Las empresas han desarrollado un mecanismo en el catamarán que recoge los plásticos a través de un red que sube y baja. | DANIEL ESPINOSA

Todo empezó cuando Ed y Joke, una pareja de holandeses que veranea en la isla de Ibiza desde hace años, salieron a navegar por la zona de Cabrera a principios de julio del año 2017.

Avistaron un par de delfines y decicieron seguirles, pero durante el trayecto vieron una tortuga atrapada en un manto de plásticos que luchaba con todas sus fuerzas por liberarse y salvar la vida.

La pareja no dudó ni por un momento y decidieron subirla a bordo para poder liberarla de la red que le cortaba la respiración para después liberarla, aunque no sin antes bautizarla como ‘Ibi’.

Amor por la isla
Después de presenciar un episodio tan sobrecogedor, ambos reflexionaron sobre qué hacer para que no se repitiera y cómo ayudar a crear conciencia en las personas sobre el reciclaje y las consecuencias del plástico que llega al mar.

Y así fue como se fundó la asociación ‘Ibi Free life’, que mediante fondos propios y un porcentaje de la venta de una línea de ropa creada para niños, surca las aguas pitiusas a bordo de un catamarán que no contamina, que no produce residuos y que ayuda a que las aguas de nuestra isla estén cristalinas y libres de plásticos.

«A nosotros nos gusta mucho la isla y nos entristece verla tan sucia», manifestaba Joke, una de sus fundadoras.

Por eso mismo, no dudaron en ofrecerse voluntarios para colaborar junto con las dos embarcaciones de Medi Ambient en la limpieza del puerto de Ibiza tras el paso de la DANA a finales de agosto.

«El episodio de aquel día fue horroroso. Estaba todo sucísimo porque todo lo que había en las calles llegó al mar y se mezcló con los combustibles. El propio catamarán quedó hecho una porquería», recordaba Joke.

Pero no siempre han contado con este catamarán, sino que el proyecto a gran escala se fue gestando poco a poco, a medida que pasaban los meses.

Al principio, la iniciativa de la asoaciación fue la de limpiar manualmente con redes, subidos en una lanchita pequeña a motor.

Sin embargo, vieron que el proyecto debería contar con el doble de medios si querían que el cambio fuera significativo, por lo que decidieron ‘hacer ruido’ y crecer.

Ed, el segundo de sus fundadores, casualmente oyó hablar de una empresa que alquilaba charters respetuosos con el medio ambiente y, tan rápido como pudo, contactó con La Bella Verde, que también dedica un tanto por ciento de sus ganancias a financiar proyectos locales sobre la limpieza de las playas y a iniciar algunos nuevos.

Entre ambos, diseñaron un catamarán eléctrico y solar para hacer el mismo trabajo que ya había iniciado la pareja, pero llevado a mayor escala.

A Marteen Bernard, otro holandés afincado en la isla e ingeniero de La Bella Verde, le entusiasmó el proyecto y se implicó al máximo. De hecho, es uno de tripulantes del catamarán, junto con otro compañero de la empresa.

Son los propios empleados quienes, a través de web, seleccionan a voluntarios para que vayan a bordo del barco y extraigan los residuos del mar y después, una vez en tierra, sean los responsables de que se reciclen de forma correcta.

Sin embargo, la labor que hacen les sigue pareciendo escasa. «Para el verano que viene, nuestra intención es la de contar con cuatro barcos y así distribuirlos en cada punto cardinal de la isla», adelantaron.

Por el momento, casi siempre salen por el levante, que es la zona que acumula más residuos, en parte por culpa del viento.

Ente grupo de holandeses ha creado una iniciativa pionera en la isla y animan a inscribirse en sus programas de voluntariadopuesto que, afirman «la isla necesita seriamente de nuestra ayuda».