Las tortugas quedarán vigiladas en centros hasta que cuenten con un tamaño de aproximadamente 60 centímetros. | PERIÓDICO DE IBIZA Y FORMENTERA

Cinco de los 160 huevos que fueron depositados a finales de este pasado mes de julio en las playas de es Cavallet y Platja d’en Bossa, ambas de ejemplares de la especie caretta caretta (tortuga boba) eclosionaron el martes por la mañana.

Atendiendo a las recomendaciones de los expertos y, en previsión del mal tiempo que se cernirá durante los próximos días sobre las Pitiusas y que hará descender entre dos y tres grados la temperatura ambiental, los huevos que estaban protegidos y vigilados por voluntarios en es Cavallet fueron trasladados este pasado sábado a unas incubadoras en las instalaciones de Sa Coma.

Las tortugas quedarán vigiladas en centros hasta que cuenten con un tamaño de aproximadamente 60 centímetros.

De la totalidad de ambas puestas, de las que surgieron 160 huevos, los técnicos del COFIB han comprobado que hay, aproximadamente, «unos 38 en perfecto estado y en proceso de eclosión», por lo que no se pueden tocar y, simplemente, toca esperar a que el proceso concluya «a su ritmo y de forma natural».

Llorenç Mas, director general de Espais Naturals del Govern, añadió que «en los próximos días nacerán el resto de ejemplares».

Proceso lento
Desde la Conselleria de Medi Ambient i Territori del Govern recordaron que estos desoves se produjeron como consecuencia del actual cambio climático que está causando que las tortugas vengan a las Balears a desovar, buscando zonas más frescas, ya que en la parte más oriental del Mediterráneo la temperatura es más elevada.

Iván Ramos, del Servei de Protecció d’Espècies del Govern, explicó que ya desde el principio de este acontecimiento se planteaba la posibilidad de que la incubación concluyera de forma artificial.

En este sentido, todos los organismos e instituciones implicados eran conscientes de que las condiciones meteorológicas del mes de septiembre podrían convertirse en un enemigo para el correcto desarrollo de los huevos y, así, «poner en juego la viabilidad de los embriones», por lo que decidieron no actuar hasta que no fuera estrictamente necesario, dejando que la naturaleza siguiera su curso.

Así pues, es conveniente recordar que, al ser un hecho pionero, la isla de Ibiza no tiene un precedente que le sirva de apoyo, por lo que, «se han dejado aconsejar por expertos».
«No teníamos la certeza de que, si las soltábamos en la misma playa, sobrevivirían, por lo que hemos tomado en esta decisión», apuntaron.

Cuando la totalidad de las tortugas que se esperan hayan nacido, desde el Ejecutivo autonómico explicaron que la idea es la de trasladar los ejemplares a centros especializados, como el Laboratori d’Investigació en Andratx o el Oceanogràfic de Valencia, donde permanecerán hasta que «tengan unas garantías mínimas de supervivencia».

Las tortugas siempre vuelven a desovar al mismo sitio donde nacen, así que, cuando el proceso de crecimiento y adaptación haya concluido, serán liberadas en agua salada en las playas ibicencas, con la finalidad de garantizar la continuidad de este proceso.

Asimismo, todos los organismos implicados han celebrado la «respuesta de la sociedad ibicenca». Tanto la Policía Local de Ibiza, como el Parque Natural de Ses Salines y el COFIB «siguieron perfectamente el protocolo y permitieron que todo saliera perfectamente», concluyeron.