La responsable de la campaña #Ojopequealagua destaca diferentes factores a tener en cuenta para que las familias puedan disfrutar del agua en piscinas y playas sin fatídicas sorpresas

Si bien este verano en Ibiza, de momento y por suerte, no hemos tenido que dar la triste noticia de que un niño haya perdido la vida en una piscina o en el mar todo lo que se puede hacer en cuestión de prevención del ahogamiento infantil es poco. En lo que va del año ha habido 17 víctimas fatales en este sentido en el país y el verano aún no ha acabado.
Hace tres años bajo el paragüas de Emergencies Setmil, una empresa de socorrismo de Baleares, y la Asociación Nacional de Seguridad Infantil surgió la campaña #Ojopequealagua con el fin de reducir estas fatídicas estadísticas que año tras año tienen como protagonistas a los más pequeños de las familias. La idea surgió en una cena entre algunos de los que después se convirtieron en miembros de esta iniciativa en la que cayeron en la cuenta de que los casos, «no son pocos y, además el cien por cien es evitable», recuerda Pilar Naval, responsable de la campaña, en una charla mantenida con Periódico de Ibiza y Formentera para recordar sobre la importancia de la prevención en materia de ahogamiento infantil.

¿Cómo evitarlos? Muy fácil. «Es una cuestión de estar pendiente, de estar encima. ¡Ojo peque al agua!, tal cual suena», agrega. Mientras profundiza que «casi siempre es producto de un descuido de quien tenía que estar vigilando al niño; aunque,a veces, es por desconocimiento».

Desencadenantes
Varios factores interactúan para desencadenar el peor de los despistes: móviles, mensajes, libros y falta de información entre ellos. «Piensan que por ponerle un flotador o unos manguitos al niño ya está, y un flotador no es un elemento de seguridad. Hay que estar mirándolos continuamente. Se ahogan niños hasta en las bañeras de casa». Además, puntualiza que si hablamos de los niños más pequeños, la mayoría de los ahogamientos registrados se han producido en piscinas particulares, siendo los que más riesgo suponen los que tienen menos de 5 años aunque sepan nadar. «Hay que pensar que un niño de hasta 5 años más que nadar sabe flotar, sabe nadar dentro de sus posibilidades y se puede dar que sufra un calambre, se canse, no controle sus fuerzas o se golpee con el borde de la piscina». Ante esto recuerda a los padres, primerizos y no tanto, que «hay que estar vigilando siempre, es así de simple».
En verano las barbacoas están a la orden del día especialmente en sitios como las Pitiusas que son destinos vacacionales por excelencia. En ese contexto de relax es muy común pensar que como hay un montón de adultos presentes «siempre habrá alguno vigilando». Todos suponen que otro lo está haciendo «y al final la casa sin barrer y nadie esta vigilando». Para situaciones como esta desde la plataforma han propuesto la figura de El Guardían del Agua inspirada en el conductor asignado; los presentes deben ponerse de acuerdo para que durante un lapso de tiempo determinado y por turnos uno se ocupe «de forma constante y permanente de supervisar a los niños en la piscina».
Pide que los padres recuerden que no pueden ir a la playa a tumbarse a tomar el sol, leer un libro o mirar el Whastapp porque hay socorrista; «el socorrista vigila a todo el mundo no es la niñera de tus hijos», puntualiza Naval.

Según la responsable de la campaña #Ojopequealagua otra de las grandes maneras de practicar la prevención es en casa. «Desde muy pequeñitos hay que educarles y explicarles que no pueden ir solos a la piscina ni meterse solos al mar o qué es una corriente». Otro punto en el que a muchos adultos puede faltarles información. «Por ejemplo, todo el mundo se mete en la parte del mar donde no hay espuma, donde no rompen las olas, y eso es un error. Es al revés, allí seguramente halla una corriente o una aspiración hacia una corriente. Tienes que ir por donde hay borreguitos blancos porque ahí rompe la corriente». Mientras que advierte que «si te metes en una corriente no luches contra ella porque muchas veces ni los mejores nadadores lo consiguen». Lo correcto es «salir de la misma en un ángulo de 45º. Salir y dejar que te arrastre hasta que pierda fuerza, en un ángulo de 45º las mismas olas te arrastrarán a la playa, lo importante es que no te agotes al nadar contracorriente porque sino no podrás salir. Imagínate un niño».

Consejos
A la hora de entrar al agua con lo más pequeños Naval afirma que lo recomendable es tenerlo a la distancia de un «brazo y abrazo»; cuando ya son un poco más grandes, siempre dependiendo del nivel de nado de cada niño y sus capacidades, «no hay que estar más de 10 segundos sin mirar a la piscina ni a más de 20 segundos de ella». En este aspecto aclara que «si a un niño menor de un año no queremos tenerlo en brazos todo el tiempo podemos colocarle un chaleco homologado de su talla que le permita mover los brazos y las piernas mientras lo mantiene recto sin volcarse; al contrario que los flotadores que sí se vuelcan».
Por lo tanto, es mejor descartar estos productos porque los niños dentro del flotador «se pueden girar, quedarse boca abajo y ya no son capaces de recuperar la posición inicial; tampoco hay que fiarse de los manguitos por lo mismo y porque los pierden en el agua con mucha facilidad».
Otro factor a tener en cuenta es que «aunque tengamos piscina en casa si nos vamos de vacaciones a un apartamento o a un hotel con piscina que no está vallada hay que pensar que el niño se puede levantar primero de la siesta y decidir ir solo a la piscina». En este punto Pilar resalta la importancia de mirar que el pequeño no pueda llegar a la piscina solo y «poner las barreras necesarias para ello, como por ejemplo un alarma de inmersión o cerrar con llave la puerta para que no pueda salir» por obvio que parezca.
También se han registrado incidencias una vez que el baño ya se ha acabado. Siempre hay que recoger todos los juguetes de la piscina cuando se termina el baño para evitar que el niño pueda caerse dentro al querer recogerlo.
A su vez, las piscinas hinchables pequeñas que nos parecen inofensivas no lo son y advierte: «con 10 centímetros de agua un bebé no se levanta y a esa altura ya le cubre la boca y la nariz».
Tampoco hay que olvidarse de ese gran enemigo: el móvil. Frente a la piscina o en la playa no vale el «voy a contestar un Whatsapp si son menos de 10 segundos. Primero que vas a tardar mucho más que eso y esos 10 segundos pueden ser vitales».

Falta de información
Algo recurrente a lo largo de la charla es que los ahogamientos infantiles casi siempre pueden evitarse con la información y la vigilancia necesarias. «Muchas veces los acompañantes no saben leer el mar o piensan que ciertos elementos son de seguridad y no lo son»; como los flotadores de gran tamaño que se han puesto de moda ultimamente con forma de flamenco, por ejemplo, que «traen de cabeza a los socorristas» porque «son como una vela y luego no vuelven». Esto sumado al «a mí no me pasará» no da buen resultado porque «puede pasarle a cualquiera».