Muchos ibicencos acuden al Mercat Nou por la confianza que inspiran los productos frescos ibicencos y la atención personalizada. | Arguiñe Escandón

El Mercat Nou concentra la esencia de la Eivissa más auténtica. Es, junto al Mercat Vell, el único mercado que pone al alcance del consumidor cualquier tipo de producto fresco de la zona.

La crisis del sector minorista y la competencia abismal que provocan las grandes y medianas superficies obliga a los mercados tradicionales a distinguirse aún más para no perder clientela y sobre todo para no desaparecer.

Incertidumbre
Esta renovación, en principio, debería estar acompañada de una reforma estructural de las instalaciones, en forma de proyecto de legislatura, tal y como se prometió hace unos años en campaña, en el que, actualmente, «se siguen dando los pasos que corresponden en cada momento», apuntaron desde Vila.

El Ayuntamiento explicó que el proyecto «está parado hasta que se apruebe el PGOU», pero, en paralelo, se están realizando labores de conservación y mantenimiento de las instalaciones, de las que los tenderos están «permanentemente informados».

Mientras tanto, la incertidumbre se adueña de los comerciantes tradicionales. En agosto del año que viene concluye la concesión que les permite usar las instalaciones.

La previsión es, desde hace un par de años, la de derruirlo y volver a edificarlo desde cero y, durante el proceso, según los propios tenderos se les prometió una solución: mantener la venta en unas carpas de plástico en las pistas de Sa Bodega.

Pero esta propuesta no termina de convencer al colectivo, para el que el trato personal lo es todo. «No es lo mismo coger una bandeja de manzanas o de pechuga de pollo, que una persona profesional te corte la pieza de carne», manifestó un carnicero.

La clientela que acude al Mercat Nou lo hacen desde siempre, desde hace más de cuarenta años.

En este sentido, la clientela del verano, para muchos, se basa en los extranjeros y el turismo de lujo. «Durante julio y agosto, los que tenemos productos más exclusivos, ganamos mucho más. Los chefs privados, los yates y muchos restaurantes vienen aquí a comprar e incluso la gente local tiende a darse algun capricho» indicó un empleado de Pavarotti, una tienda de productos italianos delicatessen.

A pesar de ello, hay puestos que, ni en verano ven ese aumento. «Hace tiempo que el mercado ya no es lo que era. Muchos puestos han cerrado y algunos subsistimos como podemos» indicó Catalina, dueña de un puesto desde hace más de 30 años.

Sin embargo, la situación cambia mucho respecto a los meses de invierno. Los propietarios de los negocios se quejan de que el mercado no tiene publicidad.

En la última década se ha producido un trasvase de clientes que han dejado de comprar en los llamados «canales especialistas» (comercios tradicionales, tiendas de barrio, mercados...) para hacerlo en los supermercados de cadena. Los grandes supermercados «ofrecen unos horarios con los que no podemos competir» explicó Carmen, dependienta de Can Coves.

Sin duda, lo que más echan de menos todos los tenderos es a los jóvenes. Tanto en los puestos como en las compras.

«Algunos hijos nos ayudan, pero no quieren seguir con el negocio familiar y tampoco vemos a jóvenes comprando. Ya se ha perdido lo de ir el sábado por la mañana con la cistella a llenar la nevera» indicó Marga, dueña de un puesto de fruta y verdura.