Los juegos de mesa son algunas de las actividades que se ofrecen a los enfermos, además de proyectar películas u organizar talleres. | DANIEL ESPINOSA

Los pacientes de la planta de medicina interna G del hospital de Can Misses están bien acompañados gracias a la Asociación Nunca Solos. El nombre de esta asociación -que nació de los Premios Humana, organizados por la Dirección de Enfermería del Área de Salud de Eivissa y Formentera, y que echó a andar el pasado mes de junio-, deja clara su motivación. Buscan evitar que los pacientes sin acompañante de la planta pasen el tiempo aislados y hastiados cuando el personal médico termina su jornada, sino ocupar las horas con la atención de los integrantes de la asociación. De momento, un total de 16 voluntarios acompañan a los pacientes de 17.00 a 20.00 horas y no dejan de recibir solicitudes para ayudar como miembros de la asociación. La proyección de películas y documentales o realizar talleres, partidas de ajedrez, de parchís o de cartas son algunas de las actividades que proponen a los enfermos. Pero lo que más necesitan los pacientes es, ante todo, ser escuchados.

«Es un sueño», declara desde el espacio habilitado para la asociación Rosario de las Heras, presidenta de Nunca Solos, al observar el resultado del proyecto que emergió el pasado año de la voluntad de un grupo de enfermeras. Raquel Ramis, Reyes Brieva, Eva Moreno, Eva Lara, Isabel de Blas, el celador Sergio Aroca y Gabriel de las Heras, que se encarga de las labores administrativas y de contabilidad, son sus fundadores. Llegar hasta aquí no ha sido fácil. De hecho, según reconoce de las Heras, al principio no tenían muy claro como proyectar su idea. Según detalla, todo empezó con la iniciativa de una compañera, Reyes Brieva, quien decidió emprender el camino para responder a las carencias de algunos enfermos ingresados en medicina interna.

El personal que trabaja en la planta siempre había coincidido en que este área era la más desatendida de Can Misses. «Ahora dices, ‘como no se me había ocurrido antes’… Igual sí, pero nunca das el empujón», expresa de las Heras al ser preguntada por el éxito del proyecto.

Sin tener casi esbozada la idea la presentaron a los Premios Humana, en los cuales se ganaron la confianza y el respaldo de la directora gerente, Carmen Santos. «Fue la primera persona que vio que esto podía llegar a lo que es», asegura de las Heras. Ella les recomendó constituirse como asociación y se pusieron manos a la obra. Desde entonces, la presidenta de la Asociación Nunca Solos recuerda que fueron días de «muchos cafés» y asegura que «moverse por Ibiza haciendo papeleo ha sido muy complicado». Sacaron el proyecto adelante gracias al apoyo de otras asociaciones y a las donaciones de gente. «Estamos agradecidos por la generosidad del pueblo de Ibiza», traslada de las Heras.

De las Heras presume del éxito del proyecto. Reseña que la mayor necesidad de los pacientes consiste en hablar y ser escuchados. El paciente usual de esta planta reside en ella durante estancias prolongadas, pues la gran mayoría son personas de edad avanzada con enfermedades o dolencias crónicas que les obligan a estar ingresados en el hospital durante meses. Añade que son enfermos «reincidentes», pues es frecuente que ingresen más de una vez en Can Misses aquejados por la agudización de su patología.

Las actividades las organizan en el espacio habilitado para las actividades de la asociación. No todos los pacientes pueden desplazarse, mientras que otros no disponen de acompañante y son incapaces de realizar el trayecto por sí mismos y asistir a las actividades que organizan los voluntarios con los ingresados. Por ello, según de las Heras, tratan de implementar poco a poco un servicio a pie de cama. Explica que una voluntaria pasa por las habitaciones ofreciendo libros «y a veces en ese momento te puedes quedar con el paciente un ratito hablando».

Para de las Heras es muy gratificante ver cómo los enfermos pueden pasar un rato feliz y apacible en el cual olvidan sus dolencias. Recuerda el caso de una señora que sufría un intenso dolor en las piernas y debía trasladarse en silla de ruedas. Según explica la llevaron a jugar al parchís, pasó la tarde y cuando vinieron sus sobrinas a buscarla se fue a la habitación por su propio pie, sin asistencia de la silla. «Se había olvidado de que tenía dolor de piernas», comenta. E incluso otro curioso ejemplo atestigua que el proyecto va viento en popa pese a su corto tiempo de vida. De las Heras rememora que un día tuvieron que lidiar con un señor que estaba muy enfadado y no quería salir de la habitación. Narra que lo llevaron a la sala, le dieron unos lápices de colores y desde entonces acude todos los días a pintar. «Se le había ido un poco el mal carácter porque tenía algo en lo que ocuparse», reflexiona.

Otro de los efectos beneficiosos de las sesiones que notifican en Nunca Solos es que al estar continuamente entretenidos y haciendo cosas, los ingresados no pasan la tarde entera durmiendo y por la noche tienen menos dificultades para coger el sueño.

Nunca Solos es ya una realidad. Pese a ello, el deseo de de las Heras trasciende lo conseguido. Le gustaría estar presente también en la planta de medicina interna F y, aunque advierte de que primero se tiene que afianzar el proyecto, «me encantaría poder decir que el año que viene tendremos más sitios», declara.