto del Barcelona, el Real Madrid o los Blazers de Portland, Sasa Djordjevic.

«Es un barco que tiene muy buen motor, la navegación es muy buena y es de línea robusta. El hombre que los hacía en Italia se dedicaba a hacer embarcaciones pesqueras y luego empezó a hacer veleros pero con esa línea bastante particular. Los italianos, que son apróximadamente el 80% de mis clientes, están enamorados de esta clase de barcos».

Como el propietario del servicio había sido su armador, cuando se enteró de que iba a jubilarse le pidió el traspaso del negocio. «De hecho en aquel momento se traspasaban los dos taxis legales que había en la isla. Me decidí por este porque tiene cocina, comedor y así tenía solucionado el tema de la vivienda».

Además cuenta que le seducía bastante la idea de «vivir a bordo, trabajar, estar 24 horas pendiente dando un servicio a la gente».

«Cuando cogí el negocio, el antiguo propietario hizo un viaje conmigo por la noche y me expllicó los peligros que había: si hay mala mar te conviene ir por aquí, acuérdate de ese islote, esa roca...cosas así. Con sus 30 años de experiencia y yo que ya sumaba más de 10 con ese viaje fue suficiente»

Servicio exclusivo

Mariano explica que trabaja con varias compañías, agencias pitiusas y de todo el mundo. «Son clientes privados que suelen ser muy fieles, ellos mismos mandan gente. También las casas, las vilas de aquí y grandes hoteles. Es un servicio que funciona mucho boca a boca. Gente que conoce el servicio desde hace mucho tiempo y dicen: si no hay forma de ir llama a Mariano».

Un trayecto entre Ibiza y Formentera hasta cuatro personas cuesta 350 euros, cada pasajero adicional son 75 euros más.

Aún así dice que no todos sus clientes son gente adinerada. En ocasiones lleva a personas que están de vacaciones y simplemente deciden utilizar este servicio con la familia. «Van más cómodos, las malestas van dentro de bodega, pueden ir bebiendo algo... Es un servicio más personal que en el barco». Además puede permitirse hacer una ruta más personalizada si quieren ver algo en particular.

Los meses de más trabajo dice que son julio y agosto, dentro de esos el cambio de quincena. «La gente alquila casas un par de semanas y a veces coincido con los que entran y los que salen. Esos días llego a hacer entre seis y ocho viajes».

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Por qué no llamarlo taxi

El servicio de taxi acuático del Salao es posible que fuera uno de los primero que hubo en España, cree Mariano. Antes era algo que no existía en Formentera. Cuando había una urgencia en la isla la gente llamaba a alguien que tuviera barca o si era grave iba en la lancha ambulancia. Es por ello que el anterior propietario del Salao le puso ese nombre. «Es algo que ya existía en Nueva York o en Venecia, pero no aquí».

La licencia que utiliza para este servicio es la de barco de línea comercial con seguro de pasajeros, embarcación y capitán. «El patrón tiene que tener una titulación profesional, pero no es que tengas una licencia de las cuatro que hay como con los taxis. Creo que en un principio se quiso hacer algo así pero al final no fue de este modo».

Para ofrecer el servicio también es necesario un puerto base. El suyo es el de La Savina. Luego en Ibiza la empresa que lleva el servicio de las barcas de Talamanca le permite desembarcar en su zona de atraque. Explica que otras barcas que ofrecen este servicio lo tienen más complicado y sencillamente se van turnando en amarres de gente conocida para ir atracando «un día aquí y otro allá».

A cualquier hora

El trabajo le obliga a estar siempre en un radio próximo al barco, cuando no a bordo haciendo algún tipo de mantenimiento. Es por ello que vive con su mujer y su hijo en el mismo puerto de La Savina.

«Es un trabajo que te obliga a estar pendiente y en cuanto te llaman salir. Entre las 12 y las 6 de la mañana me suelen avisar antes, por ejemplo si llegan en avión de madrugada. Luego hay gente improvisada que sí te llama en el momento, pero normalmente avisan».

Recuerda una ocasión en la que le llamó una persona a la que se le acababa de morir un familiar de madrugada y que necesitaba ir a Ibiza para coger un avión. «Tuve que salir a las 4 de la mañana de aquí con muy mala mar. En otra ocasión no sé si hubiera salido, pero me puse en su lugar y le dije que salíamos, que tardaríamos más por el oleaje pero adelante. Fue muy incómodo, con olas que pasaban por encima del barco».

La ruta con más tráfico

«Entre es Freus cruza el tráfico maritimo más grande que vi en toda mi vida», asegura. «Nunca vi nada asi, ni en Gibraltar...hay mucho tráfico. No te puedes distraer ni un segundo». Sobre todo dice que hay que estar muy atento a mucha gente «que no respeta las reglas, hacen maniobras chungas, debes estar súper atento».

Muchos de ellos son personas que tienen un título de embarcación de recreo pero que no navegan de forma habitual. «Vienen aquí, van a un chiringuito, almuerzan y luego se va de aquella manera...». El trayecto entre Ibiza y Formentera es corto, pero en apenas 25 minutos «tienes barcos por todos lados». «Muchos terrícolas en la mar y quizás no tienen claro las leyes y códigos de quien tiene prioridad y hay que llevar una navegación digamos, defensiva. Vas planificando más la maniobra de los demás y jugando con eso y también viendo de donde sopla el viento.

Otra de las cosas que le sorprende mucho es la gran cantidad de ferris que cruzan es Freus «pasando por un parque natural».

La Formentera tranquila

La tranquilidad de los inviernos en Formentera explica que la lleva «muy bien». Ha llegado a formar una familia en la isla. Su mujer, también Argentina, trabajaba allí de abogada y lo dejó todo allí para venirse con él. Ahora los dos tienen un hijo formenterer, Ringo.

Cuenta que Formentera es como un pueblo, «te conoce todo el mundo». Para él eso es algo positivo, que valora sobre todo por la seguridad.

Considera que en la isla tiene todo lo que necesita. «Algunos mandan a los niños a hacer la secundaria a Ibiza, pero se puede hacer aquí».