El colegio de Jesús abrió ayer sus puertas de nuevo para la vuelta a clase de sus 216 alumnos de Infantil y Primaria. | MARCELO SASTRE

Sonrisas, saltos de alegría, abrazos, nervios...y alguna lágrima entre los más pequeños. Minutos antes de las nueve de la mañana el ruido de las mochilas con ruedas cargadas con los libros del curso rompía el silencio de las mañanas veraniegas en el colegio de Jesús.

Saludos entre compañeros que hacía más de dos meses que no se veían. «Es lo mejor de volver al cole. Volver a ver a los amigos y jugar en el patio», decía Hugo, que este año cursa 5º de Primaria. «No tengo ganas de empezar. Quiero más días libres», añadía. Su padre, José, por el contrario «tenía ganas de soltarlo después de tanto verano», decía entre risas.

Otros, más pequeños, llegaban emocionados, dando saltos y luciendo mochila nueva. Atentos buscaban entre la multitud a sus compañeros. «Empiezo 1º de Primaria. El verano se me ha hecho cortito pero tengo ganas de jugar al escondite en el patio con mis amigos», explicaba Daniel. Además, aseguraba que este curso va a «estudiar mucho».

En Infantil, mezcla de emociones. Los nervios del primer día en el «cole de mayores» hacían que a alguno se le saltaran las lágrimas. «Es algo normal. Hay quien no ha ido a la guardería y viene aquí por primera vez», explicaba Joana Cladera, directora del colegio de Jesús. Aún así, los que lo pasaron mal fueron los menos. En la clase de cuatro años, Josep empezaba el curso a lo grande, con una corona de cumpleañero. El inicio de las clases coincidió con su cuarto cumpleaños, por lo que la fiesta estaba asegurada.

Los mayores del centro, de 6º de Primaria, más formales, formaban fila en el patio a la espera de poder entrar al aula.

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La primera mañana del nuevo curso transcurrió y cinco minutos antes las 14.00 horas sonó la campana de salida en el colegio de Puig d’en Valls. Inmediatamente salieron los primeros niños, que contentos y emocionados fueron recogidos en la puerta de clase por padres y abuelos ansiosos de ver cómo les había ido en su primer día de clase.

Después salieron el resto de pequeños, que bajo el porche de la entrada formaron un grupo donde esperaban a sus familiares.

En sus caras se podía ver la ilusión, el entusiasmo y las ganas de contar lo que habían hecho a lo largo de la mañana. Algunos de los niños incluso mostraban los dibujos que habían elaborado este primer día en clase.

Pasados apenas unos minutos de las 14.00 horas, todos se encontraban ya en brazos de sus familiares describiendo con ilusión la primera jornada del curso escolar.

«Tengo ganas de volver mañana», dijo David de 5 años en brazos de su padre.
Otros, a pesar de contentos, salían hambrientos y con ganas de ir a casa, como Inés de 8 años que aunque explicó que lo había pasado muy bien quería «ver a su mamá porque tenía hambre».